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BROOKLYN NETS

Ben Simmons, la estrella rota

Totalmente superado por las circunstancias, Ben Simmons ha tenido un inicio de curso muy pobre y está muy lejos de ser el jugador que un día fue.

Totalmente superado por las circunstancias, Ben Simmons ha tenido un inicio de curso nefasto y está muy lejos de ser el jugador que en su día fue.
Brad PennerUSA TODAY Sports

El 19 de octubre de 2022, Ben Simmons regresó a una pista de baloncesto. No lo hacía desde el 20 de junio de 2021. Entre medias, más de un año de espera y una temporada entera en blanco. La eliminación de los Sixers ante los Hawks en una serie en la que llegaron a dominar por 2-1 y 3-2 con el séptimo partido en casa y encuentros en los que manejaron ventajas superiores a los 20 puntos y que acabaron perdiendo, levantó ampollas en Philadelphia. Fue la última vez, aunque esto todavía no se sabía, que Simmons vestiría la camiseta del único equipo al que había pertenecido hasta entonces en la NBA. Tras caer ante los Hawks y recibir las críticas de Joel Embiid, vino un año en blanco de sanciones económicas por no jugar sin causas justificadas, un traspaso muy sonado a los Nets a cambio de James Harden y más problemas relacionados con la salud mental que le impidieron debutar hasta esta temporada.

Las cosas ya no son como antes. Simmons anotó 8, 6 y 5 puntos en sus tres últimos partidos con los Sixers. Y se ha ido a 4, 6, 7, 4 y 7 en sus primeros cinco con los Nets. Totalmente perdido en ambos lados de la pista, las críticas hacia su persona han podido con un base que siempre ha tenido una gran cantidad de detractores, pero que colecciona un buen currículum en una carrera de la que constantemente se esperó más, pero que jamás terminó de despegar: premio Naismith Prep al Jugador del Año en el instituto, primer equipo All American con los Tigers de Luisiana, Rookie del Año en la NBA, líder en robos, miembro del Tercer Mejor Quinteto, dos veces incluido en el Mejor Quinteto Defensivo y tres participaciones en el All Star. Y unas cualidades físicas extraordinarias para un base que, sin embargo, no ha conseguido traducir en actuaciones clave para sus equipos.

Al final, han pesado más la ausencia de tiro, la apatía, la debilidad mental en momentos importantes y la presión añadida que da la vitola de ser el miembro de una plantilla llena de talento, pero incapaz de pisar unas finales de Conferencia por las que, en el Este, han pasado en los años de Simmons en Philadelphia equipos como Celtics, Cavaliers, Bucks o incluso Hawks. La gran oportunidad de 2019, con ese tiro de Kawhi Leonard que provocó las lágrimas de Joel Embiid, se esfumó sin que nadie pudiera evitarlo, y el único miembro de ese famoso The Process que se fraguó con años de tanking y muchas selecciones altas del draft es un Joel Embiid que se ha quedado solo y que es el Proceso en sí mismo. Sus problemas y críticas públicas a Simmons acabaron con la estancia del base, incapaz de sobreponerse a la opinión pública, en los Sixers. Y ambos jugadores han separado sus caminos tras una alianza que se ha traducido en muchos desmanes y en pocos éxitos.

Un jugador venido a menos

Simmons no consigue encontrar su sitio en un proyecto perdido como el de los Nets. Es posible que más de uno se eche las manos a la cabeza con la deriva del equipo de Steve Nash, 1-4 en este inicio de curso. Pero la situación entra dentro de lo normal por mucho que Kevin Durant y la mala cabeza de Kyrie Irving deambulen por ahí: con los mismos jugadores, el mismo entrenador y el mismo sistema, lo normal es que los resultados sean los mismos. A la ecuación se ha unido un Simmons que no llegó a debutar en la serie contra los Celtics del año pasado a pesar de que su retorno se anunció con insistencia pero nunca se produjo. Pero Simmons, que nunca bajó de los 14 puntos por partido en regular season hasta este curso, no encuentra su sitio en un esquema casi inexistente y no termina de establecer un rol concreto en una plantilla llena de talento insípido y rentas del pasado que no valen para la actualidad.

El base lleva más rebotes y asistencias (6,2 y 6,8) que puntos (5,6), no ha intentado más de 7 lanzamientos en ningún encuentro (en su carrera promedia 11,5), está en un 44% en tiros de campo a pesar de lanzar casi siempre en la zona y sus problemas con el triple (5 de 35 en toda su carrera, 0 de 1 este curso) no dan para más conversaciones. Se presuponía que tenía las cualidades de Magic Johnson y que podía ocupar cualquier posición en pista, y ha acabado siendo un problema porque nadie sabe dónde colocarle. Haciendo de base puro recibe defensas flotantes casi insultantes, como falso pívot tiene miedo a que le hagan faltas porque no quiere lanzar tiros libres (otra laguna, menos del 56% en su carrera y 12 de 26 en lo que llevamos de campaña), de ala-pívot no termina de encajar y, para redondear, ha perdido la capacidad defensiva que tenía en su día y que le permitía cubrir a hombres altos en el poste, ser una molestia constante en el exterior y tener buenas manos para robar balones.

Ha habido algún destello en momentos concretos (el robo a Luka Doncic y la asistencia a Durant para forzar la prórroga ante los Mavs), pero la sensación es de no saber dónde está y dónde tiene que ir. Su físico se mantiene sólido a simple vista, pero es disfuncional y está infrautilizado. Y los bloqueos para que se quede con el jugador que tiene el balón (otra vez pasó con Doncic) son algo que no existía en el pasado, cuando el objetivo era evitar que Simmons fuera el defensor principal. Peor en los movimientos laterales, menos resiliencia en el rebote y miedo a chocarse con muchos cuerpos y lesionarse (arrastra muchos problemas físicos). Y todo ello, en 31 minutos por partido, relativamente cerca de la media de su carrera (33,9), pero sin la incidencia de antaño.

Los Nets, un desastre

Que nadie lea lo que no está escrito. Ben Simmons no es el problema de unos Nets que van a la deriva, han perdido 4 de sus primeros 5 partidos con la derrota ante los Mavericks y han subido el precio de las entradas al ser el estadio que menos afición recibe de toda la NBA. La conexión con el público, más proclive a los Knicks, es inexistente, y la cultura que otrora creó Kenny Atkinson se ha esfumado como, ya lo dijeron en Blade Runner, lágrimas en la lluvia. El equipo es insostenible, a Steve Nash le pusieron en el cargo porque así lo quisieron Durant y Kyrie (responsables entre bambalinas del despido del propio Atkinson) y las cantidad de contratos mínimos que hay en la plantilla da buena muestra del poco margen salarial que tiene la franquicia. Simmons, por cierto, tampoco ayuda en este tema: cobrará 35 millones esta temporada y 37 y 40 las dos siguientes, todo ello proveniente del contrato que firmó con los Sixers en la 2020-21.

Por el resto, poca cosa: Durant promedia más de 33 puntos, 4,4 rebotes y 4 asistencias y está por encima del 50% en tiros de campo; Kyrie supera los 29, con 5,4 y 4,4. Pero el ataque es predecible y se asemeja más a una pachanga en la que cada vez se la juega una de las dos estrellas a un esquema claro y estructurado, que brilla por su ausencia. El siguiente que más anota es Nic Claxton (11,6) y David Duke acabó con 10 puntos ante los Mavs en el único encuentro que ha disputado, un intento de Nash de encontrar sangre fresca que le aporte algo de cordura dentro de tanta locura. Y la defensa, claro, es un desastre: la peor de toda la Liga sin ningún especialista. Royce O’Neale ya acabó mal en los Jazz, Kyrie no defiende, Patty Mills tampoco, Durant podría si quisiera (y no parece que quiera) y Simmons es una sombra de lo que en su día fue. Solo Claxton hace algo por ahí y es un esfuerzo muy individual que no termina de tener incidencia cuando la indolencia de los exteriores se hace evidente. El peor quinteto en +/- esta temporada, por cierto, es el que forman Kyrie, Simmons, O’Neale, Durant y Claxton: un -35 en 49 minutos.

Así están las cosas en los Nets. Un equipo a imagen y semejanza de Simmons: desmadejado, roto, hundido. Pero también uno que tiene el talento suficiente para ganar partidos. Nash sigue siendo un problema y solo tuvo algo claro en su primer año en el proyecto, con Mike D’Antoni detrás moviendo los hilos que dejaban sueltos Kyrie y Durant. Pero parece que no se va a mover y que el dúo dinámico, el que salió mal de OKC y Golden State, y su amigo el terraplanista antivacunas, tendrán que resolver las cosas por su cuenta. Veremos si les da para entrar en playoffs (lo contrario sería una debacle). Lo que sí es complicado es que les vaya a servir para hacer algo en esa hipotétca fase final con equipos como Bucks o esos Celtics que ya les endosaron un rotundo 4-0 hace unos meses. Respecto a Simmons, Nash ha dicho que hay que darle tiempo. Pero la NBA no espera a nadie. Y el tiempo es como es: finito.