BARCELONA - ESPANYOL | LA CONTRACRÓNICA

Al Espanyol le caen el rey y el haba en su roscón de Reyes

La primera mitad fue de ensueño. La segunda, una pesadilla. Se lesionó Caicedo, autor del gol, cayó Asensio, hubo dos expulsiones... El roscón era delicioso pero se atragantó.

Andreu DalmauEFE

Del sueño... Venía el Espanyol de maravillar a su afición —y de enfurecer a la facción más radical del barcelonismo— en el primer derbi de una trilogía que prometía. Y, aun así, fueron capaces de sorprender los pericos con una primera parte tan seria como extraordinaria en el Camp Nou. Con un gol temprano de Caicedo —tras maravilla de Asensio— que dio continuidad a la ilusión propia de la noche de Reyes y una colocación y seguridad defensiva impertérritas, con mejor salida de balón incluso que en Cornellà.

...A la pesadilla. Pero la noche se fue nublando. En solo cuatro minutos igualó el Barça, al filo del descanso llegó el 2-1... Y con las lesiones más inoportunas que nunca de los protagonistas del 0-1, el derbi inició un fundido a negro que concluyó con las expulsiones de Hernán y Diop. En el roscón de Reyes, al Espanyol le tocó primero el rey y después el haba. Se coronó muy pronto, quizá demasiado, y acabó pagando todos los platos rotos. ¿Está la eliminatoria sentenciada? Mucho nos tememos que sí; afirmar lo contrario sería apelar a una noche, la del próximo miércoles, que marcaría un hito en la historia de los derbis.

El ‘Cid’ Caicedo. Empezó marcando un gol que daba alas a los pericos, pero pronto se lesionó. Aun así, ya dolorido, fue astuto y volvió para arañar unos segundos al reloj, todavía con el 1-1, en lo que se concretaba su sustitución. Fue una especie de Cid. La baja sensible de un ídolo, como lo demostró en el programa ‘Cap nen sense joguina’, el imperdible programa solidario de Ràdio Barcelona, en el que la subasta de una camiseta suya firmada alcanzó los 1.500 euros, uno de los productos con más alta licitación de la velada.

El más difícil todavía. Tampoco le fueron mejor las cosas a Asensio, que se retiró justo antes de arrancar la segunda mitad, la de los horrores. Empezó ahí el Espanyol a asemejarse al funambulista a cuya acrobacia se van añadiendo dificultades. Que si una silla más bajo la que hacer equilibrios, que si un voluntario subido a ella... Se gustaba el Barça y se iba cobrando víctimas, con las expulsiones de Hernán Pérez primero y de Diop después. Y a todo ello, se sumaba la fatiga acumulada, más evidente que la de los culés.

Rencillas hasta en el túnel de vestuarios. Llegó el 2-1 tras una falta más que dudosa, y recordó el lanzamiento de Messi a aquel del derbi del curso pasado en el Camp Nou que, como anoche, alteró el guion de la igualdad al borde del descanso —entonces significó el 1-1 tras el gol de Sergio García—. Pudo pitar Martínez Munuera un penalti de Javi López sobre Neymar, justo a la inversa de aquel sí señalado por manos involuntarias del mismo jugador perico ante el brasileño la pasada Liga, pero en Cornellà. Cayó Pau ante Messi en la trampa tejida por Suárez, que se burló del portero tras el segundo gol culé. Y se vivió un partido caliente, en el que Luis Enrique sacó a todas sus estrellas, tras el que las rencillas continuaron en el túnel de vestuarios. Si algo se puede concluir de todo ello, además del orgullo del Espanyol mientras pudo, es que los derbis han vuelto para quedarse.

Lo más visto

Más noticias