CORONAVIRUS

Los expertos desaconsejan las mascarillas de tela: "Son como los preservativos de ganchillo"

Varios hospitales españoles ya han prohibido acceder a sus instalaciones con ellas puestas debido a la imposibilidad de controlar su homologación.

Los expertos desaconsejan las mascarillas de tela: "Son como los preservativos de ganchillo"
Salvador Sas EFE

Las mascarillas son un elemento fundamental para contener los contagios de COVID-19. Por eso, a hora de comprarlas, es muy importante saber distinguir entre las que son eficaces y las que nos producen una peligrosa sensación de falsa seguridad. Para ayudar a aclarar estas cuestiones, el ministerio de Sanidad recomienda el uso de mascarillas higiénicas para las personas sanas, las quirúrgicas para los positivos y las EPI para sanitarios o para quienes estén en contacto con personas contagiadas. Eso sí, todas ellas tienen que tener un factor común: estar fabricadas bajo la normativa UNE (antigua AENOR) que define desde el tipo de material hasta el diseño, pasando por el modo de confección o el marcado.

Esto quiere decir que las famosas mascarillas de tela a las que se incorpora un filtro no son válidas porque no están homologadas. Mila Domingo, una farmacéutica de Alzira (Valencia), llegó a afirmar hace unos días que “son como los preservativos de ganchillo” para reflejar su baja efectividad. Además, la sanitaria recordó que el tamaño de poro de este tipo de mascarillas “es muy superior al del virus, así que si estamos en contacto con el coronavirus lo vamos a inhalar tal cual” e insistió en que “si todos llevásemos mascarillas quirúrgicas, no nos contagiaríamos porque todos llevamos la protección de no contagiar pero, si hay gente que lleva mascarillas que no valen para nada, no solo se contagian ellos sino que, además, contagian a los demás”.

Por su parte, Alfredo Corell, catedrático de Inmunología por la Universidad de Valladolid avisa en la Cadena Ser de que existen tres vías de contagio del virus, “aunque en un primer momento se creía que eran solo dos”: a través de las gotículas que se exhalan por la respiración y la del contacto con objetos en los que se podían haber depositado estás gotitas con el virus. Hace pocas fechas, a petición de un grupo de más de 200 expertos, la OMS ha reconocido que hay una tercera vía: los aerosoles.

Vetadas por los centros sanitarios

La primera ola de la pandemia golpeó con mucha fuera en los hospitales y centros de salud, donde el coronavirus entró sin control y puso en peligro a pacientes y personal sanitario. Por eso, con el fin de proteger a estos colectivos, varios hospitales y centros sanitarios de toda España han comenzado a vetar el uso de mascarillas de tela en sus instalaciones. Es el caso del Servicio Vasco de Salud, que las ha prohibido en centros de Guipúzcoa y Vizcaya, a la vez que ha comenzado a repartir mascarillas quirúrgicas a la entrada de los mismos. A esta iniciativa se han sumado también hospitales de Galicia, Salamanca o Valencia.

Una decisión que viene motivada por la imposibilidad de controlar que estos elementos se encuentren homologados o que no se utilicen un tiempo superior al recomendado.

Hay que ajustar bien la mascarilla

Las mascarillas retienen las gotículas que expulsamos al hablar o respirar. Como quedan retenidas, dice Corell “su principal indicación es para proteger a los demás de mí, en el caso de que yo estuviera contagiado”. Recientemente la OMS ha reconocido que el virus se puede transmitir también en gotas mucho más pequeñas que pasarían ese filtro. “Pero, al llevar todos mascarilla, aunque nos lleguen estos aerosoles, que pueden traspasar la protección de nuestro interlocutor, también existe un efecto barrera de mi propia mascarilla que me va a proteger a mí”, añade.

Parece ser que este efecto filtro de inhalar el virus tamizado por la mascarilla, produce que las personas tengan una buena respuesta inmunitaria y pasen la enfermedad sin síntomas al recibir menos carga viral. “Para llegar a esta conclusión han utilizado la misma lógica de la variolización, la precursora de las vacunas actuales”. Por eso es esencial su uso.

En cambio, casi más relevante que llevar la mascarilla es colocarla bien. “De nada vale llevarla si no está bien colocada, tapando tanto la nariz como la boca y bien ajustada en todos sus extremos para que no haya ningún lugar de paso del aire”, expone Correll. Así el inmunólogo advierte de que muchos hacen un uso inadecuado al doblar las gomas al contrario para que la mascarilla resulte más cómoda y salga el aire por los lados.