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El rover chino Yutu-2 hace un 'pegajoso' descubrimiento en la cara oculta de la Luna

El robot que explora la Luna, en su diario de viaje desde su llegada al satélite, ha detectado un suelo más pegajoso que el registrado durante las misiones Apolo.

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El rover chino Yutu-2 hace un 'pegajoso' descubrimiento en la cara oculta de la Luna
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Las diferentes agencias espaciales de todo el mundo tienen entre ceja y ceja el estudio de los grandes misterios de nuestro Sistema Solar: Marte y la Luna están en constante estudio, mientras que para 2026 se espera la vuelta de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA) a Venus. Mientras ese momento llega, desde el satélite de la Tierra van llegando nuevas noticias.

El rover Yutu-2 de China ha dado con un terreno pegajoso en un paisaje inexplorado de la cara oculta de la Luna, según desvela su diario de viaje de dos años y que se recoge en Science Robotics. En dicho estudio se describe un suelo terroso, con rocas gelatinosas y pequeños cráteres ubicados dentro del cráter Von Karman, en la cuenta del Polo Sur-Aitken. Este lado del satélite recibe dicho nombre dado que es la parte no observable desde la Tierra, pues siempre siempre presenta la misma cara.

Los datos recopilados por el rover chino han sido analizados por investigadores del Instituto Tecnológico de Harbin y el Centro de Control Aeroespacial de Beijing. Con ello, se ha obtenido un conocimiento geológico muy detallado en el lugar de aterrizaje del vehículo que puede ayudar a explorar la comprensión de la formación y evolución de la luna, de acuerdo con la agencia Xinhua. La sonda Chang'e-4, junto con el rover, aterrizaron en el cráter Von Karman el día 3 de enero de 2019. De esta forma, ha superado con creces su vida útil inicial, diseñada para tres meses.

Camino bacheado

En este diario de viaje se refleja que el rover resbaló y patinó, algo que indica que el terreno en el que se encontraba cuenta con algunas pendientes locales, aunque sería relativamente plano a gran escala. Yutu-2 cuenta con seis ruedas y cuatro motores de dirección en las ruedas de las esquinas con una superficie de malla. Con su potencia, es capaz de subir pendientes de 20 grados y dejar atrás obstáculos de hasta 20 centímetros de altura.

Durante el viaje a un punto de estudio común con la sonda Chang'e-4, las ruedas del rover a veces se llegaron a hundir ligeramente en el terreno, además de sufrir filtraciones en la pantalla de malla de alambre. Dichas ruedas fueron usadas por los expertos como dispositivo de excavación de zanjas, con el fin de estimar las propiedades del suelo lunar en su cara oculta. Hallaron, entonces, que la propiedad de soporte del regolito y parecida a la de la arena seca y la marga arenosa de la Tierra, algo más fuerte que el suelo lunar típico de las misiones Apolo.

En base a este suelo terroso en las ruedas del rover, estimaron que allí es más pegajoso que el lugar de aterrizaje de la anterior sonda, Chang'e-3, que llegó a la Bahía de los Arcoíris, en el lado cercano de la Luna, a finales del año 2013. Entonces, los investigadores atribuyeron el aumento de la cohesión del suelo al mayor porcentaje de aglutinados en el regolito.

Un material inesperado

En su octavo día lunar, el rover chino se aventuró a explorar un cráter de dos metros, en el que detectó un material inesperado, parecido a un gel brillante de color verde oscuro en la base del mismo. Algo que podría ser, de acuerdo con los expertos, una roca fundida por impacto o una brecha recubierta de vidrio generada por impacto, un tipo de roca que se compone de fragmentos afilados incrustados en una matriz de grano fino.

Más tarde, Yutu-2 se detuvo en lugar de conducir cráter abajo, ante el temor de que en caso de bajar no pudiera posteriormente retroceder. A pesar de todo, el diario revela que en sus 25 primeros días lunares se captaron imágenes de una amplia variedad de cráteres, según el citado estudio. Algunos muy degradados con pendientes suaves y bordes planos; otros, con eyección del tamaño de un grano, variando desde partículas hasta terrones. De acuerdo con los investigadores, los cráteres de eyección no son primarios, sino secundarios formados por uno más grande situado al oeste de la zona de aterrizaje. La explicación es que todos estaban orientados en la misma posición (noroeste) con la componente horizontal de la fuerza de impacto.