GIMNÀSTIC 0 - OVIEDO 0

Miño fue un muro para un Nàstic que quiso y no pudo

El equipo grana tuvo ocasiones claras, pero el meta del Oviedo se mostró imbatible. Aníbal pidió un penalti en el 62', pero solo tuvo como premio una amarilla por simularlo.

El fútbol le debe una al Nàstic. Puso el fútbol y las ocasiones ante un Oviedo defensivo y que no tiró a puerta en todo el encuentro. ¿El problema? La falta de pegada y las intervenciones de un Miño que estuvo en plan estelar. Punto agridulce para un conjunto grana que sumó solo un punto muriendo en la orilla. Nàstic y Oviedo seguirán una semana más en puestos de playoff, pero el colchón empieza ya a ser nulo. A partir de ahora, el no sumar tendrá castigo.

El color grana fue el dominante durante todo el encuentro, pero no hubo premio. La afición del Nàstic demostró que con alicientes responde (10.719 espectadores), y ello obligó a los de Generelo a esperar. Emaná y Narano formaban en punta y en ellos estaba el peligro. Tejera se hizo el dueño de la medular y con el paso de los minutos el conjunto asturiano tan solo podía achicar agua. Se olía a gol en el Nou Estadi, pero ante la falta de acierto el ambiente se enfrió y ahí fue cuando Toché apareció. En el 39’ pudo marcar pero Xavi Molina le presionó lo justo para que su remate se marchara fuera. Fueron minutos de incertidumbre para los intereses tarraconenses porque el Oviedo llegaba cada vez con más claridad, en especial por la banda de un Hervías que dejó destellos de su calidad. Pero claro, el partido era el Nou Estadi y cuando la grada se dispuso a tirar del carro, el equipo dio un paso adelante. Y en el 41’ llegó la ocasión más clara de la primera mitad. En una acción de manual, moviendo el balón de derecha a izquierda a un toque, Naranjo conectó un gran cabezazo tras el centro de Mossa. Eso sí, ahí estaba Miño para volar, lucirse y evitar que el balón entrara por la escuadra.

En la segunda mitad, el Nàstic fue quien volvió a dar el paso adelante, mostró más ambición, y Naranjo seguía siendo un tormento para la zaga del Oviedo. Se le vio eléctrico y en el 53’, volvió a probar a Miño. Y si el conjunto grana ya estaba mandando, la entrada de Aníbal aún le dio más empuje y puso una marcha más. El delantero mexicano avisó con el primero balón que tocó y en el 62’ vio la amarilla por, según el árbitro, simular un penalti. Lo tenía todo para marcar, pero se fue al suelo cuando notó un contacto. El “estamos hasta los huevos” (sic) que cantó la grada y las quejas de Aníbal no tuvieron su efecto. Eso sí, la no señalización del penalti no amedrentó al Nàstic y siguió remando. No bajó el pistón ante un Oviedo que no tiró a portería y demostró que el punto ya le valía porque el balón no le duraba más de dos pases y se colgó del palo.

El último cuarto de hora fue un quiero y no puedo por parte del Nàstic. Hubo emoción y los grana tuvieron oportunidades para ganar. Pero ahí estaba Miño, que fue un muro. Secó a Naranjo, Muñiz y a Aníbal. Verdés vio la segunda amarilla en el 90’ pero el destino ya estaba decidido. Un punto para cada uno que no debería satisfacer a ninguno en esta lucha por el ascenso a Primera.

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