Aaron Gordon: de surcar los cielos a ganar el anillo
Famoso por sus actuaciones sin premio en dos Concursos de Mates, Aaron Gordon se ha convertido en la pieza que le faltaba a los Nuggets. Su nivel, superlativo, ha sido clave para la conquista del título.
La historia de Aaron Gordon ha estado llena de una narrativa en constante evolución. Ya no es, un anillo tiene la culpa, ese jugador que ha destrozado el aro mejor que nadie en dos Concursos de Mates que ha perdido. Ahora es mucho más: el puntal de los Nuggets, la pieza que le faltaba al equipo de Colorado para asaltar el anillo. El hombre multifunción, el que aporta en los dos lados de la pista. La solidez y la fuerza. El brazo ejecutor. Y todo un campeón que ha demostrado que sobrevolar los cielos no es lo único que le permite hacer su superlativo físico. El triunfo de los Nuggets cierra el círculo para un jugador ya sin techo, que seguirá ligado a un proyecto que optará de forma sostenida y constante al anillo en el futuro próximo: por el nivel actual de la plantilla, la edad, el crecimiento junto al mismo entrenador y la ausencia, todo hay que decirlo, de los grandes dominadores del pasado. En ese proyecto está Gordon, que se corona como el líder de la intendencia y consigue el éxito más grande de su carrera. Ya no volverá a ser, o así debería ser, ese potente saltador que perdió dos Concursos de Mates. De forma justa o no: tampoco hay que entran en ello.
Aaron Gordon nació en San José, California, el 16 de septiembre de 1997. Camino de los 28 años, se encuentra en el cénit de su carrera. Por fin salió del parado proyecto de los Magic y puso rumbo a un lugar en el que había un hueco perfecto para él. Ahí ha potenciado su rol al máximo: un defensor fabuloso que puede correr detrás de exteriores y defender interiores mientras mantiene su fortaleza de cintura para abajo. Nadie es capaz de moverle al poste, su poder vertical le permite ser también un gran protector del aro y su versatilidad le hace poseedor de unos buenos movimientos laterales. En ataque, puede jugar de alero, ala-pívot o incluso falso pívot, lo que le permite moverse por la zona en los ratos en los que Nikola Jokic ejerce de base. Y, sin ser un gran tirador de tres (promedia algo más del 32% durante su carrera), es capaz de ser también una amenaza que impide, gracias a su capacidad de penetración, que se acumulen defensas flotantes en torno a su persona.
En la NBA desde 2014, Gordon fue elegido en la cuarta posición del draft, una camada en la que antes que él llegaron Andrew Wiggins, Jabari Parker o Joel Embiid. Antes estuvo en el Arzobispo Mitty High School de California y pasó por la Universidad de Arizona, donde estuvo solo un año antes de renunciar a los tres que se quedaban y presentarse al draft. Durante su etapa de aprendizaje, consiguió dos medallas de oro con Estados Unidos: en el Mundial de 2013, con la sub 19; y antes, en el torneo FIBA Américas de 2011, donde se colgó el mismo metal con la sub 16. No ha competido con los norteamericanos en la categoría absoluta, pero sigue ganando enteros como secundario de lujo y es uno de los mejores jugadores de rol de la NBA. Algo que ha demostrado en los Nuggets, donde cumple perfectamente con su rol y nunca huye de la responsabilidad.
Los Concursos de Mates
Si por algo es famoso Aaron Gordon es por haber competido en dos Concursos de Mates y haber regalado por el camino algunos de los mejores de la historia. En el primero, en 2016, compitió contra Zach LaVine, consiguiendo una puntuación de 94 en la ronda inicial y haciendo después dos mates antológicos acompañado de una mascota que no le permitieron ganar el torneo. El empate dio una nueva oportunidad a ambos, que volvieron a conseguir la puntuación perfecta. Finalmente, se quedó en un 47 en su último intento, una cifra rematada por un LaVine que ganó, no sin polémica, y se coronó campeón por segunda vez consecutiva. Más allá de eso, el torneo supuso el retorno a los mejores días de la competición y una subida de nivel y audiencia, aparte de un seguimiento, brutal si lo comparamos con años anteriores. Y permitió a la NBA volver a presumir de los mejores mates del planeta.
En 2020, en su retorno al Concurso, hubo más expectación. Todo el mundo deseaba ver algo épico, único, legendario. Y Gordon cumplió: consiguió la máxima puntuación en 5 mates, pero Derrick Jones se impuso a pesar de saltar por encima de Tacko Fall. Las malas lenguas dicen que Dwayne Wade remó a favor del joven jugador de los Heat. A Gordon no le pareció bien el resultado y aseguró que no regresaría. Ahora, con los Nuggets, ha vencido a Miami. En el cuarto partido de las Finales se fue a 27 puntos, 7 rebotes y 6 asistencias. Wade estaba en la grada: cosas que pasan. En una temporada en la que, por cierto, dijo que si le seleccionaban para el All Star iría al Concurso de Mates. No fue seleccionado, claro. Pero Adam Silver se puede apuntar dicha proposición. Dependerá del nivel de los próximos torneos, claro.
Encontrar su lugar
Gordon progresó de forma paulatina. En su temporada rookie en Orlando sufrió algunos problemas físicos que solo le permitieron disputar 47 partidos, quedándose además en poco más de 5 puntos de promedio. Su nivel empezó a mejorar poco después: 9,2, 12,7 y 17,6 tantos por noche en los tres cursos siguientes. Eso sí, el proyecto estaba estancado: en 2019 y 2020 los Magic llegaron a primera ronda de playoffs con Nikola Vucevic de líder, pero daba la sensación de que el techo estaba ahí, de que era ese. Las pocas aspiraciones de lograr algo más provocaron la salida de Steve Clifford y el fichaje de Jamahl Mosley. Se iniciaba así de forma clara y rotunda una reconstrucción eternamente postergada, que no ha sido real hasta ahora, ya más de 10 años después de la salida de Dwight Howard.
A mitad de la 2020-21, Gordon salió de Orlando para poner rumbo a Denver, Colorado, a sus más de 1.600 metros de altitud. La Mile High, la cuenca del río Platte Sur, las faldas de las Montañas Rocosas. Se fue junto a Gary Clark y a cambio de Gary Harris, RJ Hampton y una primera ronda del draft (protegida, en 2025). Un movimiento con el que los Nuggets dejaban muy claro que iban a por el anillo: reforzaban la posición de alero, la más débil de la rotación, conseguían defensa y físico y un complemento perfecto para Jokic y Jamal Murray. Que estaba en segunda línea, jugaba sin balón, aportaba en los intangibles y hacía mucho trabajo sucio. Era el momento: las finales de Conferencia de 2020, en la burbuja, confirmaron que el proyecto iba hacia arriba. Estaban ahí.
La lesión de Murray retrocedió la oportunidad real: unas meritorias semifinales de Conferencia sin el base fueron una primera ronda el curso pasado, cuando recayó. Pero el momento estaba por llegar: ha sido esta temporada, tras conseguir el mejor récord del Oeste (53 victorias) y recuperarse de un mal final de regular season para superar a Timberwolves (4-1), Suns (4-2) y Lakers (4-0). Los Nuggets llegaron a sus primeras Finales. Ahora han ganado su primer anillo. Y sin ser el héroe, Aaron Gordon si ha sido el revulsivo: le ha tocado lidiar con defensas sobre Kevin Durant, LeBron James o Jimmy Butler. Ha promediado más de 16 puntos y 6 rebotes en la fase regular. Más de 13 en playoffs, con una labor más centrada en la defensa y un ataque que ha necesitado más del talento de Jokic y Murray. Se ha ido a 36 minutos por noche en las eliminatorias por el título. En su año rookie, apenas disfrutó de 17. Más del doble. Su progresión ha sido increíble. Ahora es ya no es el mejor matador que nunca ha ganado un Concurso de Mates. Es campeón de la NBA. Y eso, ya se sabe, es para siempre.