Atlético de Madrid | Kun Agüero

Agüero es mejor cuando se olvida del suegro, despierta y te hace daño

Agüero recuerda a Romario, si éste se hubiera tomado en serio el fútbol. Hace poco se instaló en el desconcierto, acentuado por la presión de su suegro, Diego Armando Maradona. Pero a este tipo de jugadores le tocas un pelo y se eriza. El Calderón ruge con el argentino.

Juan Cruz

No sé si fue el director de este periódico el que me puso hace tiempo en la disyuntiva de elegir entre Messi o Kun. Yo dije que sólo en broma se podía hacer una equiparación entre ambos argentinos. Eso creí. Hasta el día, tan cercano, en que el Kun Agüero asaltó la ahora débil fortaleza del Barça y la hundió en la miseria. Los grandes jugadores son mejores cuando te hacen daño. Y Agüero es un tipo que lleva el daño en las botas. Su manera de desmarcarse recuerda la de Messi, pero a Messi le ves venir. Kun se desmarca como si tuviera fiebre en la piel del empeine. Y dispara y te machaca.

Es un carácter. Quizá recuerda a Romario si este se hubiera tomado en serio el fútbol. Kun Agüero se lo toma en serio, pero tiene sus pájaros. Cuando vino Abel al Atlético de Madrid él estaba en medio de una pájara. Estaba zorrocloclo -como decimos en Canarias a aquellos que van a ser padres-, adormilado, metido hacia adentro, y esa condición vital fue acentuada por la enorme presión que ejercía su suegro, Diego Armando Maradona. Los parentescos políticos suelen ser desgracias leves; en este caso no es un parentesco leve, sino pesadísimo. Maradona dijo que Kun debería jugar en otro equipo; cuando eso lo dice la grada -¡vete ya!- los futbolistas se desconciertan, pero si te lo dice tu suegro, y éste es Maradona, prepárate para el desconcierto.

La duda.

Y Kun se instaló en el desconcierto. A este tipo de futbolista le tocas un pelo y se eriza. Ponerle o no ponerle era irrelevante; el equipo tenía la moral comida. Y la moral del Atlético es, ahora mismo, la grada y Kun. Tuvieron que venir las comparaciones, es decir, Messi, para que Kun despertara, para que despertara también la grada y hablaran las botas de fuego de este muchacho que ha hecho callar de momento a Maradona mientras ruge el Vicente Calderón. El Bernabéu es suyo, si quiere, y si se acuerda de Messi, pero no de su suegro. Hará daño, está hecho para eso.

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