Ciclismo | Vuelta a España 2009 | 1ª etapa

Tarde de motos

Exhibición de Cancellara, primer líder. Los favoritos, en un puño

El estreno de la Vuelta 2009 se saldó con nota alta. Aunque todavía es pronto para evaluar el paso por los Países Bajos y aledaños (pinta bien), la novedad del circuito de motos resultó interesante y sirvió de aliciente para una primera etapa que no tiene otro objeto que ordenar el pelotón. La entusiasta respuesta del público adornó el evento y la victoria de una figura mundial como Cancellara nos dará la resonancia apetecida. Y si utilizo la primera persona del plural es para recordar que la Vuelta es nuestra, tanto como lo son los Sanfermines o los concursos de habaneras. Se admiten críticas y aquí no faltarán, pero debe prevalecer el deseo de conservar antes que el impulso de destruir.

Hecha esta proclama en favor de nuestro patrimonio deportivo, toca analizar lo sucedido, aun sabiendo que 4,8 kilómetros nos ofrecen una perspectiva limitada. Más que la victoria de Cancellara, que nos confirma su enorme categoría, conviene indagar en los corredores que le siguen. Para empezar, el belga Tom Boonen, otro ilustre. Su segundo puesto nos indica que la crono era un sprint largo, pero también apunta a la recuperación física y mental de este purasangre (campeón mundial, triple ganador de la París-Roubaix...) que ya acumula tres positivos por cocaína. Su reinserción será otra buena noticia para la Vuelta, especialmente en las etapas que vienen.

Hay que saltar al séptimo puesto para encontrarse con el primero de los favoritos, Vinokourov, a sólo 18 segundos del ganador y empatado a tiempo con dos de los principales candidatos al triunfo, Basso y Valverde. La coincidencia, además de sugerente, permite adivinar que el kazajo está metido en la carrera. Y no olvido que un segundo antes de este trío llegó Kreuziger, gran promesa del pelotón. Sólo le resta opciones el hecho de compartir equipo con Basso.

Algo más lejos, Samuel y Gesink se quedaron a 24 segundos de Cancellara, distancia prudente que los mantiene en segunda línea de playa. Si el vasco rodó ligero, el holandés lo hizo empujado por el público, que entendió que el Rabobank era la selección holandesa y Freire natural de Breda. Aún más lejos aparecieron los Schleck: Frank entregó 35 segundos y Andy 38. Como no son especialistas, seguiremos soñando con su implicación, pero mantenemos los pies en el suelo. Mosquera, lejos de su ambiente, rondó sus tiempos (+33).

El éxito del experimento se completó con el podio, y no me refiero a la figura que compuso el ganador, sino al estrado de cemento y metal. Aprovechando el cajón de los pilotos, la entrega de premios tuvo una solemnidad que le falta en ocasiones, cuando el escenario es un camión y el suelo una alfombra de hierba artificial.

Luego no faltó el humor. Cancellara subió cinco veces al podio y al final fue él quien hizo la ola al público por aguantar su desfile. El suizo fue presentado, sucesivamente, como ganador de la etapa, líder de la carrera, maillot blanco de la combinada, jersey verde de los puntos y portador del premio Renfe.

Bonificaciones.

Será bueno que Cancellara haya disfrutado del cambio de vestuario porque ni siquiera un ciclista de su talla tendrá fácil conservar tantos maillots. Las bonificaciones (20, 12 y 8) plantean el liderato como una pelea entre velocistas que estará aderezada por el viento y el aroma de las clásicas.

La organización se ha inventado una carrera distinta: no hay prólogos al uso ni etapas de transición. Hay circuitos, Holanda y sorpresas. Bien por nuestra Vuelta.

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