Alaphilippe, otra vez de amarillo en la exhibición de De Gendt
El francés recuperó el liderato, el belga ganó heroicamente, Pinot metió tiempo a los gallos, Thomas se pegó un calentón y Nibali se desfondó.
La etapa salió de Mâcon, la localidad natal de Antoine Griezmann, justo un día después del anuncio de su fichaje por el Barça, en plenas turbulencias con el Atleti. Por esas casualidades… Sin embargo, en la salida no hubo ni rastro de apoyos al campeón del mundo con los Bleus, porque al borde de las carreteras del Tour, en julio, de quien más se habla en Francia es de Julian Alaphilippe, el ciclista que ha protagonizado la mayor gesta en lo que llevamos de carrera, el maillot amarillo durante tres días… Y el aspirante, también, a esta octava etapa de media montaña con siete puertos que conducían a Saint Etienne.
Alaphilippe cumplió con la expectación, no es ciclista que rehúya los retos. Como ya hiciera en su alarde del lunes, arrancó en la última subida, La Jaillère, que además escondía una bonificación extra. Esta vez no ganó la etapa, porque por delante se había destacado Thomas De Gendt, que se exhibió en la escapada del día. Heroico. Y esta vez tampoco se marchó en solitario, porque Thibaut Pinot aceptó el envite y se fue con su compatriota. Francia quiere el Tour 34 años después. ¿Quién se iba a acordar de Griezmann en un día así? Alaphilippe sí reconquistó el maillot, esa túnica que le había arrebatado dos días antes Giulio Ciccone por sólo seis segundos. Este domingo, en el Día Nacional, brillará de amarillo.
“¡Cómo no hemos podido venir antes por aquí!”, decía ayer Thierry Gouvenou a L'Équipe, el director técnico de una ronda que cumple 106 ediciones. Hasta el mítico Tour puede descubrir nuevos territorios. O, más bien, habría que decir que el Tour tiene más obligación que nadie de buscar y encontrar, de no dormirse en hábitos que muchas veces conducen al sopor. La red social Strava, donde exhiben sus recorridos muchos ciclistas del mundo, profesionales o no, y donde están inscritos más de la mitad de los participantes en la Grande Boucle, está siendo una de las fuentes de inspiración. La tecnología al servicio de la tradición.
Así se confeccionó un durísimo recorrido que salvaba 3.750 metros de desnivel acumulado. Para hacernos una idea, la etapa montañosa de La Planche des Belles Filles sumaba 3.950. Un escenario tan imponente reclamaba aventureros a su altura. Porque también entre los escapados habituales hay castas. Están los animosos como Yoann Offredo, que se ha fugado tres veces, pero siempre en trazados prácticamente llanos en los que el guion marca una resolución al esprint, salvo despistes. Este sábado se quedó descolgado a las primeras hostilidades. Y luego están los cazadores letales, gente como De Gendt, De Marchi, King o Terpstra, que fueron los que integraron la galopada de este sábado.
A la hora de la verdad, sólo De Gendt, que coronó en cabeza todos los puertos de la jornada, y De Marchi mantuvieron su chance, un pulso con un pelotón del que primero tiró el Sunweb, luego el Astana, y más tarde el Education First. Había ganas de probar algo, un recorrido así lo merecía. No es fácil neutralizar a estos galgos. De Gendt atacó en la última subida y se marchó en solitario, como más le gusta rodar. El belga disfruta cada kilómetro de escapada, que a menudo remata con éxito: tiene etapas en las tres Grandes y hasta un podio en el Giro.
Detrás se jugaba a otra cosa. A ganar el Tour. Geraint Thomas se pegaba un calentón para enlazar con los capos después de sufrir una caída; Vicenzo Nibali se desfondaba y perdía sus opciones a la general, si es que alguna vez las tuvo; y Pinot reconfirmaba que este año tiene piernas para asaltar París. Ya es tercero, a 53” de su compatriota, y el primero de los aspirantes reales, aunque me cuesta descartar de ahí todavía a Alaphilippe. De momento, él es el líder.