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NUTRICIÓN

Equiparan el valor nutricional de varios insectos al del aceite de oliva o zumo de naranja

Algunos insectos comestibles son una excelente fuente de proteínas, ácidos grasos poliinsaturados, minerales, vitaminas y fibra a la altura de otros alimentos clásicos.

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Es una realidad. El mercado de insectos comestibles y su consumo está en auge en los últimos tiempos en Europa -en Suiza, Francia, Holanda, Reino Unido o Bélgica ya existe una auténtica industria que los explota- y Estados Unidos. Aunque no es una moda o un fenómeno nuevo ya que en muchos países como México, Tailandia, China o Brasil, es una costumbre bastante arraigada.

Lo que sí es cada vez más frecuente es que surjan nuevas investigaciones que respalden su consumo por cuestiones nutricionales y sostenibles. Es el caso de una nueva investigación a cargo de expertos de la Unievrsidad de Teramo (Italia), que concluye que algunos insectos comestibles son una excelente fuente de proteínas, ácidos grasos poliinsaturados, minerales, vitaminas y fibra a la altura de otros alimentos clásicos, en este caso, el aceite de oliva o el zumo de naranja.

Los resultados del estudio, publicados en la revista ‘Frontiers in Nutrition’, indican que que el gusano de seda, la cigarra gigante y la oruga africana tienen hasta el doble de los valores antioxidantes del aceite, mientras que los saltamontes y los grillos contienen hasta cinco veces más que los del zumo de naranja. El análisis también arrojó que un saltamontes aporta 559 kilocalorías por cada 100 gramos, un gusano de seda 487 kilocalorías, una tarántula 450 y una hormiga negra 329.

"Al menos dosmil millones de personas comen insectos regularmente. Son una excelente fuente de proteínas, ácidos grasos poliinsaturados, minerales, vitaminas y fibra, pero hasta ahora ninguno los había comparado en términos de actividad antioxidante con alimentos funcionales clásicos como el aceite de oliva o el zumo de naranja", explica Mauro Serafini, profesor de Nutrición Humana.

Limitaciones del estudio

Quizá la principal limitación del estudio hace referencia a que se realizó in vitro por lo que el contenido de antioxidantes se refiere al extracto acuoso y lipofílico obtenido de cada insecto y no a lo que realmente le sucede a nuestro cuerpo después de ingerir insectos comestibles, que supondrá el siguiente paso para los investigadores.

No obstante, los insectos e invertebrados comestibles representan una fuente potencial de nutrientes inexplorados con bajo impacto ecológico, con una eficiencia antioxidante relacionada con su taxonomía y hábitos alimenticios. Se necesita más evidencia para comprender si la práctica de comer insectos e invertebrados podría contribuir a modular el estrés oxidativo en los seres humanos y la identificación de sus ingredientes bioactivos, pero los hallazgos son “prometedores”.