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¿Por qué se dice 'Jesús' al estornudar y cuál es el origen de esta costumbre en España?

La tradición nació en la Antigua Grecia para evitar la entrada de enfermedades y malos espíritus. Entonces se usaban otras expresiones como "¡Zeus te salve!".

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¿Por qué se dice 'Jesús' al estornudar y cuál es el origen de esta costumbre en España?

Cada vez que una persona estornuda, otra que está cerca dice "Jesús" o "Salud". Es un acto que tenemos totalmente normalizado e integrado en nuestro día a día, pero si nos detenemos a pensarlo es muy curioso. El uso de esa expresión cada vez que alguien estornuda forma parte de un protocolo social, pero no lo decimos solo por tradición, también lo hacemos por educación, independientemente de si conocemos o no a la persona que ha estornudado.

Lo aprendemos desde niños, lo vemos en nuestros padres o en el resto de personas y lo imitamos. Exclamar una palabra o frase es una costumbre muy arraigada en nuestra sociedad que se arrastra desde hace miles de años. 

¡Que Júpiter te conserve!

En la Antigua Grecia estaban convencidos que el estornudo era un medio por el que los malos espíritus y las enfermedades se metían en nuestro interior, por lo que después de escuchar un estornudo los griegos exclamaban cosas como "¡Que Júpiter te conserve!" o "¡Zeus te salve!" para proteger a la persona que estornudaba. Esta tradición también la realizaban los romanos, que gritaban "¡Salve!"

¡Jesús!

Con la introducción del cristianismo, esta costumbre se modificó un poco y se le añadió una nueva connotación negativa al acto de estornudar: la entrada del diablo. España siempre ha estado muy ligada al cristianismo y a la iglesia por lo que se adoptó esta costumbre y para evitar que el diablo se metiera dentro de la persona que había estornudado se decía "¡Jesús!" varias veces seguidas y con el paso del tiempo se quedó en solo una. 

Sin embargo, también hay muchas personas que prefieren decir "¡salud!" tras escuchar estornudar a alguien. Es una forma de desear que no caiga enferma y de continuar con esa tradición desde fuera del cristianismo, ya que es la fórmula que emplean las personas que no son creyentes.