Katalin Karikó, la mujer que ha cambiado el curso de la pandemia
La científica, descubridora del ARN mensajero en el que se basan las vacunas de Pfizer y Moderna, ha ganado el Premio Breakthrough.
A pesar de que su nombre apenas se ha escuchado, Katalin Karikó ha sido una de las personas más relevantes en la lucha contra la COVID-19. Tras muchos años de menosprecio por parte de sus compañeros, esta científica húngara es la descubridora de las vacunas basadas en ARN mensajero, desarrolladas por Pfizer/BioNTech y Moderna, que han cambiado el curso de la pandemia. Debido a este relevante papel en el desarrollo de esta tecnología, Karikó ha sido galardonada este año, junto a su colega en la Universidad de Pensilvania Drew Weissman, con el ‘Premio Breakthrough’ en Ciencias de la Vida.
Valorado en 3 millones de dólares, este premio es el que más dinero reparte entre científicos. Detrás de él se encuentran están grandes magnates y filántropos como Mark Zuckerberg, Sergey Brin, Priscilla Chan y Anne Wojcicki, entre otros. El millón y medio que le corresponde es bienvenido en su vida, pero para ella el verdadero premio es haber salvado millones de vidas, como las de los empleados y usuarios de un centro de atención residencial en Nueva York.
Todos en el centro se vacunaron con Pfizer y declararon el 2 de septiembre como el Día de Agradecimiento a Katalin Karikó. Una semana después, hubo un brote de COVID-19 en el que 70 personas dieron positivo, pero nadie murió. “Estaban tan felices. Gracias a la vacuna, siguen ahí. Para mí, ningún premio, ningún dinero que puedas poner en mi mano, podría valer más que eso”, expresa en declaraciones al diario The Guardian.
Ego y poder, los grandes obstáculos de la comunidad científica
Durante su entrevista con el medio británico, la científica pionera también ha hablado sobre problema del ego y los títulos que existe entre sus compañeros, así como el negativo impacto que supone para el avance de muchas investigaciones: “Si mucha de la gente que trabaja en un mismo campo se reuniese en una habitación, dejando a un lado sus nombres, sus egos, sus cargos y se limitasen a pensar, alcanzarían soluciones para muchas cuestiones, pero todos estos títulos y demás se convierten en un obstáculo”.
“Siempre he pensado que a quién le importa. En 100 años nadie se acordará de mi nombre. Sin embargo, los títulos, los ascensos, los hombres más mayores, el poder, todo eso se convierte en un obstáculo”, insiste Karikó, quien aclara que no solo los hombres priorizan el poder al progreso, aunque reconoce que “han tenido más tiempo para practicar ejerciendo el poder”.
Sin embargo, la lucha de egos desaparece cuando se pasa del entono académico al empresarial, pues a las farmacéuticas “no les importa en cuantos comités estás incluida o cuantos artículos has publicado. Lo que importa es dar con un producto que produce un efecto. El ego desaparece. Es mucho mejor”. Un resultado que llegó tras décadas de trabajo junto a Weissman, a quien conoció en 1997, dos años después de ser diagnosticada con cáncer. Juntos descubrieron cómo introducir ARNm en las células sin provocar reacciones inmunes graves y crearon la base de las vacunas Pfizer y Moderna.