Liga BBVA | Atlético de Madrid 4 - Espanyol 0

Un Kun colosal da aire al Atleti

El Atleti sale del descenso ante un mal Espanyol. Agüero marcó dos goles, uno de falta, e inventó el de Maxi. Forlán mojó, Reyes brilló Kameni, sin ayuda.

CELEBRACIÓN. Los jugadores del Atlético festejan el tercer gol del equipo rojiblanco. Los futbolistas se apiñaron sobre Agüero, que hizo su segundo gol.

En los malos momentos del Atleti, que han sido graves y muy frecuentes últimamente, el aficionado rojiblanco siempre se repetía el mismo consuelo a modo de mantra: "No podemos bajar teniendo a Agüero". Tras lo visto ayer, amén. El desmantelamiento al que sometió Kun al pobre Espanyol fue tremendo, ayudado eso sí por una sorprendente falta de energía en los de Pochettino. Pero eso no resta méritos a que el genio con pinta de despistado provocara el primer gol, marcara los dos siguientes y, ya en el minuto 89, aún tuviera fuerzas para evitar las tarascadas de tres rivales antes de regalarle el cuarto a Maxi. Una exhibición.

La gran diferencia fue que Kun ayer encontró socios, sobre todo un Reyes cuyo esperanzador proceso de rehabilitación sigue avanzando. Desde el primer minuto el Atleti dio otra imagen, salió a buscar el partido corriendo y no a esperarle andando como en Chipre. Mientras, el Espanyol volvió a disfrazarse de buen samaritano, para desesperación de su parroquia, que ya ha visto como en esta temporada facilitaba al Xerez su primer punto en Primera o daba aire a Michel cuando medio Getafe le miraba con desconfianza. Tamudo y Luis García, dos pesadillas habituales para el Atleti, fueron los símbolos a este Espanyol sin instinto asesino con sendas actuaciones totalmente anodinas.

El primer susto fue el golpetazo inicial de David García, que dejó el césped con collarín, aunque volvió al poco. Los siguientes ya fueron con el balón como protagonista. Primero, un disparo malintencionado de Simao y, a los 21', Kameni se interpuso entre Reyes y su redención definitiva con un doble paradón tras jugada de Agüero. El segundo, a bocajarro, lo desvió al palo con una agilidad al alcance de muy pocos seres humanos. El camerunés fue, de largo, el mejor del Espanyol.

Y ya no hubo más avisos. A los 26 minutos, Agüero hizo una pared perfecta con Reyes y, cuando iba a fusilar, Moisés apareció para tocar la pelota como pudo, con tan mala suerte que le cayó a Forlán para marcar a placer. Curiosamente, instantes antes el uruguayo parecía a punto de quejarse porque no le pasaban, pero al fin la suerte le hizo un guiño. El gol fue mano de santo para el Bota de Oro, que discutido como nunca antes en el Atleti, se quitó de encima muchos demonios. Desde ahí, su actitud fue otra, aunque no logró el segundo en un cabezazo franco que rozó el palo.

Falsa reacción.

Tras el 1-0, el Espanyol despertó y tuvo sus únicos minutos de vida, alentados por dos controles maravillosos de Nakamura, hasta ahora más futbolista de detalles que de hechos. Pero tras el descanso ya no hubo color. El Espanyol sacó la bandera blanca, (permitiendo a la defensa del Atleti su noche más tranquila en siglos) y Kun, la varita mágica.

En una falta en la frontal, le vino la inspiración y agarró la pelota como si fuera el lanzador habitual: gol. Su estadística en faltas con el Atleti es para verla: dos de dos. Así es él. Y en la recta final, tras la justa expulsión de Roncaglia, marcó al segundo intento en una falta lanzada por Simao y se disfrazó de fondista para arrancar casi desde mediocampo, irse de Pillud, Forlín y Chica y regalarle el cuarto a Maxi. Sí, con un futbolista así, el Atleti aún puede soñar con días felices.

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