Barguil noquea a Landa en plena tensión por los abanicos
El francés, descontrolado por el nerviosismo y el viento, tiró a la cuneta al vasco, que perdió 2:09. Pinot y Fuglsang, cortados, cedieron 1:40. Ganó Van Aert.
Un lunes reservado normalmente a la primera jornada de descanso del Tour se convirtió en la etapa más decisiva de lo que llevamos de carrera. El viento entró a cuchillo en el pelotón para sajarlo en mil pedazos, en varios grupos salpicados por aspirantes a París. El nerviosismo es tan grande cuando se producen estos acelerones y estas fracturas, que no sólo se toman víctimas en los cortes, también hay quien rueda por los suelos cuando se escapa un codo, cuando intentas pasar por donde no entras, cuando alguien te cierra el hueco... No siempre caben todos.
En esta ocasión le tocó a Mikel Landa, que sí había tenido la habilidad y el oficio de meterse en el primer grupo, pero voló por los aires cuando Warren Barguil, fuera de control y desequilibrado tras chocar también con Julian Alaphilippe, tocó con el hombro al vasco y lo sacó de la carretera. Pidió disculpas. El parte de guerra fue nutrido. Thibaut Pinot, Jakob Fuglsang, Rigoberto Urán, Richie Porte y Bauke Mollema cedieron 1:40. Mikel Landa, Fabio Aru y el exlíder Giulio Ciccone se dejaron 2:09. Vicenzo Nibali, ya descartadísimo, perdió 5:04. Y George Bennet, que ocupaba la cuarta plaza de la general antes de la ventolera, pagó la novatada con 9:41 de demora.
El primer anuncio de batalla surgió a 60 kilómetros, cuando el Ineos y el Bora dieron un primer latigazo. Sin consecuencias. La película se repitió a falta de 40 km, con otro equipo al frente, el Education First, que irónicamente iba a caer más adelante en su propia trampa, cuando tomó las riendas el maillot amarillo en persona, Julian Alaphilippe, y descolgó a Rigoberto Urán. Junto al colombiano cayeron otros ilustres, con especial mención a Pinot, que había mostrado las garras en la primera semana del Tour, y a Fuglsang, que partió de Bruselas con los máximos galones. También Porte, Nibali, Ciccone… Y más atrás, mucho más atrás, el escalador neozelandés Bennett, fuera de sitio.
El Ineos y el Movistar se frotaban las manos, porque habían colocado a todos sus gallos delante. También el Deceuninck, con Alaphilippe y Enric Mas. Los tres equipos se aliaban en vanguardia para eliminar rivales. Por detrás, con más formaciones implicadas, consiguieron remontar y ponerse a una quincena de segundos, pero los generales se fueron quedando sin soldados y no fueron capaces de rematar cuando más cerca lo tenían.
De repente, la toma de televisión mostró a dos ciclistas del Movistar que se descolgaban y miraban hacia atrás, buscando a alguien. ¿Caída? ¿Avería? ¿Nairo? ¿Landa? El infortunio se cebó esta vez con el alavés, que descansará este martes con una penalización de 2:09 minutos, que le retrasa a 4:15 en la general. Landa había mostrado un ilusionante y poderoso golpe de pedal en la única cita con la gran montaña, en La Planche des Belles Filles. Una esperanza que se apaga y que le obligará en los Pirineos y en los Alpes a probar la heroica… O a escoltar a Quintana. No será el único que necesite atacar, el viento ha dejado muchos candidatos a la remontada.
La jornada culminó con un brillante esprint que ganó Wout van Aert, uno de esos ilusionantes jóvenes belgas, con perfil de clasicómano y especialista en ciclocross, que brotan en los últimos tiempos. Lo escribo pensando en Mathieu van der Poel, el nieto de Poulidor, otra sensación de la presente temporada, ausente en la ronda francesa. A sus 24 años, Van Aert ya tiene la primera en el Tour. No será la última.