En plena pandemia, con el sector turístico como uno de los más castigados, el Hotel Playa del Sol, en el municipio grancanario de San Bartolomé de Tirajana, ha obrado un auténtico milagro: mantener una ocupación que roza el 100%. La estrategia para alcanzar este logro ha sido mezclar el ocio y el trabajo con un nuevo concepto hotelero. “Hemos conseguido llenar gracias a que hemos bajado los precios y que nos hemos especializado en los teletrabajadores”, explica en la Cadena Ser Miguel Fariña, director comercial del hotel.

El Playa Sol ofrece una propuesta casi irrechazable: teletrabajo desde la piscina, con toda comodidad y a 25 grados en invierno. Así es como ha conseguido atraer a los nómadas digitales, artífices de una ocupación del 98% en plena crisis y una previsión similar para marzo en un complejo que, con 140 habitaciones, ha sabido adaptarse a las nuevas necesidades de los trabajadores en tiempos de COVID-19.

El hotel ofrece sus habitaciones, recién reformadas, con una estancia mínima de un mes. “Los precios oscilan entre los 850 y los 700 euros mensuales”, cuenta el director. No obstante, aclara que “prácticamente no incluimos ningún servicio extra porque hay que reducir los costes. Antes del coronavirus hubiera sido impensable que llegáramos a estos precios, pero las circunstancias excepcionales que vivimos requieren medidas excepcionales”. Aun así, han mejorado las instalaciones, con una mejor señal wifi y working areas: “Nos exigen 30 o 40 megas, que ahora mismo se los podemos ofrecer porque hay pocos hoteles abiertos por la zona”, Además, trabajan en un servicio de comida para que el cliente no tenga que preocuparse de cocinar, en un trabajo de escucha activa de las necesidades de su cliente.

Medidas de seguridad

De momento, el hotel no ha detectado ningún contagio gracias al control que llevan de sus clientes. Primero, todos ellos deben aportar una PCR negativa para poder realizar el check-in. Una vez hospedados, deben hacer uso de “una tarjeta para poder usar el ascensor del hotel y acceder a las habitaciones y de una pulsera para poder transitar por las zonas comunes, como la piscina”. Así evitan también los problemas de control que sufrieron durante el verano: “Al ser uno de los pocos grandes hoteles que estamos abiertos en Playa del Inglés, veíamos que se nos colaban muchas personas que no se hospedaban y no teníamos un registro de sus nombres ni de su estado de salud”.

Huéspedes de varios países

“Si antes teletrabajaban tres millones de personas, ahora lo hacen 30 millones”, asegura Fariña en declaraciones a Efe. De ahí que la apuesta por este negocio fuera “decidida y firme”. Una apuesta que, sin duda, ha salido a las mil maravillas, pues el hotel recibe huéspedes de multitud de países: “Tenemos a gente de Reino Unido, de Francia, de Alemania, italianos, alguno de Suecia... es un popurrí de nacionalidades”.

Lo cierto es que resulta difícil no elegir trabajar en las condiciones que ofrece el Playa del Sol, especialmente en estos momentos marcados por las restricciones de movilidad. “En Tarragona ya hago trabajo en línea desde hace muchos años, pero para estar confinado allí me vengo a la isla y tengo sol, una buena piscina y playa los fines de semana”, cuenta Shawn Volesky, catalán de familia norteamericana.

Por su parte, Kimmo Gronlund, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Finlandia, ha decido dar clases por videoconferencia desde este hotel. En su país ahora mismo están a 10 grados bajo cero, por lo que la posibilidad del teletrabajo que ha nacido con la pandemia le ha dado la oportunidad de impartir su docencia desde una piscina, con cielo azul y clima casi veraniego.