Ferran Adrià inspira la cerveza y el vino comestibles que arrasan en Europa
Una empresa portuguesa ha logrado transformar el vino y la cerveza en productos sólidos comestibles basados en la denominada ‘cocina molecular’ que impulsó el cocinero español.
¿Dónde está el límite de la gastronomía? A tenor de las noticias que nos llegan desde Portugal, parece que todavía estar por explorar ya que cada vez son más las iniciativas que pretenden sorprender nuestro paladar con propuestas tan arriesgadas como innovadoras. Sí, ahora la cerveza y el vino también se comen. Y la culpa la tiene un visionario español.
Y es que, gracias, entre otras cosas, a la influencia de la ‘cocina molecular’ acuñada por el cocinero catalán Ferran Adrià, que ha inspirado a Ruta Jasulaityte, chef lituana afincada en el país luso, ha sido posible crear estos productos innovadores para la firma Sapientia Romana, que ya los exporta a toda Europa en formato de caviar y mermelada, en el caso de la cerveza, y en trufas, chocolate, mermelada, caviar y sal, en el caso del vino.
Vino comestible
En 2015 se puso la primera piedra para que este novedoso proyecto fuera posible al lograr solidificar los primeros vinos, de variedades portuguesas como Porto y Alvarinho, mediante un proceso de reducción para que hierva lentamente el vino y una serie de técnicas, como la ‘esferificación’, que también lleva la firma de Adrià, que permitían hacerlo comestible.
Cerveza comestible
Más recientemente, gracias a la propuesta de la marca lusa de cervezas Super Bock, llegó el siguiente paso y la consolidación definitiva del proyecto. Con un proceso similar al empleado para solidificar el vino, fue posible también convertir la cerveza en un manjar que ha conquistado el mercado europeo. No en vano, lo siguiente será la elaboración de caviar y mermelada de con cervezas belgas por expresa petición de algunas marcas de ese país.
Todo empezó con el oro
La marca Sapientia Romana nació en 2014 bajo la denominación ‘Aqua Flavia’, en referencia al nombre romano de la ciudad de Chaves, cuyos vecinos son conocidos con el gentilicio de flavienses, y su primer producto con tintes innovadores fue la miel de oro, contenida en tarros de 120 gramos que incluyen una fina hoja de oro que supone el 1% del total.
Además, se trata de un producto muy apreciado por las propiedades antiinflamatarorias que se le atribuyen al oro comestible, que los alquimistas romanos empleaban para tratar algunas dolencias de las articulaciones.
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