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La caída en picado de Moby: alcohol, drogas, orgías, depresión e intentos de suicidio

El músico neoyorquino llegó a estar en la cima gracias a su disco Play, pero la fama acabó por llevárselo por delante en una espiral de autodestrucción que casi le cuesta la vida.

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Scott Dudelson Getty Images

Era un alcohólico solitario y quería desesperadamente amar a alguien y ser amado a cambio. Pero cada vez que intentaba acercarme a otro ser humano, tenía ataques de pánico paralizantes que me mantenían aislado y solo. Tuve unos cuantos años exitosos gracias a la música y vendí decenas de millones de discos, pero mi carrera cambió. No pude encontrar el amor o el éxito, así que traté de comprar la felicidad”.

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La historia de Richard Melville Hall (Harlem, Nueva York, 1965), más conocido como Moby, da para que fluyan ríos de tinta si atendemos al hecho de que acaba de publicar el segundo volumen de su autobiografía 'Then It Fell Apart'. El primero, publicado en 2016, 'Porcelain', ya daba muestras de una personalidad atormentada por una infancia carente de afecto, con un padre que falleció por conducir borracho cuando él tenía dos años, y una madre más pendiente de sus escarceos amorosos que de criar a su hijo.

Play (1999)

De algún modo, logró encaminar su vida y centrarse en la música. Es descendiente de Herman Melville, autor de Moby-Dick, y de ahí tomó el nombre con el que alcanzó el estrellato gracias a un disco, Play (1999), del que vendió más de 12 millones de copias y la publicidad o el cine se nutrieron hasta la saciedad durante mucho tiempo. Y comenzó el descenso a los infiernos.

A pesar de codearse con las altas esferas del mundo del espectáculo y con todo el ‘famoseo’ de la época, Moby deambuló por la primera década del nuevo siglo sin rumbo fijo. Drogas, alcohol, orgías con desconocidos, ataques de pánico y depresiones estaban a la orden del día hasta que en 2008 se asomó al precipicio después de ingerir “15 copas, cocaína por valor de 200 dólares y un puñado de Vicodin”. “Es como ser una bola de nieve rodando por una montaña. La bola de nieve puede haber empezado siendo pura, pero al final, está llena de palos, rocas y basura”, aseguraba en una entrevista a The Guardian.

Vegano y activista

Afortunadamente, en la actualidad Moby, que cuenta con 53 primaveras, es una persona diferente. Al menos más centrada. Ya rehabilitado, sigue vinculado a la música pero sin las pretensiones de antaño y es aficionado a la arquitectura y a la fotografía.

Es vegano, tiene un restaurante de comida vegana en Los Ángeles (Little Pine), donde reside, y los beneficios tanto de su restaurante como de sus libros los destina a la lucha por los derechos de los animales. El activismo, también el ecológico, es su nuevo estilo de vida. Moby ha dejado de caer en picado.