Este fin de semana ha fallecido el jugador croata Bruno Boban, delantero del Marsonia. Una jugada fortuita, sencilla, sin violencia, ni golpes brucos, acabó con su vida tras recibir un balonazo en el pecho que no le hizo siquiera inmutarse.

Al verlo en el suelo el árbitro se dio cuenta rápidamente de la gravedad e hizo entrar al campo a los servicios sanitarios, quienes trataron de reanimar al jugador durante 40 minutos. Boban, de 25 años falleció delante de sus compañeros.

Preguntamos al doctor Pedro Manonelles Marqueta, Presidente de la Sociedad Española de Medicina del Deporte. Cátedra Internacional de Medicina del Deporte de la UCAM y miembro de Top Doctors.

¿Es verdad que en ocasiones un golpe sencillo como este puede desembocar en un infarto?

No es exactamente así. Un golpe no es una causa de infarto de miocardio. Lo que si es cierto es que existe una causa de muerte súbita en el deporte, denomina conmotio cordis, que se produce cuando el deportista sufre un impacto importante (se ha dicho que puede suceder con un golpe sencillo, que si se interpreta como leve, no es cierto) en la zona precordial. Ocurre, por ejemplo, tras un pastillazo en hockey sobre patines, o en un golpe en kárate, etc.

La causa que provoca la muerte es una arritmia maligna, generalmente una fibrilación ventricular, por el impacto ocurre en un momento de inestabilidad eléctrica del corazón, que es la que desencadena la arritmia. Una peculiaridad de este cuadro, muy poco frecuente por cierto, es que sucede en corazones sanos y que es muy difícil de reanimar aunque se disponga de un desfibrilador.

Tal vez había una patología previa para este final...

Si se refiere al jugador croata, fallecido recientemente, no está nada claro que la causa de la muerte fuera una conmotio cordis. El impacto es, aparentemente, muy flojo y no fallece de inmediato, sino tras unos segundos. Al parecer se ha indicado en prensa que el jugador, presuntamente, tenía una aneurisma. En cualquier caso, mi opinión es que no parece una conmotio cordis y que presumiblemente tendría alguna patología, aunque él lo desconociera.