NBA | NETS 109 - CELTICS 115 (0-4)

Se confirma un desastre histórico: los Celtics barren a los Nets

Los Nets se despiden de la temporada tras otra derrota ajustada ante un rival totalmente superior. Fracaso estrepitoso de Durant, Kyrie y un proyecto desastroso.

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Los Nets se despiden de la temporada tras otra derrota ajustada ante un rival totalmente superior. Fracaso estrepitoso de Durant, Kyrie y un proyecto desastroso.
Brad Penner USA TODAY Sports

Se acabó para los Nets una temporada que nunca empezó. De nada valieron los pensamientos previos o eso de que en playoffs iban a ser un problema para los equipos de arriba. Tampoco que los Bucks se dejaran perder el último partido de temporada regular porque pensaron que era la bestia negra de la primera ronda. Tanto aquí como al otro lado del charco, analistas y periodistas han (hemos) mantenido que este equipo era candidato al anillo, al título. Que el talento gana campeonatos. Pero de nada vale el talento si no viene acompañado de cierta dosis de lógica estructural, de algún tipo de cimiento que sustente algo que falla desde la base hasta la cúspide, que no tiene sentido ni en su dueño ni en sus estrellas. Que está desmadejado, descontextualizado, en un momento desconocido del proyecto y con una incertidumbre en torno a su futuro que solo rivaliza con la catástrofe que vive en un presente que se asoma a un verano de reflexión, y ya veremos si también de cambios.

En ningún momento de la temporada los Nets han demostrado ser un equipo que optara al anillo, por mucho que su consabido talento nos obligara a dar tiempo a algo que no iba a resolver el paso de los días (ni de las semanas, ni de los meses). Ya al final de la regular season se vio que ni con una cantidad ingente de puntos de Kyrie Irving y Kevin Durant se podía solucionar algo que, sencillamente, no tenía solución. La ausencia total y absoluta de un plan defensivo, que en ataque se basaba únicamente en que las estrellas resolvieran las cosas por su cuenta, ha sido una tónica más que típica, un problema que se ha visto este año o desde que Steve Nash llegó para dirigir un proyecto que no quería ser dirigido, uno del que Kyrie dijo que "no tenía entrenador" o que "entrenarían entre todos". Depende de como se tercie.

Joseph Tsai decidió primero que sin Kyrie les bastaba y que la lucha contra el coronavirus daba buena prensa a la entidad. Luego, con el paso de los meses, vio que la cosa no funcionaba y que el base tenía que jugar los partidos de fuera de casa. Eric Adams, alcalde de Nueva York, peleó para quitar las restricciones que impedían jugar al base para que disputara también los partidos como local, ya que, según sus propias palabras, haría "lo posible para traer el anillo a la ciudad". Y todo esto, por las cosas de Kyrie con la vacuna, solo un capítulo más en la carrera de un jugador históricamente bueno que es más conocido por sus exabruptos y liadas fuera de la cancha que, tristemente, por su calidad dentro de la misma. Una estrella absolutamente generacional capaz de ayudar económicamente a la esposa de George Floyd y permitir que todo el mundo se olvide de sus buenas obras, enterradas por las malas. Un hombre que ganó el anillo en los Cavaliers, dejó tiritando el proyecto de los Celtics y llegó a Nueva York para conseguir algo de lo que no ha estado ni cerca. Una persona que, recordemos, aseguró que la tierra era plana para luego decir eso de que "no soy un tipo muy listo". Un juguete roto del deporte.

Durant, su pareja de baile en un fracaso que dura ya tres temporadas, no ha estado demasiado fino. Sus 39 puntos, 7 rebotes y 9 asistencias en el cuarto partido no arreglan una serie que estropea su legado. El alero ha rozado los 30 puntos por partido en temporada regular, ha estado bastante tiempo lesionado (55 partidos disputados) y anotó 23, 27 y 16 puntos en los tres primeros encuentros ante los Celtics. Siempre defendido por dos o hasta tres jugadores, ha perdido el duelo individual con un inconmensurable Jayson Tatum, no ha podido con la fortaleza y los movimientos laterales defensivos de Grant Williams y ha suplido los golpes recibidos por una defensa férrea y dura con un partido digno en el que ha doblado muy bien el balón, pero en el que se ha quedado en 3 de 11 en triples, ha cometido 4 pérdidas y ha fallado el tiro libre que iba a mantener vivos a los Nets. Junto a Kyrie, fue el encargado de planear entre bambalinas la salida de Kenny Atkinson en su primer año en Brooklyn, que pasó en blanco (Irving solo jugó 20 partidos). Y su titánico esfuerzo ante los Bucks el año pasado ha sido ya olvidado: ninguna final de Conferencia en tres temporadas y ningún atisbo, más allá del espejismo de hace un año, de llegar a la misma. Y todo con un Steve Nash al que pusieron ambas estrellas y cuya única solución ha consistido en, otra vez, poner una minutada a Durant y Kyrie en pista (47 del alero a pesar de las faltas, 3 en la primera mitad, y 45 de Kyrie) y rezar para que eso le diera una vida extra.

La venganza de los Celtics

Para los Celtics es la reivindicación y la redención, la capacidad para salvar un proyecto que Kyrie dejó temblando, de reafirmarse y de vengarse también, claro, de unos Nets que les eliminaros el año pasado cuando las tornas eran casi opuestas (4-1) y del propio Irving y sus gestos y peinetas, con multa incluida, en el duelo inicial de la serie. Un equipo extraordinariamente trabajado, que sale bien de pizarra de los tiempos muertos, que no nota los cambios defensivos y que obliga al rival a hacer lo que quiere. Que castiga los errores ajenos y tiene una defensa absolutamente histórica. Que puede sobreponerse a la eliminación por acumulación de faltas de Jayson Tatum en la recta final del choque, aprovecharse de su exhibición en el tercer cuarto para mantener su ventaja (29 puntos, 12 en ese periodo y un posteo que habría firmado el mismísimo Kobe Bryant) y luego hacerse fuerte sin él. Un equipo que no ha ganado ninguno de los cuatro partidos claramente, pero que ha sido claramente superior en los cuatro partidos. En total, la diferencia total de puntos combinada ha sido de 20 en favor de los Celtics, que han ganado de 1, 7, 6 y 6 tantos cada uno de los enfrentamientos. Y, a pesar de ese dato, el dominio mostrado ha sido totalmente objetivo.

Además de Tatum, los Celtics contaron con 22 puntos y 8 rebotes (0 de 5 en triples) de Jaylen Brown, 14 tantos de Grant Williams, 13 de Al Horford, una extraordinaria defensa colectiva y, claro, con Marcus Smart. Siempre Marcus Smart; 20 puntos, 5 rebotes y 11 asistencias para un base que ha estado en ataque y en defensa, repartió sin pérdidas sus 10 primeros pases (y solo sumó una al final) e incluso se permitió el lujo de dejar que Durant lanzara un triple que ya no servía para nada después de hacerle una falta muy inteligente en ese tiro libre que falló, de forma casi irónica. El único de todo el partido. Smart solo se precipitó en la jugada previa al acierto exterior de Durant, pero Horford atrapó su rebote para sentenciar. Eso sí, para tiros libres los de Nic Claxton, que jugó un partido muy serio (13+6+2+2+3) y se fue a 6 de 6 en tiros de campo...y 1 de 11 desde la personal. Llegó a fallar los 10 primeros de forma consecutiva, un dudoso récord con el que superó a Shaquille O'Neal, que erró los 8 primeros que intentó en un partido de playoffs con los Heat, en 2006. Nash se la jugó con Blake Griffin al final, un hombre que con 33 años parece que tiene 40 y que no pudo con Horford, que con 35 aparenta 30. Y le funcionó un rato: su buena capacidad para sacar faltas en ataque y su experiencia palian su ausencia total, tras muchas lesiones, de salto vertical. Otro intento a la desesperada de Nash, que introdujo en la rotación a un hombre que no jugó en los dos primeros partidos de la eliminatoria y solo disfrutó de 8 en el tercero. Hoy, casi 18.

Con Griffin en pista coincidieron en el último cuarto Kyrie, Durant, Seth Curry y Goran Dragic. Un quinteto surrealista que no podía luchar por el rebote (45-38 para los Celtics, 10 de ellos ofensivos) ni defender (por manifiesta incapacidad y con el bueno de Bruce Brown en el banquillo), y en el que mostró más indolencia Kyrie que un Dragic (10+8+4, buena serie la suya) que era uno de los pocos que tenía ganas de alargar la serie. Irving, que finalizó con 20 en tan solo 13 tiros y apareció fugazmente en el último cuarto, no daba la sensación de tener tantas ganas. De hecho, seguro que ha preferido decir adiós a la temporada aquí que bajo el griterío del Garden. En el resto, 23 puntos de un Curry (9 de 13 en tiros de campo y 5 de 9 en triples) que igual, quién sabe, echa de menos Philadelphia, y apenas 3:36 para Andre Drummond, relegado al banquillo nada más empezar un partido en el que los Nets no llegaron a ir por delante en ningún momento y que apenas empataron 3 veces, ninguna de ellas en la segunda mitad.

Adiós, por lo tanto, a la temporada de un equipo fracasado y que pone rumbo a quién sabe dónde. El futuro de Steve Nash, un entrenador sin ningún tipo de intervencionismo, es una incóngita y dependerá de Kyrie y Durant, que seguirán ligados a la franquicia (salvo sorpresa) y decidirán su destino porque es lo que han hecho desde que llegaron. Se acaba para ellos una temporada en la que han copado más portadas por lo extradeportivo que por lo deportivo, donde además de Kyrie, el sainete en torno a James Harden, otro producto tóxico, ha estado muy presente. Y que acabó con el escolta saliendo rumbo a los Sixers a cambio de un Ben Simmons que, con mucha polémica, ni siquiera ha llegado a debutar, tampoco en un cuarto partido en el que ni siquiera se ha sentado, para más inri, en el banquillo. Un curso baloncestístico que estropea el legado de dos estrellas inequívocamente históricas, uno que ha acabado de la única forma que podía acabar. Muy bien por los Celtics, máximos favoritos ahora a un anillo (sería el 18º) que no conquistan desde 2008, última vez que ocuparon el trono. Y mal, muy mal, por unos Nets que han sido muy comparados con los Lakers por similitud en la catástrofe... pero que no tienen el anillo que los angelinos, en su proyecto particular, sí conquistaron en 2020. Se confirma el sweep, la barrida, el adiós de los Nets. Y con todo ello, uno de los mayores desastres de la historia de la NBA. Sin ninguna duda.