El equipo Deceuninck olfateó el viento y organizó la madre de todas las batallas. ¿Por qué? Pues porque son felices así. Donde otros ciclistas del planeta perciben una tortura, los belgas divisan una oportunidad. En sus filas no hay este año un corredor que luche por la clasificación general, pero no les importa demasiado, hasta es posible que lo prefieran. Su tierra de cultivo es otra, la de coleccionar victorias en todos los terrenos, sin necesidad de que haya una montaña por medio. Así lo hizo Philippe Gilbert este miércoles entre Aranda de Duero y Guadalajara, después de un espectáculo colosal de 214 kilómetros que pudo cambiar, o quizá ha cambiado, el rumbo de esta Vuelta a España 2019.

El Deceuninck reventó la carrera desde el inicio, animado por la ventolera, y metió a siete de sus ocho corredores en un numeroso corte de 47 unidades. El Movistar, muy atento a la jugada, colocó a cuatro ciclistas. Uno de ellos era Nairo Quintana, que ya estaba olvidado a más de siete minutos por los hombres que pelean por la general. Tendrán que volver a incluirle. Primoz Roglic, Tadej Pogacar y Miguel Ángel López se dedicaron a marcarse entre sí, mientras que Alejandro Valverde se quedó con ellos haciéndose el despistado. El colombiano, mientras, se rodeó de tres recios rodadores, de tres ibéricos con alma de belgas: Erviti, Rojas y Oliveira. Y abrieron trecho hasta hacer saltar las alarmas para el líder.

El corte llegó a alcanzar los seis minutos, con Nairo cada vez más cerca de un inesperado maillot rojo. Sus tres entregados compañeros se vaciaban en el grupo delantero, mientras que el resto de telefónicos alborotaban y enredaban en el grupo perseguidor para aislar a un Roglic cada vez más solo. El Astana de Superman vino finalmente al rescate. Primero descolgó a Gorka Izagirre, que iba por delante, y luego a Luis León Sánchez, que tuvo que sacrificarse a pesar de que aspiraba a la etapa. No le importó: es su trabajo. La labor del murciano resultó clave para mantener una desventaja razonable, que finalmente se paró en 5:29 minutos.

Nairo Quintana pega así un salto en la general para elevarse al segundo puesto, a 2:24 minutos de Roglic. A 2:48 permanece Valverde, por lo que el Movistar sitúa dos bazas en el cogote del maillot rojo para asaltar las dos etapas de las sierras de Guadarrama (jueves) y Gredos (sábado), dos jornadas con perfil de serruchos que han decidido Vueltas a España en el pasado. La ventaja todavía es notable para Roglic, pero la jugada de este miércoles le habrá metido el miedo en el cuerpo y le habrá creado inseguridades que antes no tenía.

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El remate de la vibrante jornada fue la victoria de Philippe Gilbert a un promedio cósmico de 50,6 km/h, con una hora y cuarto de adelanto sobre el programa previsto, que hizo justicia a la exhibición del Deceuninck. Hace una semana, cuando el belga triunfó en Bilbao, cruzó la meta enseñando los diez dedos de las manos, para celebrar su décima victoria en grandes vueltas. En Guadalajara ya no mostró nada, no le quedan más dedos. Sólo exhibió una alegría desbordada con una celebración en grupo junto a sus compañeros de equipo, satisfechos por el trabajo bien hecho y por el gran espectáculo de ciclismo.