Los Sixers tiraron la segunda mitad de la temporada para evitar lo que sería el golpe de gracia a su desastre: quedarse sin su elección de primera ronda.

Una vergüenza planificada en Philadelphia

La temporada 2024-25 de la NBA ha dejado, siempre es así, unos cuantos fracasos. Algunos, cosa de mala planificación; otros por una acumulación letal de lesiones y problemas físicos… y en ocasiones, por una mezcla de todo. Los Suns, una debacle para el recuerdo, entran de lleno en el primer lote. Los Pelicans podrían encajar en el segundo y los Sixers, seguramente, en el último. El total. Como los Suns, uno de los mayores batacazos de la historia reciente de la NBA.
Con perspectiva, el gran órdago de Daryl Morey, el año clave para romper el techo de cristal de Joel Embiid, que todavía no ha jugado una final de la Conferencia Este aunque ha sido MVP y siete veces all star, no tenía una pinta demasiado buena. Veteranos como Eric Gordon, Kyle Lowry y Andre Drummond ya no estaban para muchos trotes. Aunque sí se podía haber pensado en un lote interesante de secundarios con Kelly Oubre, Guerschon Yabusele, y también podrían haber llegado buenas noticias con los jóvenes: Adem Bona, Justin Edwards y sobre todo Jared McCain, que iba disparado hacia el título de Rookie del Año hasta que, cómo no, cayó fulminado para toda la temporada por una lesión. Los Sixers también acertaron en febrero cuando cambiaron a un Caleb Martin de capa caidísima por Quentin Grimes, un secundario en ascenso y que debería ser importante en el futuro si Morey encuentra la forma de que sigan él, Yabusele y Oubre.
Pero el problema principal, el decisivo, estaba en el supuesto big three: Joel Embiid, Paul George y Tyrese Maxey. Menos de dos años después de ser nombrado MVP, el pívot ha caído en picado, incapaz de superar unos problemas de rodilla que solo le han permitido jugar 19 partidos en los que ha sido una sombra de sí mismo: 8-11 de balance con él en pista, un 42% de victorias después de siete años sin bajar del 65% cuando jugaba. Además, ha acabado en el quirófano después de tener serios desencuentros con los Sixers sobre qué hacer, jugar con dolor u operarse cuanto antes. Un mal asunto, veremos si la semilla de la discordia, de cara al futuro (si es que hay un futuro todavía, por su estado físico, para el camerunés). Maxey estrenó contrato de estrella y (jugó 52 partidos) alternó días fantásticos con otros cuestionables, peleado con el tiro exterior e incómodo en una rotación casi siempre disfuncional. Y la gran apuesta, un Paul George que llegó como agente libre, se quedó en 41 partidos y ha firmado una temporada pésima, con muy malas sensaciones físicas y anímicas. En obvia cuesta abajo. Problemas de primera magnitud porque los tres tienen mucho dinero garantizado, como trío, hasta 2028.
La hora de tirar todo a la basura
El 2 de marzo los Sixers confirmaron lo que era un secreto a voces: Embiid no jugaría más en este curso maldito, 2024-25. El equipo estaba 21-38 y cualquier esperanza de que todo acabara cuadrando de cara a una galopada épica en playoffs había quedado definitivamente enterrada. Los Sixers han terminado la temporada con un balance de 24-58. Cun 5-31 en los últimos 36 partidos, desde el punto de no retorno que marcó el 19-27, su último hálito de vida (el 30 de enero). A partir de ahí, solo ha habido una consigna: perder. De soñar con ser la alternativa a los Celtics en el Este a abandonarse al tanking como única meta durante muchas semanas y mientras rumiaban opciones muy reales de que haya terminado ya el prime de Embiid. Un desastre. Pero tocaba ir a lo práctico.
Porque, tocada y hundida la temporada, la única opción para salvar un par de muebles era el draft 2025, además uno de los más esperados y con más talento, en principio, de los últimos años. Los Sixers tenían que apuntar alto (traducción en la clasificación: bajo). De hecho, lo necesitaban: su pick de primera ronda tiene protección top 6. Eso significa que será suyo si cae en la lotería (12 de mayo, en Chicago) entre las elección primera y sexta. A partir de la séptima, incluida, se iría a Oklahoma City Thunder. Así que el riesgo de acabar mal pero no muy mal multiplicaba las opciones de dar un pick alto (en torno al top 10) al mejor equipo de la fase regular y terminar con los bolsillos vacíos para rematar un annus horribilis que ni siquiera envío señales positivas con Embiid, George y Maxey juntos: coincidieron en solo quince partidos... saldados en negativo (7-8).
Manos a la obra, los Sixers han dedicado la segunda mitad de su temporada perdida a pasar de malos a rematadamente malos. Y lo han conseguido: con el quinto peor balance de la NBA, tienen un 64% de opciones de elegir en el top 6 y, por lo tanto, de quedarse un pick que les dará acceso a uno de los principales talentos de un draft excelente. Eso sí, sigue habiendo un 34% de posibilidades de que se vaya a OKC. Y, da vértigo, la elección con más bazas estadísticas es la séptima (26,7%), seguida por la salvadora sexta (19,6). Apenas tienen opciones de elegir quintos (2,2) o novenos (0,6). La octava está en el 8,7 y las cuatro primeras en torno al 10,5, las opciones reales de llevarse el gran premio: el número 1 que dará acceso a la nueva gran sensación del baloncesto universitario, Cooper Flagg.
Así que era (sigue siendo) un todo o nada. Ahora solo queda esperar a la lotería y cruzar los dedos. Si retienen su pick, la opción ideal, le deberán a los Thunder el de 2026 con protección más reducida (top 4). En 2027 sería igual y en 2028 las cuentas se complican porque entran en las combinaciones los Nets después del traspaso de James Harden a Philadelphia. Los Sixers estaban en este lío por una de las primeras decisiones que tomó Morey cuando se hizo cargo de la franquicia: traspasar a Al Horford a los Thunder para deshacerse de su contrato una vez que había quedado claro que el experimento de poner al dominicano al lado de Embiid había salido horriblemente mal.
Horford firmó por cuatro años y 97 millones en 2019, solo jugó 67 partidos con la franquicia y fue traspasado en diciembre de 2020 como una carga que, paradójicamente, ha acabado siendo (38 años, un lustro después de salir por la puerta de atrás de Pensilvania) muy importante en los Celtics campeones en 2024… y favoritos para repetir en 2025. Con todos los datos en la balanza, un movimiento desastroso que todavía persigue a los Sixers. Y a lo grande: por eso vivirán con el corazón en un puño la lotería del draft y por eso han firmado un último tramo de temporada pésimo, vergonzoso… pero calculado: el fin justifica los medios, ¿no?
Un año de contrastes para Yabusele
Cuando decidió dejar el Real Madrid y regresar a la NBA con los Sixers, Guerschon Yabusele esperaba jugar en un entorno ultra competitivo con un equipo que apuntaba a aspirante a llevarse el Este. Finalmente, ha acabado viviendo las miserias y semanas interminables del tanking, pero al menos ha logrado su objetivo en lo personal: demostrar que tiene sitio, en su regreso, a la mejor liga del mundo. De hecho, los Sixers hacen cuentas para renovar al francés, que firmó solo por una temporada y con un contrato mínimo para ganarse, este próximo verano, un salario de categoría que le compense por la arriesgada apuesta que hizo cuando decidió salir del Real Madrid.
Yabusele ha hablado con Tolis Kotzias para SDNA y ha hecho un buen balance del curso gracias a esas excelentes sensaciones en lo individual pese al desastre colectivo que han sido los Sixers: “Ha ido muy bien. El equipo ha acabado muy por debajo de lo que creía, pero en lo personal me he sentido muy bien y estoy muy feliz de estar aquí, jugando a mi nivel, con muchos minutos y demostrando que este es mi sitio”.
Así que el ala-pívot tiene claro que competición es mejor entre la NBA y la Euroliga: “La NBA, sin discusión”. Y también que su futuro, si no sucede nada extraño, no pasa por un regreso a Europa: “No es mi plan para la próxima temporada. Pretendo encontrar otro contrato en la NBA, no voy a mentir. Pero tengo siempre un ojo puesto en la Euroliga, a ver cómo va todo. Por ejemplo, con el Paris Basketball, lo bien que lo ha hecho y cómo pelean todas las noches”. Y sobre el próximo campeón, su voto va para el equipo con el que él conquistó el gran título del baloncesto europeo: “el Real Madrid, seguro”.
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