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TOUR DE FRANCIA

Dan Martin batió a Valverde y el sancionado Dumoulin cedió 1:10

El irlandés ganó con un ataque a 1,2 km. El español acabó tercero y cazó 4 segundos de bonificación. Dumoulin pinchó y se dejó 50" más un castigo de 20".

Dan Martin batió a Valverde y el sancionado Dumoulin cedió 1:10
AFP
ASTV

Los clasicómanos tampoco soltaron el mando en el Muro de Bretaña, la primera llegada en alto del Tour 2018. Ganó Dan Martin con un ataque a poco más de un kilómetro, fiel a ese estilo que ya le condujo a la victoria en la Lieja-Bastoña-Lieja de 2013. Alejandro Valverde, que aspiraba al triunfo en una subida apta para sus cualidades, se tuvo que conformar con la tercera plaza, con el premio extra de cuatro segundos de bonificación. Parecía una clásica de las Árdenas. El día anterior fue cuarto. Siempre está ahí, por piernas y por experiencia. Sigue competitivo a los 38 años, pero le falta esa explosividad de antaño. La ascensión no deparó muchas más diferencias: Chris Froome cedió cinco segundos con el grupo de los gallos y Rigoberto Urán se dejó ocho. Pero las averías sí golpearon a otros aspirantes con mayores daños: Tom Dumoulin y Romain Bardet.

El Tour se corre cada día, kilómetro a kilómetro. Sin tregua. Una caída, un pinchazo, un abanico… Un mínimo despiste o un golpe de mala suerte pueden hundir la preparación de meses, el sueño de años… La ruleta de la fortuna fustigó este jueves a otros dos candidatos al maillot amarillo, a Dumoulin y a Bardet, que cedieron inicialmente 50 y 28 segundos ante sus rivales de la general. Ambos sufrieron sendas averías en los seis kilómetros finales, cuando la carrera ya está lanzada, cuando está prohibido tocar los frenos… Dumoulin se ayudó del rebufo de un coche. El VAR, que también existe en el ciclismo, tenía trabajo: 20" más de sanción. En total: una pérdida de 1:10.

El Quick Step organizó un abanico a 102 kilómetros de la meta que estuvo a punto de cobrarse víctimas de peso.
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El Quick Step organizó un abanico a 102 kilómetros de la meta que estuvo a punto de cobrarse víctimas de peso.AFP

La lista de prisioneros pudo ser más amplia. A 102 kilómetros, el equipo Quick Step volvió a recordar al resto de tripulantes que las únicas jornadas de transición son las de descanso. Y a veces ni eso. Fue la vieja historia de los rodadores belgas montando un polvorín en el llano, sólo que esta vez los belgas tienen un líder colombiano para los sprints: Gaviria. Olieron el viento, apretaron el acelerador y sorprendieron en el corte a Mikel Landa, Nairo Quintana y Vicenzo Nibali. Tres piezas mayores. La cacería duró 11 kilómetros de incertidumbre y nervios, hasta que los perseguidores enlazaron. Aún quedaba un tercer grupo con Roglic. Una pieza menor. Así que los belgas no insistieron más. Cuando el esloveno empalmó, sufrió una caída. Aún debían temblarle las piernas del esfuerzo y del susto. Hay días en los que parece que es mejor no levantarse, aunque, con un poco de fe, siempre se pueden enmendar: al final acabó décimo.

Valverde, tan propenso otras veces a imprevistos, continúa siendo el único del tridente del Movistar que no cae en ninguna trampa. En esta sexta etapa entró arriba en el abanico, en la última cuesta… Todos los días se ha metido en el grupo delantero. Hubiera sido un buen remate esa victoria de etapa, justo en la misma fecha que se cumplían 13 años de su primer triunfo en el Tour, aquel que le arrebató a un pletórico Lance Armstrong en Courchevel. Con el tiempo no pudo confirmar su candidatura a París, tuvo que esperar a 2015 para subir al podio. Pero ahí insiste el murciano, incombustible, ajeno al debate sobre la jefatura del equipo y a esa polémica provocada por unas declaraciones de su director, José Luis Arrieta, buen técnico en carrera y mal relaciones públicas. Su apoyo explícito a Nairo Quintana molestó a Mikel Landa. El Movistar lo resolvió de puertas para dentro y lo negó de puertas para fuera. Un clásico. Mientras se apaga la primera crisis, Valverde sigue a lo suyo: “Ya somos mayores”.