Ciclismo | Tour de Francia

Dos japoneses tiñen de exótico el Tour de Francia

En sus más de cien años de historia sólo otros dos ciclistas nipones han participado en la ronda gala

Dos ciclistas japoneses tomarán la salida de la próxima edición del Tour de Francia, un récord para una nacionalidad en la que hasta ahora sólo había aportado dos ciclistas a la ronda gala en sus más de cien años de historia.

Fumiyuki Beppu (Skil Shimano) y Yukiya Arashjiro (BBox) tratarán de lograr algo que ningún otro nipón ha conseguido nunca, acabar completo el recorrido del Tour de Francia. Antes que ellos, otros dos compatriotas lo intentaron sin éxito. El último en hacerlo fue Daisuke Imanaka, que lo intentó en 1996 en el equipo Polti. Pero el pionero fue Kisso Kawamuro, que lo intentó, sin éxito, en 1926 y 1927.

Beppu y Arashjiro vuelven al asalto, sabedores de que, más que nunca, se hablará de Japón en el pelotón de la ronda gala. Serán el toque exótico de una carrera que en las últimas ediciones se ha globalizado y acostumbra a los aficionados a poner toques de color en la piel de sus integrantes. El año pasado, tres sudafricanos hicieron hablar del continente negro, aunque los tres tenían la piel blanca. En esta edición, serán dos nipones los que pongan el toque de exotismo.

A sus 25 años, Beppu llega al Tour en su segunda temporada en el equipo holandés Skil Shimano, donde llegó procedente del Discovery Channel, y con la privilegio de ser el doble campeón nacional nipón, tanto en ruta como en la lucha contra el crono. Su equipo le ha seleccionado en su lista de nueve competidores para tomar la salida el próximo sábado en Mónaco, algo que no harán ninguno de los tres ciclistas chinos que figuran en su plantilla.

Procedente de un país de escasa tradición de ciclismo en ruta pero muy aficionado a la pista, Beppu vive a caballo entre su país y Europa, donde reparte sus estancias entre la ciudad francesa de Lyon y la holandesa de Hengelo. El nipón sabe que tendrá difícil destacar en las carreteras francesas más allá de por la curiosidad que provoquen sus ojos rasgados, pocas veces visto en el pelotón multicolor. Pero, si el próximo día 25 supera la cima del Mont Ventoux y está en condiciones para afrontar al día siguiente el paseo final por los Campos Elíseos, habrá logrado su objetivo.

Lo mismo le sucede a Arashiro, un año más joven, pero también más precoz, puesto que ganó el campeonato nipón un año antes. Además, el ciclista del Bouygues ya ha sumado una victoria en Europa, la que logró el año pasado en la Vuelta al Limousin. Como Beppu, Arashiro también reside buena parte del año en Francia, sobre todo, durante la temporada ciclista, que prepara en el seno de una formación totalmente gala en la que a base de esfuerzo se ha hecho un hueco.

El ciclista narra cómo su afición viene de su lugar de nacimiento, la pequeña isla de Ishigaki, un lugar alejado en el sur del archipiélago donde la población se mueve mayoritariamente en bicicleta. De ahí nació su afición, que el joven convirtió en profesión cuando uno de sus entrenadores le recomendó viajar a Europa.

Ninguno de los dos japoneses está en las quinielas para lograr un triunfo de etapa ni para pelear por la general. Pero, juntos, ya han escrito una página de los anales de una carrera que sueñan con completar para seguir escribiendo su historia

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