Meersman aprovecha el vacío y Kwiatkowski es el nuevo líder
El belga de 30 años batió a Schwarzmann y Nielsen, dos desconocidos en las llegadas masivas, en el sprint de Baiona. El polaco, cuarto, se vistió de rojo.Vuelta a España: etapa 19 en directo
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Los mejores sprinters del mundo perdieron este domingo la oportunidad de ganar una etapa de la Vuelta a España. No de una carrera cualquiera, sino de una de las grandes. Los velocistas han ido dando la espalda a la ronda en los últimos años hasta dejar un vacío absoluto. Gianni Meersman, un veterano de 30 años, habitual lanzador en el Etixx-Quick Step, aprovechó ese agujero y se impuso a Schwarzmann y Nielsen, dos desconocidos en las pruebas importantes del calendario.
Los ilustres de la última recta alegan para borrarse de la competición española que hay demasiadas llegadas en alto. En concreto: diez. El año pasado, Mark Cavendish llegó a decir que “la Vuelta se ha convertido en una carrera estúpida". Cavendish fue el rey del sprint en el pasado Tour de Francia, donde dominó cuatro de los seis embalajes. No hubo más, porque Peter Sagan rompió la posibilidad del séptimo con un abanico junto a Froome en Montpellier.
Si echamos las cuentas sobre el recorrido actual de la Vuelta, encontramos cuatro opciones nítidas de sprint: la de este domingo en Baiona, más Peñíscola, Gandía y Madrid. A estas metas podrían también añadirse Lugo o Puebla de Sanabria, según se desarrolle la carrera. Es decir, entre cuatro y seis.
Pues bien, a los sprinters les parecen pocas, cuando la cifra en realidad es similar a la del Tour. El problema de los velocistas del estilo de Cavendish es que estaban mal acostumbrados a dominar la mitad de las etapas de las grandes vueltas, mientras que en las jornadas montañosas se subían (y se suben) plácidamente al autobús de cola.
La segunda etapa de la Vuelta coincidió con la Clásica de Hamburgo, una prestigiosa carrera del World Tour. Y allí estaban casi todos los sprinters. Venció Caleb Ewan por descalificación de Nacer Bouhanni. Ewan, por cierto, logró el año pasado su primer gran triunfo profesional en Alcalá de Guadaíra, antes de que se uniera al club de la alergia. También estaban en Alemania Degenkolb, Greipel, Kittel, Kristoff, Van Poppel, Nizzolo, Modolo... Casi todos los que son, menos Cavendish, Viviani y Gaviria, que han competido en la pista olímpica..
Todos ellos tienen este año una oportunidad de oro en el Mundial de Qatar, propicio para velocistas. Y, por lo visto, prefieren un calendario alternativo a la Vuelta para prepararlo, aunque más allá de Hamburgo no se otean carreras de gran nivel.
En el fondo, no nos engañemos, a los organizadores de la Vuelta tampoco les preocupan estas ausencias. No lo dirán en público, pero para Javier Guillén las llegadas masivas están de más. Su modelo es sustituir este tipo de etapa por cuestas o rampas que ofrezcan espectáculo al final, sin que maten la general de la carrera con grandes diferencias. La soporífera jornada dominical no hizo otra cosa que darle la razón, porque el pelotón se lo tomó con pausa y llegó con 25 minutos de retraso sobre el horario intermedio previsto. Sin nada reseñable salvo la fuga de Pichon, Naulleau y Benedetti, a los que luego se unió Gilbert, y las caídas finales de Lagutin y Anderson. Kwiatkowski, cuarto en la meta, es el nuevo maillot rojo, por delante de los murcianos Rojas (2º) y Valverde (3º).
El lunes y el martes cambiará el panorama con las metas en alto al Mirador de Ézaro y a San Andrés de Teixido. ¡Que lleguen ya! Y que viva la estupidez.