Zidane retrasa su jubilación eliminando al campeón Brasil

Magique!". La portada del diario L'Equipe resumía el partido que Zinedine Zidane se había marcado en Frankfurt. Se enfrentan los dos últimos campeones: Francia y Brasil, pero no hay color desde el primer minuto: los franceses parecen jugar al gato y al ratón con los brasileños. Y por encima de todos ellos, el crack galo, que rompe de una manera hermosa con todas las críticas que había recibido hasta ese momento.

Cierto es que era la segunda vez en apenas ocho años que tanto galos como sudamericanos se enfrentaban en un encuentro mundialista. La final de Francia 98 todavía hacía mella en la mente de los canarinhos, pese a que habían ganado el título cuatro años después en Corea y Japón 2002, pero esa derrota había dejado una profunda huella en su estilo porque, sencillamente, demostró su vulnerabilidad.

En cuartos de final, se volvieron a encontrar. Es el canto de cisne para bastantes jugadores de ambas selecciones, pero una reiría más que otra. Tras una fase de tanteo, el vencedor está claro. Sólo falta esperar el tiempo necesario para que las piezas del puzzle encajen.

Así, en pleno proceso de desconfianza y mal juego colectivo de Brasil, Cafú comete una falta sobre Malouda. Zidane bota la falta desde el lado izquierdo del ataque bleu, y coloca un certero pase sobre Henry, que tan sólo tiene que poner su pie derecho tanto para desvirtuar a la zaga verdeamarelha como para batir a un sorprendido Dida.

Con la precisión de un cirujano, Francia ha ido manejando el encuentro a su libre albedrío hasta que decide cuándo finaliza el encuentro. Ya no hay más. Francia pasa a semifinales. Brasil, el campeón, no puede defender más su título.

"Zidane estuvo muy grande y dando muestras de su clase y de su genio", escribió L'Equipe. La verdad es que sólo quería retrasar su jubilación unos cuantos días más...