La Universidad de Alcalá publicó recientemente un estudio donde alertaba del aumento de los consumidores de tabaco de liar, multiplicándose por 11 los consumidores de este tabaco, frente al descenso del tabaco tradicional en cajetilla en un 17 %.

El precio es uno de los motivos fundamentales, el tabaco de liar es mucho más barato. Y la creencia popular de que el tabaco de liar es menos perjudicial. Nada más lejos de la realidad. Según el Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo(CNPT), el nivel de monóxido de carbono es un 30% más elevado en el cigarrillo de liar. Y los niveles de cotinina, un metabolito de la nicotina que queda en sangre tras haber fumado, son exactamente iguales para ambos.

Un dato a tener en cuenta, según informa la BMC Public Health , los fumadores de tabaco de liar tienen más del doble de probabilidades de desarrollar cáncer de boca, faringe o laringe. La creencia de que se fuma menos es real, el tabaco de liar hay que prepararlo, y eso hace que el ritual se prolongue. Los datos dicen que si en cajetilla se fuman una media de 27 cigarrillos, si tienes que liar los cigarros se fuman 17.

Ambos tabacos tienen nicotina, sustancia adictiva donde las haya, y ambos tabacos crean adicción. No es más sencillo dejar el tabaco de liar, es igual de difícil. El Ministerio de Sanidad y Asuntos Sociales ha lanzado la campaña #NotSmokingChallenge para que los más jóvenes, que se apuntan a todo tipo de retos (como el del cubo de hielo, el estar quietos en un vídeo en grupo…) se apunten también a este para 2018.