LA RUTA DE LA VUELTA
Tamames resiste a Ocaña
Ocaña atacó en la subida a Montserrat en la Vuelta de 1970, pero el salmantino aguantó y se llevó la victoria en Igualada.
"Hemos perdido la Vuelta, pero hemos descubierto un campeón". Quien así hablaba era Luis Puig, entonces presidente de la Federación y posteriormente de la UCI, tras la edición de 1969. El vencedor había sido Roger Pingeon, por delante de Luis Ocaña, quien, a sus 23 años, había causado sensación.
Luis Ocaña ilusionó con su ataque en la 12ª etapa, Sant Feliú de Guíxols-Moyá, considerada como la jornada reina y aderezada por el frío. Pingeon actuó con serenidad ante el ímpetu de su joven rival, que reventó a 15 kilómetros y cedió tres minutos.
Ocaña, que acabó segundo aquella Vuelta, seguramente tenía en la cabeza esa jornada cuando un año después afrontó la etapa reina, la 12ª, con Montserrat como punto caliente antes de aterrizar en Igualada, un final que se repite hoy. El conquense, que ya había vestido el maillot amarillo en el prólogo de Cádiz, había anotado esa etapa para reconquistar la prenda y para dar un golpe definitivo a la general. Lo logró a medias. El ataque se produjo en Montserrat, donde comprobó con sorpresa que Agustín Tamames resistía el envite. En la cima, Luis se llevó el bonus de 10”, pero fue el salmantino quien ganó en Igualada. Esa bonificación decidió el maillot en favor de Ocaña, que acabó preocupado por la aparición de un rival inesperado.
Tamames accedió al liderato cuatro días después en Soria con la bonificación de Somosierra, pero sabía que debía aumentar la renta si quería tener garantías de mantenerse al frente tras la contrarreloj final de Bilbao. "Necesito dos minutos", calculó el salmantino, pero llegó con 8 segundos. Insuficientes. Ocaña ganó la crono, la Vuelta a España... Y su primera grande.