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TOUR DE FRANCIA | ETAPA 4

Roglic pega primero

El esloveno gana en la primera meta en alto, Orcières-Merlette, en un grupo de 16 ciclistas donde entraron el otro favorito, Bernal; el líder, Alaphilippe, y Landa.

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Roglic pega primero

Primoz Roglic no llegaba tan mal. Las heridas del Dauphiné han cicatrizado. Esa es la principal conclusión, quizá la única, que se puede extraer del primer contacto con la montaña del Tour 2020. El esloveno ganó en Orcières-Merlette, lanzado por la apisonadora del Jumbo, el equipo que patronea la carrera, pero lo hizo al frente de un grupo de 16 corredores donde entraron casi todos los grandes favoritos, entre ellos el otro capo, Egan Bernal, y el español Mikel Landa. Sólo se echó en falta a Richard Carapaz, que llegó a 28 segundos. El líder, Julian Alaphilippe, no tuvo fuelle para luchar por la etapa, pero conservó el maillot amarillo. Habrá más batallas. Y esperemos que más fieras.

Orcières-Merlette no es un coloso alpino, 7,1 kilómetros al 6,7% de pendiente media, pero la leyenda de 1971 llena de épica sus rampas, aquel día que Eddy Merckx, por primera vez, tuvo que inclinarse ante un rival. Luis Ocaña, el español de Mont de Marsan, o el francés de Priego, lanzó un ataque largo en una etapa aún más corta que la de este martes, de 134 kilómetros, y sacó una minutada: 5:52 a Van Impe y 8:42 a un grupo con Zoetemelk, Petterson, Thévenet y el temible Caníbal. Era otro ciclismo, las cábalas se hacían con otros dígitos, y los ataques desde otras distancias, pero aun así fueron diferencias brutales. El Día Grande de Ocaña. Nada que ver con lo que ocurrió en este lejano 2020.

La primera llegada en alto o el primer puerto relevante de cada grande siempre es un termómetro, la respuesta a las múltiples preguntas que se agolpan en la víspera de la carrera y en los días iniciales de competición. ¿La ausencia del Ineos en cabeza del pelotón es un síntoma de debilidad de Bernal y Carapaz? ¿La presencia del Jumbo al frente del grupo demuestra la fortaleza de Roglic y Dumoulin? ¿El Movistar está tan mal como indican sus ínfimos resultados de la temporada? ¿Alaphilippe puede convertirse en un candidato tan pujante como en 2019? ¿Y Pinot? ¿Landa es una alternativa real al Tour? ¿Y los colombianos Quintana, Higuita, Urán, López, Martínez…? ¿Adam Yates es el gemelo bueno? ¿El futuro se llama Pogacar?

No hubo muchas respuestas. Prácticamente ninguna. El primer ataque lo hizo un viejo gallo, Pierre Rolland, que al menos sirvió para cribar un grupo que tenía más apariencia de llegada masiva que de etapa de montaña. Nadie más se movió hasta después de cruzar la pancarta de último kilómetro, la flamme rouge, cuando Guillaume Martin decidió romper el rodillo del Jumbo, que en ese momento encabezaba Sepp Kuss, igual que poco antes lo había hecho Van Aert. El intenso ritmo iba soltando uvas del racimo, nada que no se pueda neutralizar en los próximos días.

Roglic calculó su distancia y pegó el primer hachazo del Tour. Alaphilippe, hombre rápido, no discutió la victoria, pero mantuvo el maillot amarillo con 4 segundos sobre Yates y 7 sobre el ogro esloveno. En el grupo principal, formado por 16 ciclistas, demasiados para un escenario de los Alpes, también estaba el vigente campeón: Egan Bernal. Además de Landa, noveno en la etapa y 13º en la general, a 17 segundos. La misma desventaja que mantienen Nairo Quintana, PInot, Superman López, Dumoulin... Hay once ciclistas con ese tiempo. Pogacar está más cerca, a 11". Un pañuelo. Enric Mas llegó a nueve segundos, no tan mal, y aparece en la clasificación a 26". Mientras que Carapaz se alejó a casi medio minuto, eso fue lo más extraño. Pocas respuestas, apenas pelea. Y mucho Tour por delante. Otro ciclismo.