Una española descubre una nueva vía para combatir la COVID-19
La combinación de dos medicamentos impide que el SARS-CoV-2 se extienda hacia más células atacando a las ya infectadas y no directamente al virus.
Una investigación liderada por la navarra Nerea Irigoyen ha hallado que la combinación de dos fármacos reduce la propagación del SARS-CoV-2 hasta en un 99,5%. Los medicamentos atacan sobre las células humanas que ya han sido infectadas y no directamente sobre el virus impidiendo que este genere resistencia, informa Heraldo de Aragón.
El estudio, publicado PLOS Pathogens, encuentra que estos dos medicamentos, denominados Ceapin-A7 y KIRA8, son “muy específicos” para frenar la “respuesta de proteína desplegada”, que es, según la explicación de la viróloga al periódico, “una vía de señalización de tres puntas que, justamente, es necesaria para que el virus pueda replicarse”.
Irigoyen explica que, gracias al fármaco desarrollado, "el virus dejaba de replicarse dentro de la célula casi por completo, lo que significa que la infección no pudo extenderse a otras células”, lo cual “tiene un gran potencial como estrategia antiviral contra el SARS-CoV-2”. Se trata de una “primera línea de defensa que frena la infección al principio y da tiempo a que el sistema inmunitario reaccione”.
El problema de los medicamentos que tratan directamente el virus, como el remdesivir, es que pueden generar resistencia y volverse inocuos. La viróloga afirma que su equipo cree que “no solo reducirá la carga viral en la célula, sino la patología que crea la infección”, por lo que la enfermedad generaría síntomas más leves.
En busca de financiación
Ahora el equipo busca financiación con el objetivo de probar el fármaco en ratones, pues, de momento, la investigación se ha realizado en cultivos de células humanas. “Queremos ver qué pasa en cultivos primarios de pulmones y probar los fármacos en ratón, para ver su eficacia y su grado de toxicidad en un organismo real”, señala.
El siguiente paso sería buscar el impulso económico de una farmacéutica con los que se puedan financiar ensayos clínicos con seres humanos. Aunque avisa de que “a no ser que hubiera otra emergencia sanitaria que lo acelerase, un nuevo fármaco tarde entre cinco y diez años en llegar al mercado”.
El estudio se ha llevado a cabo en solo tres meses, ya que los restantes seis han sido de revisión del artículo, cuya publicación ha sido una “liberación”. La investigación se valió de los estudios previos en el virus del zika siendo la principal dificultad “redirigir la financiación” para investigar el coronavirus.