Copa América 2011 | Empiezan los cuartos de final

"Motoneta, mi hijo juega bárbaro"

Sergio Agüero se crió en la Villa Itatí, un barrio muy pobre en el sur de Buenos Aires. Allí se fijo en él Eduardo González, gracias a la insistencia del padre del Kun. Su descubridor cuenta en AS su viaje desde la miseria hasta la élite, cuando Ruggeri le hizo debutar en Independiente con apenas 15 años.

Agustín Medina
carlos roberto bairo

Las villas miserias aparecieron en la década de los 30, aunque se expandieron con los procesos migratorios internos de los 40 y 50. Crecieron en paralelo a las crisis económicas rurales y regionales. La tasa de crecimiento de la población sin trabajo industrial hizo que los marginados se ramificaran por la capital y el Conurbano Bonaerense. Son favelas argentinas que ocuparon y se montaron irregularmente en tierras fiscales. La Villa Itatí es un asentamiento de pasillos laberínticos de la localidad de Bernal, en el Sur del Gran Buenos Aires. Es un barrio de 36 manzanas asimétricas con 5.000 familias organizadas a partir de intrincados pasillos, donde por lo general no pueden pasar vehículos: las calles internas no están asfaltadas. Los pasillos son calle y vereda. El paisaje muestra casas precarias de techos de chapa, paredes de ladrillos mal edificadas, calles internas y un perfume que emerge de un basural. A menudo no hay agua corriente ni cloacas y abundan las calidades mínimas para satisfacer las necesidades básicas. La Villa Itatí es otra imagen de la pobreza. Allí, en ese contexto, ajenos al sistema, la felicidad de los niños gira sobre el eje de un potrero: un campo pelado, piedras y dos porterías. Un balón, o lo que queda de él. Zapatillas rotas. Y pancitas mal alimentadas.

Ubicada junto al Acceso Sudeste, cerca de Quilmes, no hay datos oficiales sobre la composición de la villa, aunque se estima que está habitada por 50.000 personas y que es la más poblada del país. Su nombre, Itatí, responde a la devoción a la Virgen que trajeron los que llegaron del litoral. En 40 años, se consolidó en un perímetro de cinco kilómetros. En ese mundo de necesidades, sólo el 20 por ciento de la población tiene trabajo fijo. Allí, un día se fijaron en Sergio Agüero. "Lógico, fue detrás de un balón", cuenta Eduardo González, el descubridor de la joya.

El descubrimiento.

Dueño de una empresa de "matafuegos" (extintor de incendios), González le detalla a AS que estuvo en el lugar indicado en el momento justo. Cuando el Kun apenas tenía 8 años y un futuro incierto, más cercano a la pobreza que a este presente de estrella. "Fue hace mucho, pero lo tengo presente. Hace 15 años yo era el entrenador de un equipo de fútbol de adultos. En ese equipo jugaba Leonel, el papá de Sergio. Jugaba bien, tenía mucha actitud, y un día tuve una conversación que me quedó grabada: 'Motoneta, mi hijo juega bárbaro. Venga a verlo, confíe en lo que le digo'. Por eso creo que al Kun yo no lo descubrí. Lo descubrió el papá. Y cuando lo vi, dije: 'Tenés razón, éste nació para jugar al fútbol, es distinto, me convenciste'".

La ventana de la casa del Kun daba al potrero. Y él se escapaba por ella para irse a jugar al fútbol con los chavales del barrio. Muchas veces se metía a jugar con personas más grandes, y su madre, preocupada, debía ir a rescatarlo para que no lo lastimaran. Precisamente, el instinto por evitar los golpes de los rivales hicieron que moldeara su estilo tan acelerado y su regate difícil de frenar. En lugar de cuadernos, Agüero prefería darle a la pelota. González tardó 10 años en sacarlo de la pobreza. Cuando el pequeño tuvo 8 años, su descubridor consiguió que al Kun (su abuelo le puso ese apodo porque estaba todo el día dando saltos como un personaje de dibujos animados japonés) lo ficharan en Independiente. A la familia le consiguieron una casa. Y al papá de Sergio, un coche para que pudiera trabajar. La familia empezó a recibir dinero. Cuentan que Agüero hablaba muy bajito y que además del fútbol, le gustaba dibujar. Antes de Independiente había jugado en Lanús y varios clubes de barrio, como Los Eucaliptus, Loma Alegre, 1 de Mayo, 20 de Junio y Los Primos. "Yo sabía que iba a llegar, no fueron días sencillos, es una satisfacción verlo en la selección. Siempre creí que iba a ser uno de los mejores del mundo", cuenta González.

El gran salto.

En 1998, su papá se quiso ir a Tucumán porque estaba en el paro. Era chófer y la empresa en la que trabajaba quebró. No tenía dinero ni para llevar a su hijo a los entrenamientos. Para retenerlo, Independiente le compró la ficha al niño y al papá de Sergio le dieron un trabajo como utillero del club. "Cuando Ruggeri llegó como entrenador de Independiente, no conocía al Kun. Yo le dije, mirá que este pibe la va a romper. Ya en las inferiores era conocido por todos. Los padres de los niños rivales incluso le gritaban a sus hijos: '¡Páralo, rómpelo!' No lo podían frenar. Entonces Ruggeri lo fue a ver y se quedó sorprendido. De ahí lo llevó a Primera". Agüero saltó al profesionalismo con 15 años, 1 mes y 3 días. Y hoy sueña con ganar su primera Copa América. "Sería lindo que cumpla su sueño. Los argentinos tienen que disfrutar de él", sentencia González.

Lo más visto

Más noticias