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NutriScore: qué es, cómo funciona y por qué ha generado tanta polémica el semáforo nutricional

Nutricionistas y expertos de la alimentación han criticado este sistema de etiquetado europeo que se va a implantar en España en los próximos meses.

NutriScore: qué es, cómo funciona y por qué ha generado tanta polémica el semáforo nutricional
EFE

En España ha generado mucha polémica en las últimas semanas el sistema de etiquetado nutricional europeo conocido como NutriScore. Sobre todo, por la baja nota que han recibido productos como el aceite de oliva virgen extra o el jamón ibérico, alimentos 'sagrados' en nuestro país.

Este sistema es un etiquetado frontal de perfil global que hasta el momento se había utilizado en Francia y que llegará a España en los próximos meses, no siendo el único país con el deseo de implementarlo. Ahora es voluntario, pero será obligatorio. Se utiliza para atribuir a cada producto puntos positivos o negativos en función de la cantidad de fibra, proteína, calorías, azúcares, sodio o grasas saturadas que contienen por 100 gramos de producto. Es decir, nutrientes favorables y desfavorables.

Toda esa información se procesa y es un algoritmo el que pone la puntuación final. Y con esta nota se crea un perfil nutricional global de los productos, visualizado en un gráfico con forma de semáforo. Va de la letra ‘A’ a la ‘E’, y cada una tiene un color, desde el verde hasta el rojo. En total, cinco letras y sus respectivos cinco colores, siendo la ‘A’ y el verde la categoría para productos más saludables. Así, el consumidor puede elegir mirando la calidad nutricional y diferenciar según la marca.

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¿Qué productos llevan este etiquetado?

Según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), este sistema sirve para clasificar los productos procesados envasados. Dicho de otra manera, no estarían incluidos los siguientes:

Alimentos exentos del etiquetado NutriScore

  • Productos frescos: carnes, pescado, frutas verduras, legumbres
  • Productos de un solo ingrediente: vinagre, miel, aceite de oliva (siempre que no estén procesados)
  • Café, té, infusiones de hierbas y frutas
  • Alimentos directamente suministrados por el fabricante o tiendas de minoristas en pequeñas cantidades (como los platos preparados)
  • Alimentos que se venden en envases de menos de 25 cm2: chocolatinas, chucherías, barritas de cereales
  • Las bebidas alcohólicas

Los motivos de la polémica generada en España

Este proceso de etiquetado ha provocado las críticas de nutricionistas y expertos en alimentación españoles porque productos muy valorados en España como el jamón ibérico o el aceite de oliva virgen extra salen perjudicados, ya que están compuestos por solo un ingrediente. El aceite, en concreto, tenía una ‘D’ roja.

Por este motivo, desde el Ministerio de Consumo se anunció a comienzos de mes que se pretendía sacar al aceite de oliva del sistema, y esa es la razón por la que finalmente el aceite sí está incluido entre los productos exentos de etiquetado. Además, se ha consensuado que es una grasa saludable. Con el jamón podría pasar lo mismo, ya que se podría adaptar el NutriScore a la dieta mediterránea.

Según los expertos, aunque es una “buena herramienta” para ayudar a los consumidores a realizar una compra saludable, también se debe exigir que esté adaptado a los hábitos alimentarios de la población. Según la presidenta de la Federación Española de Sociedades de Nutrición, Alimentación y Dietética (FESNAD), Ascensión Marcos, se hacen los cálculos “sin considerar la porción ni la frecuencia con que se consume dicho producto en la dieta, que es algo fundamental a tener en cuenta”. Y en el caso de España, no se tendría en cuenta la dieta mediterránea.

¿Qué se propone como mejora?

Para la FESNAD, no se tiene en consideración el procesamiento de los alimentos, la calidad y procedencia de las proteínas, la cantidad y calidad de la grasa, las vitaminas o la cantidad de nutrientes en conjunto. Tampoco las necesidades específicas de cada grupo de población con carencias nutricionales y no se pueden comparar bebidas con alimentos.

Por otro lado, se ha advertido sobre la tremenda ambigüedad que hay. Por ejemplo, las patatas que vienen en bolsas listas pare freír tienen una clasificación ‘A’ (no se tiene en cuenta que hay que freírlas después), los yogures azucarados o los churros congelados tienen la letra ‘B’, y en cambio frutos secos como los anacardos tienen la letra ‘C’.

Mientras tanto, los creadores del algoritmo han defendido su modelo, afirmando que las grandes multinacionales salen mal paradas y que es un sistema sencillo, visible y necesario.