Por qué es positivo que el coronavirus se vuelva más contagioso
El coronavirus es catalogado por expertos como poco agresivo pero muy contagioso y sus mutaciones juegan un papel muy importante de cara al futuro.
Siete meses después del inicio de la pandemia, el coronavirus ha provocado más de 30 millones de contagios en todo el mundo y se ha cobrado la vida de más de un millón de personas. Además, ha provocado devastadoras pérdidas en la economía de muchos países y ha saturado los sistemas sanitarios de todo el mundo. Ahora, el planeta pasa por una segunda ola del coronavirus con la llegada del otoño y la bajada de temperaturas en gran parte del mundo.
Sin embargo, la ciencia guarda una buena noticia para todos: los virus tienen a ser más agresivos en el momento de su aparición pero, con el paso del tiempo, cada vez va perdiendo más fuerza. Así lo analiza la BBC en un artículo reciente, acompañado con un video explicativo en el que indican los tres factores que se deben tener en cuenta para que esto suceda: la agresividad del virus, su capacidad de contagio y sus mutaciones.
La agresividad del virus y su capacidad de contagio
Todos los virus operan igual, pero lo que los diferencia unos de otros es el ritmo con el cual van contagiando a otros individuos. “Un virus que surge en un lugar del planeta que al instante liquida a su primer o segundo hospedador, es un virus muy agresivo. Si las defensas no pueden hacer nada, es terrible para esas dos personas, pero es incapaz de generar una pandemia”, explica el doctor en genética y biología celular español, Miguel Pita.
Con esto, Pita apunta que la agresividad del virus hace que sea limitado en su capacidad de contagio. “Lo que deducimos y observamos es que si el virus es muy agresivo, normalmente es menos contagioso. Rápidamente deja maltrecho al hospedador y él no va a trabajar, no va en transporte público y la gente se contagia menos”, añade el doctor, aunque explica que la misma situación se puede dar de manera inversa: “Sin embargo, si el virus hace eso mismo pero despacio, gana en capacidad de contagio normalmente. Entra en tus células pero puedes seguir yendo a trabajar mañana, porque va poco a poco. Si no te pones muy enfermo también irás al día siguiente y la semana siguiente. El virus sigue haciendo lo mismo que uno agresivo, pero va poco a poco y maltratando menos, inconscientemente, a su hospedador”.
Es aquí donde se encuentra la correlación entre la agresividad del virus y su capacidad de contagio. Por ello, cuando más agresivo sea, menos contagios provocará. Sin embargo, cuanto menos agresivo, más contagio se darán. El coronavirus se encuentra más cerca de esta categoría, a pesar de haber provocado más de un millón de muertes en todo el mundo, por lo que no se entiende su baja agresividad. Lo cierto es que mucha gente lo ha superado sin síntomas o incluso lo habrán pasado sin saberlo. De hecho, su tasa de mortalidad ese encuentra entre menos del 0,1% y el 25%, mientras que la del bola está en torno al 50% -incluso con brotes que alcanzaron el 90% de muertes-.
Tasa de mutación de los virus
Es la razón por la que el coronavirus cada vez se volverá, con paso del tiempo, menos agresivo y también cada vez más presente en nuestra vida diaria. Estas mutaciones con cambios que se proceden por error. Son muchas las copias que los virus hacen de sí mismo dentro de cada una de las células infectadas de un organismo, por lo que los errores son cada vez más frecuentes. De hecho, desde que se detectó el primer caso de coronavirus, expertos y científicos han registrado ya hasta 12.000 mutaciones diferentes en su genoma.
Unas mutaciones que pueden hacer que las nuevas generaciones del coronavirus sean más, igual o menos agresivas que el que ya conocemos, sin embargo, algunas variantes tienen más probabilidades de imponerse ante el resto y trasmitirlo en mayor medida por la población. Pasará algo parecido a la gripe. El coronavirus pasará a infectarnos lo suficientemente poco como para dejar a un lado las mascarillas y otras medidas de seguridad. Eso sí, no desaparecerá, pero tendremos que aprender a vivir con él.