ATHLETIC - ESPANYOL
El día que el Espanyol se fue de Bilbao a hombros
El Espanyol se mide al Athletic en las simifnales de Copa: 13 precedentes en Copa y un esperpento: la final de 1911.
La Copa de 2015 es la decimocuarta ocasión en la que los caminos de Espanyol y Athletic se cruzan. Ambos equipos, históricos y fundadores de la Liga, llevan enfrentándose desde prácticamente la primera edición, y en el cajón de la historia se guardan capítulos memorables, épicos y curiosos, como el que ocurrió en 1911, título que se llevó el Athletic derrotando al Espanyol en la final por 3-1, en el torneo más polémico y esperpéntico de todos los disputados.
Por primera vez hasta entonces, la recién fundada Federación Española de Clubes de Fútbol (embrión del organismo actual) decidió trasladar el Campeonato de España —Copa del Rey— a Bilbao. El Athletic Club llevaba ya tres ediciones ganadas y aspiraba a quedarse el trofeo en propiedad si levantaba el título por cuarta vez. Los equipos inscritos fueron 13: FC Barcelona, Espanyol, Athletic, CD Bilbao, Deportivo de la Coruña, Real Sociedad, Fortuna de Vigo, Gimnástica Madrid, Santander y las Academias Militares de Artillería, de Caballería, de Infantería y de Ingenieros. El torneo —jugado en dos liguillas— arrancó el 9 de abril, aunque dos de esos conjuntos (Deportivo e Ingenieros) no acudieron. Las divergencias arrancaron el primer día, cuando un jugador madrileño, llamado Méndez, fue agredido en el hotel con una llave inglesa. Los autores del incidente fueron unos hinchas del Athletic, supuestamente y según los datos de la época.
Ya con los ánimos caldeados, se disputaron los primeros encuentros. El Athletic derrotó 2-0 al Fortuna, el Bilbao hizo lo propio ante la Academia de Artillería (2-1) y el Espanyol goleó a la de Infantería (6-0). Pero en la alineación del Athletic había dos jugadores que respondían al nombre de Aguirre y Baracaldo pero que, incomprensiblemente, no entendían ni el castellano ni el vasco. Eran Sloop y Smith —Harrison y Rous en otros medios—, o sea, ingleses. No estaba permitido la participación de extranjeros que no llevasen dos años de residencia en España y la Real Sociedad decidió irse para casa. Todos los clubes lo secundaron, incluído el Espanyol, aunque, debido a las presiones, la Federación decidió que Aguirre y Baracaldo (¡o cómo realmente se llamasen!) no volviesen a jugar.
Una decisión a la bilbaína, que dejó insatisfecho a los equipos, ya que el resultado logrado ante el Fortuna continuaba siendo válido. Partieron las Academías al ver que el torneo se demoraba más de lo previsto y ellas debían volver al regimiento; se fue también el Barcelona porque también alineó a extranjeros, pero en este caso la Federación decidió que se repitiera su encuentro; y, para mayor esperpento, la Gimnástica se retiró al descanso ante el Athletic, según la prensa de la época, porque “perdían el tren”. En aquel momento ya caían por un claro 2-0. La competición quedaba destruida a no ser que el Espanyol diese marcha atrás con su idea de volver a Barcelona y disputase la final ante el Athletic. Directivos y jugadores pericos se reunieron la noche del 14 de abril y decidieron salir al día siguiente a disputar el partido.
La final. 980 personas presenciaron en directo la final en el campo del Josaleta (Getxo). Aplausos y jolgorio para los jugadores pericos, que fueron un auténtico convidado de piedra en la fiesta bilbaína y salieron a hombros después de perder por 3-1 en un choque en el que no tuvieron opciones. Tras el encuentro, se organizó una romería en la Gran Vía y una copiosa comida en homenaje al Espanyol en el restaurante Torróntegui, en la que también asistieron miembros federativos. Cuenta el libro de historia del Athletic que “tan amigos quedaron los bilbaínos y españolistas que formaron una selección para enfrentarse el 16 de abril, en Josaleta, al equipo inglés Civil Service, ganando este último por siete a cero”. Una fraternidad que trajo consecuencias.
Solamente unos días después, el Barcelona protestó por la actitud del Espanyol y por el título del Athletic. Hasta el Rey Alfonso XIII tuvo que lidiar sin éxito. Al Athletic le quitaron la Copa pero en 1912 le retiraron la sanción. El Espanyol no participó en la siguiente edición. La Federación se alió con el bando azulgrana y le concedió la organización de la Copa de 1912, edición que ganó. Un capítulo del fútbol de antes, aroma añejo en la nueva Catedral.