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Las cuatro posibles estrategias de Putin en la guerra de Rusia contra Ucrania

La resistencia ucraniana ha ralentizado en cierta medida el avance de las tropas rusas. Joe Biden ha alertado del posible uso de armas químicas y biológicas.

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Después de un mes de ofensiva militar en Ucrania, las tropas rusas continúan con el asedio de las principales ciudades del país. Una de las últimas conquistas de Rusia fue el acceso al mar de Azov, tras hacerse con el pleno control del puerto de Mariúpol. Un logro conseguido después de los bombardeos producidos el pasado viernes en Lviv, ciudad cercana a la frontera con Polonia.

Junto con estos dos puntos clave del territorio ucraniano, el ejército ruso se hizo con ciudades como Irpin, Jersón y Járkov, la segunda ciudad más importante de Ucrania. Ahora, centra sus esfuerzos en intensificar los ataques en Odesa y en hacerse con el control de la capital, Kiev. Pese a todos estos avances la resistencia ucraniana, una sucesión de fallos logísticos, la elevada cifra de soldados caídos en combate y la pérdida de vehículos militares han ralentizado la ofensiva iniciada el pasado 24 de febrero.

Un conjunto de factores inesperados que podrían provocar un cambio en la estrategia por parte de Vladimir Putin, al comprobar el enorme desgaste que ha supuesto hasta ahora la invasión de Ucrania, tanto desde el punto de vista del propio conflicto bélico, como desde el plano político por las sanciones económicas decretadas por Estados Unidos, Reino Unido y la Unión Europea, que afectan de lleno a la economía rusa y todos los ejes que la vertebran.

Desde Occidente avisan sobre la posibilidad de que el líder del Ejecutivo ruso baraje la posibilidad de emplear armas no convencionales de forma táctica, como por ejemplo armamento biológico o químicas, para cumplir con el propósito de hacerse con Ucrania. Un aviso que ha llegado tanto por parte del jefe de representación de la Unión Europea en el país ruso, Markus Ederer, como del Presidente de los Estados Unidos, Joe Biden.

Opción para continuar con la guerra de desgaste

La intención inicial de Rusia era la apuesta por una guerra de desgaste, que acabara con la propia rendición de las tropas ucranianas, reduciendo al mínimo la capacidad militar de Ucrania y basar su victoria final mediante las pérdidas del ejército ucraniano y el derrumbamiento de la moral de la población ucraniana

Por el momento, Rusia ha conseguido sitiar algunas ciudades importantes y ha bombardeado diferentes localidades en Ucrania, pero no se ha hecho con todo el control del país mediante esta opción, tal y como preveía en un inicio.

Guerra relámpago, la primera alternativa

Ante esta situación, la primera alternativa pasaría por una guerra relámpago, es decir, una guerra simultánea y rápida que culmine con una victoria contundente del Ejército ruso. Una estrategia que se llevaría a cabo primero con un ataque por vía aérea y acto seguido, la entrada de todas las unidades del Ejército ruso para ocupar la totalidad del territorio enemigo.

En caso de que el Kremlin decida optar por esta vía, el objetivo de esta estrategia no es otro que la consecución de Ucrania en el menor periodo de tiempo posible, sin dar opción alguna de respuesta a las tropas ucranianas.

Entrar en guerra con la OTAN

Desde el primer momento, la OTAN rechazó entrar de lleno en el conflicto. Primero por el hecho de que Ucrania, pese a ser un socio de la organización, no es un Estado miembro, por lo que no puede aplicar el artículo 5 del Tratado de Washington y por consiguiente, no puede intervenir directamente en el conflicto.

El segundo motivo por el cual la OTAN declinó participar fue, precisamente, por el hecho de que supondría el inicio de una guerra a escala mundial. Si Putin decidiese entrar en guerra con la Alianza Atlántica, por ejemplo, si decide bombardear a alguno de los Estados miembros cercanos a Ucrania como puede ser el caso de Polonia, la OTAN sí atacaría a Rusia en base al artículo anterior, que menciona lo siguiente.

"Las Partes acuerdan que un ataque armado contra una o más de ellas, que tenga lugar en Europa o en América del Norte, será considerado como un ataque dirigido contra todas ellas, y en consecuencia, acuerdan que si tal ataque se produce, cada una de ellas, en ejercicio del derecho de legítima defensa individual o colectiva reconocido por el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas, ayudará a la Parte o Partes atacadas, adoptando seguidamente, de forma individual y de acuerdo con las otras Partes, las medidas que juzgue necesarias, incluso el empleo de la fuerza armada, para res-tablecer la seguridad en la zona del Atlántico Norte".

Guerra con armas no convencionales

La última opción de Putin para tomar Ucrania pasaría por el uso de armas no convencionales, es decir, armas nucleares, químicas, radiológicas o biológicas con el objetivo de arrasar con todo el territorio ucraniano.

Dentro de este rango podemos clasificar a los misiles balísticos intercontinentales. En los últimos 30 años, Rusia ha invertido una gran cantidad de dinero en renovar su arsenal nuclear, que suma también a los submarinos balísticos y al avión de combate Tupolev. Al fin y al cabo, un armamento diseñado y utilizado para ataques a gran escala.

De las ojivas almacenadas, aproximadamente 1.588 ojivas estratégicas (consideradas de ataque) están desplegadas: unas 812 en misiles balísticos terrestres, unas 576 en misiles balísticos lanzados desde submarinos y posiblemente 200 en bases de bombarderos pesados. Otras 977 ojivas estratégicas están almacenadas, junto con unas 1.912 ojivas no estratégicas, consideradas como tácticas defensivas.