El regreso incompleto de Ricky
Unos meses que no han sido fáciles en el Barcelona culminan con su ausencia en la lista de la Selección y dudas muy reales sobre su futuro.
Ricky Rubio (El Masnou, 21 de octubre de 1990) tiene encima muchas vidas de baloncesto. Su edad (33 años, 34 cuando todavía esté calentando motores la próxima temporada, veremos si con él o sin él) es ya de veterano, algo más profundo en su caso porque en 2005, sin cumplir 15 años, ya había debutado en la ACB. En 2006 era una sensación viral (o el equivalente de entonces a serlo) por sus 51 puntos, 24 rebotes, 12 asistencias y 7 robos contra Rusia, en un Europeo Sub-16 que puso patas arriba. En 2008 era titular, sin cumplir 18, en una final olímpica que acabó siendo, España-Estados Unidos, uno de los grandes partidos de toda la historia del baloncesto FIBA. Y en 2009 se llevó el pick 5 del draft de la NBA (por delante de Stephen Curry, por ejemplo), elegido como salvador por Minnesota Timberwolves, donde dos años después (en ese paréntesis le dio tiempo a ser campeón de Europa con el Barcelona) fue recibido como una joven estrella del rock, multitud en el aeropuerto y el primer lleno en casi un lustro en el Target Center de Mineápolis el día de su debut, el 26 de diciembre de 2011.
Con mucho baloncesto encima, Ricky supo hacer camino: en la NBA no fue lo que se esperaba de él, pero fue: trece años de su vida en Estados Unidos, ningún all star pero titular en 603 de sus 698 partidos de regular season y en 11 de los 14 que jugó de playoffs. Y una de las 25 mejores medias de la historia en asistencias por noche (7,39). Con la Selección, el chico milagro de 2008 sumó otra medalla olímpica (bronce en 2016) y cuatro metales europeos (dos oros, dos bronces) antes de coronarse como rey del mundo, MVP y campeón, en el Mundial 2019, en China. Un tramo que ahora queda más lejos por sensaciones y capas, estratos de vida, que por hojas del calendario. La plenitud del jugador que, junto a un Marc Gasol hercúleo, llevó a España a una cima que ya no parecía corresponderle dos décadas después de la irrupción de los Júnior de Oro. En los Juegos de Tokio, los de la pandemia (2020, celebrados en 2021), España acabó sexta (se encontró con EE UU en cuartos) pero Ricky promedió más de 25 puntos, 6 asistencias y 24 de valoración. Un gigante del baloncesto FIBA.
Mientras tomaba las riendas de su vida y lo que quería hacer con ella, decidía cómo quería gestionar su trayectoria y entendía lo que necesitaba para sentirse bien, pasos que lo han convertido en uno de los deportistas que mejor ha visibilizado la importancia de la salud mental, Ricky perdió el hilo de la profesión NBA. Entre noviembre de 2020 y agosto de 2021 fue traspasado tres veces, el lado malo de un negocio por lo demás muy lucrativo (solo en contratos con franquicias ha ganado más de 128 millones de dólares). Y después, lesionado de gravedad, fue enviado por los Cavaliers a Indiana para regresar unos meses después a la franquicia, todavía sin alta médica y con un nuevo contrato de tres años y 18 millones. Ingeniería de despachos; a veces para lo bueno, a veces para lo malo.
En su primer tramo en los Cavs, en lo que parecía un destierro sin buen pronóstico, Ricky se reencontró; Como líder en un vestuario joven y liberado en pista, en una versión que recordaba a la que traía de los Juegos de Tokio. Después de unos meses refrescantes para las piernas y las ideas, el 28 de diciembre de 2021 se rompió los ligamentos de la rodilla izquierda. En un momento excelente, exactamente igual que el 9 de marzo de 2012, cuando apilaba buenas sensaciones en una brillante temporada rookie pero sufrió la misma lesión, muy grave, defendiendo a Kobe Bryant en un Timberwolves-Lakers.
Del final en la NBA al regreso a casa
Cuando Ricky regresó (12 de enero de 2023), ya no estaba allí. Las piernas no respondían igual y su rol en los Cavs ya no era el mismo. En verano, quiso coger aire con la Selección pero dejó la concentración antes del Mundial, cuando vio a tiempo que se estaba convirtiendo en un trago, algo que podría volverse contra él. Desde ahí, el Ricky jugador quedó en suspenso. Entonces llegó a parecer que ya había jugado sus últimos minutos de baloncesto profesional. Los Cavaliers le dejaron margen para descubrir qué quería hacer, para reencontrarse, sin aplicar ninguna presión. El pasado enero, cerró su carrera NBA. En febrero, se incorporó al Barcelona, casi trece años después. Por delante, el reto de volver a desear estar en las pistas. Y al fondo, como obvio hito o incluso como óptimo punto y final, los Juegos Olímpicos de París 2024.
Por eso, el regreso de Ricky Rubio, que sí estuvo con la Selección en la última Ventana de clasificación, ha quedado incompleto. Cuando decide ponerse en marcha de nuevo con el Barça, es un secreto a voces que uno de sus objetivos es estar en sus cuartos Juegos, llegar otra vez a ese techo y cerrar, seguramente, su ilustrísimo capítulo en la Selección con un sabor de boca distinto al del pasado verano. Cuando hace unos días el Real Madrid acabó con una muy decepcionante temporada para el Barcelona, su presencia en la lista del Preolímpico era ya una duda mucho más que razonable. Las cosas no habían ido mal, no estruendosamente mal… pero tampoco habían ido bien.
Así que Ricky no está con España y afronta unas semanas que pueden ser las últimas para él como jugador profesional. La retirada es una opción real con la que ya ha negociado en los últimos meses. También podría volver a intentarlo en un Barça que será muy distinto al que lo recibió en febrero. O incluso, la tercera vía, podría tratar de cerrar el gran círculo de una gran carrera con un último baile en el Joventut. “No tengo ni idea. No quiero decidirlo en caliente, estaré unas semanas con la cabeza fría para poder valorar todo. No ha sido fácil, y ahora en caliente es difícil decidir”, dijo después del último partido oficial del Barça, el del 3-0 contra el Real Madrid, mientras en la Ciudad Condal se especulaba con que no había encontrado lo que esperaba en el club azulgrana y con que su continuidad no estaba para nada clara. Apenas horas después, se dio por hecho un fichaje, Juan Núñez, para el puesto de base.
Ricky ha reconocido que la experiencia, aunque obviamente no era lo que todas las partes (también la Selección) deseaban, no ha ido como esperaba: “Me he sentido raro, he querido cambiar algunas cosas. Entrar en mitad de temporada no es fácil, mi forma de ser, más callado y no sentirme al 100%. Creo que no he sido todo lo que esperaba, pero tampoco iba con ninguna expectativa, pero queda claro que el balance no es bueno”. El Barça ha vivido un año muy complicado que ha acabado de la peor forma posible: sin títulos, barrido por el Madrid en la Liga y apartado de la Final Four en su pista y en el quinto partido de cuartos, algo que hasta este año -hasta que lo sufrieron el mismo día Mónaco y Barcelona- no le había pasado a nadie. En un vestuario con las jerarquías mal establecidas y con una relación que se fue complicando con un entrenador inexperto como Roger Grimau (como jugador, campeón de Europa con Ricky en 2010), el ecosistema quizá no era el ideal para el tipo de regreso que hubiera preferido un jugador que llegó con la intención de ver de qué era capaz y, sobre todo, de qué quería ver si era capaz.
En lo que tiene que ver puramente con la pista, las cosas tampoco han salido bien. Ricky, sin ritmo después de muchos meses parado y tras recuperarse de una segunda lesión muy grave en la misma rodilla, no ha estado cerca del nivel de su última gran versión, esa que relanzó su trayectoria NBA en diciembre de 2021 y que trasladó a EE UU la personalidad y la jerarquía de su excepcional tramo 2019-21 con la Selección. En 15 partidos de ACB, ha promediado 6 puntos, 3,1 rebotes y 4,1 asistencias con 10,3 de valoración, un 42% en tiros de dos y un 29% en triples. En Euroliga, jugó 13 partidos con 4,7, 3,2, ,48 y 7,6 de valoración. Y con porcentajes muy pobres: 32% en tiros de dos, 18% en triples. En la fatal serie de cuartos contra el Olympiacos no pasó del 18% en tiros de dos y el 27% en triples (3,8 puntos, 7,8 de valoración). Esta vez, en este capítulo, no tocaba cuento de hadas ni autopista hacia los Juegos de 2024. Sencillamente, porque las cosas no son siempre ni sencillas ni como uno desea. Algo que Ricky, en la segunda parte de su carrera, se ha encargado de recordar todas las veces que ha hecho falta. Ahora, la lista de Sergio Scariolo culmina ese regreso incompleto y nos deja pendiente de una decisión que, en un sentido o en otro, será seguramente la última de una carrera increíble que comenzó, en el baloncesto profesional, hace casi diecinueve años.
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