CIENCIA

Una galaxia oculta es descubierta en la Vía Láctea

Se trata de una “galaxia fósil” que no había sido detectada hasta el momento y que ha sido denominada como ‘Hércules’ por su inmortalidad.

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Danny Horta DARRINGTON ESA/GAIA, SDSS

Cada vez que aparece un nuevo descubrimiento, deja claro que aún quedan muchas cosas por descubrir más allá de los límites de nuestro planeta. En este caso, el nuevo hallazgo ha sido el de una galaxia que no se había visto hasta ahora y que debió ser absorbida hace cerca de 10.000 años. Ha recibido el nombre de ‘Hércules’ y se encuentra en nuestra propia galaxia.

Un equipo de astrónomos, que se han encargado de analizar los datos del Experimento de Evolución Galáctica del Observatorio Apache Point (APOGEE), enmarcado dentro del proyecto Sloan Digital Sky Survey, han sido los encargados de descubrir esta nueva galaxia, que se encontraba escondida en las profundidades de la Vía Láctea.

Según la publicación que han hecho en Monthly Notices of the Royal Astronomical Society, se trataría de una “galaxia fósil”, que pudo haber chocado con la Vía Láctea hace miles de años cuando esta todavía era joven, y al no morir en todos estos años ni en ese instante, es decir, en honor a su inmortalidad, es por lo que ha sido bautizada como ‘Heracles’, que era el antiguo héroe griego con ese don.

¿Cómo es esta nueva galaxia?

Ha sido ubicada cerca del centro de la Vía Láctea, y representa un tercio del halo esférico de la misma, que tiene la mayoría de sus estrellas. Según los investigadores, la construcción de nuestra galaxia fue al revés de la manera general en la que surgen las galaxias. En este caso, al ser de dentro a fuera, para hallar sus primeras fusiones había que examinar con mucho detalle zonas muy profundas del halo, que ha sido donde se ha encontrado a ‘Hércules’.

Y es que como las galaxias se van construyendo a base de fusiones de galaxias más pequeñas, poco a poco, los remanentes o restos suelen quedarse en los halos exteriores, que no era este caso. “Como nuestro hogar en el Universo, la Vía Láctea ya es muy especial para nosotros. Pero esta antigua galaxia enterrada en su interior la hace aún más especial”, afirma Ricardo Schiavon, de la Universidad John Moores de Liverpool.

El hecho de ser un tercio de la masa del mencionado halo implica que esa antigua colisión debió ser muy relevante y muy grande en su momento. Esto supone también una diferencia entre la Vía Láctea y el resto, que suelen tener unos primeros momentos mucho más tranquilos, frente a este tipo de colisiones poco corrientes.

Un descubrimiento tardío para el tamaño que tiene

Pese a lo grande que es, que no haya sido encontrada hasta hora se justifica por su ubicación, que como ya se ha dicho no se encontraba en el exterior sino en las profundidades. “Examinar esa cantidad tan grande de estrellas para encontrar las que resultan inusuales en el densamente poblado corazón de la Vía Láctea”, explica Danny Horta, autor principal de la investigación, que era la clave, y añade: “Es como buscar agujas en un pajar”.

El APOGEE, cuyos datos han sido los analizados por los astrónomos, trabaja con la luz infrarroja cercana a las estrellas, y no con la luz visible que emite oscurecida por el polvo. Por ello, este instrumento puede acceder a aquello que está más allá de esa barrera de polvo. “APOGEE, sin embargo, nos permite atravesar ese polvo y mirar más profundo que nunca en el corazón de la Vía Láctea”, cuenta Schiavon.

Este experto, uno de los autores del estudio, analiza la dificultad del hallazgo: “Para encontrar una galaxia fósil como esta tuvimos que observar la composición química detallada y los movimientos de decenas de miles de estrellas. Y eso es algo especialmente difícil de hacer con las estrellas del centro de la Vía Láctea, porque están ocultas por densas nubes de polvo interestelar”.