En un pañuelo
Vingegaard y Pogacar, mano a mano por el Tour. Entre ellos, 10″, con el resto a un mundo. “Hubiera firmado esta situación”, dice el esloveno.
“Son dos extraterrestres que parecen estar en un videojuego. Están ellos dos y después todos los demás”, dicen desde dentro del pelotón sobre Jonas Vingegaard y Tadej Pogacar. El pasado 1 de julio, en Bilbao, la previa de AS de la carrera tenía ‘El Tour más esperado’ como titular, y más de dos semanas después, la sensación sigue siendo la misma. El desenlace de la carrera, con a priori tres etapas decisivas para los favoritos de la general, es todo una incógnita.
Por un lado, la batalla mayor, la del maillot amarillo, con dos corredores de época. Tras las cuatro primeras etapas, Pogacar tenía una ventaja de 11 segundos sobre Vingegaard. Al quinto día llegó el gran golpe del danés, en la primera jornada de los Pirineos, dando la vuelta a la situación y aventajando en 53 segundos en la general al esloveno. Y al sexto día, cuando el Jumbo intentó el jaque mate… salió el mejor Tadej, dejando atrás a su rival, poniéndose a 25 segundos en Cauterets, que después bajaron hasta los 17 en el Puy de Dôme y a los 9 en el Grand Colombier.
La tendencia iba a favor del corredor de UAE, pero en Morzine se frenó. Es más, Vingegard ganó un segundo por las bonificaciones en Joux Plane y el famoso episodio de las motos que frenaron a Pogacar en la cima. Hasta la UCI llamó al UAE para pedirles disculpas. Cosas de la carrera. De este modo, el Tour llega a su último tercio con todo en un pañuelo: diez segundos de diferencia entre el vigente campeón y el doble ganador. Este lunes, en la jornada de descanso en los Alpes, Jonas Vingegaard, como hiciera en el anterior día de reposo, no hizo una conferencia con los medios. Únicamente su equipo difundió declaraciones suyas.
El que sí lo hizo fue su gran rival, un Tadej Pogacar que muestra optimismo: “Disfruto del duelo con Jonas. Le tengo mucho respeto”. El esloveno, que ayer tuvo la visita de sus padres (están haciendo buena parte del Tour en caravana) en Megève para que se llevasen los maillots blancos como mejor joven que tenía acumulados en el autobús, cree que hay margen suficiente para poder dar la vuelta a la carrera.
“Hubiera firmado estar en esta situación antes del Tour. Este año estoy algo más controlado. Cuando me muevo, lo hago al 100% para tratar de recuperar unos segundos”. Para su suerte, los problemas de muñeca que tuvo semanas atrás tras su operación ya son casi inexistentes: “Lo importante es que siento bien mis piernas y tal vez la frescura de estos meses sea útil para la última semana”. La contrarreloj de este martes, clave para ambos. Miércoles y el sábado, las dos etapas montañosas que terminarán de decidir el Tour. Todo en un pañuelo, con Carlos Rodríguez en otra gran batalla, la del podio.