Derrick White: el héroe de los Celtics medía 1,78 a los 18 años
Decisivo en el primer partido contra los Warriors, White no recibió ninguna beca de la primera división universitaria y dedicó su primer sueldo NBA a pagar su deuda de estudiante.
Primer partido de las Finales 2022. Los Celtics hacen probar su medicina a los Warriors en el último cuarto. Remontada a base de triples en cascada, algunos imposibles. Dos de ellos de Derrick White, uno de los héroes de una noche muy verde que deja al equipo de Ime Udoka, el que era undécimo del Este en enero, a tres victorias de su primer anillo desde 2008, el segundo desde 1986. Entonces, en aquella lastimosa primera mitad de temporada, todavía no estaba White, que llegó en uno de esos traspasos quirúrgicos del mercado invernal, un golpe de efecto que se está demostrando magistral de Brad Stevens, nuevo pero no novato en los despachos: el 10 de febrero llegó a Boston desde San Antonio, donde se había convertido en una de esas construcciones made in Popovich, a cambio de Romeo Langford, Josh Richardson, la primera ronda de 2022 y el derecho a intercambiar la primera de 2028. Un movimiento interesante de unos Spurs en busca de activos para adelantar una nueva época… y crucial para unos Celtics que empezaban a creer. A creer de verdad.
White, un escolta de 27 años y solo 1,93, ha sido fundamental como pegamento en los Celtics, uno de esos jugadores ideales para un tipo de equipo y un contexto muy concreto. Para unas determinadas necesidades en la rotación, para un estilo muy determinado de defensa. Para todo eso, una bendición que en el arranque de las Finales, en la mismísima guarida de los Warriors, anotó 21 puntos con un 5/8 en triples. Algunos de sus tiros dieron aire a su equipo cuando las cosas pintaban mal. En el último cuarto anotó dos triples seguidos, uno de jugador en trance, para disolver la última ventaja local (103-103). Apenas se equivocó, trabajó duro y defendió como siempre, con inteligencia, dureza y versatilidad. Uno de los héroes, junto al eterno Al Horford, de un triunfo valiosísimo. En los próximos días sabremos cuánto.
White llevaba desde 2017 en los Spurs, que lo eligieron con el número 29 del draft. Popovich entendió tan rápido su valor que, en tiempos de intentar hacer mucho con poco, lejos de los años dorados de su proyecto, trabajó con él sin descanso, pendiente de su paso por la G League (2017-18), un año antes de llevárselo al Mundial 2019 con aquel Team USA de emergencia que acabó séptimo. White fue uno de esos recursos que Popovich rascó encomendado a la cultura de franquicia, a la forma de hacer las cosas de los Spurs, a la paciencia y el cincel con jugadores que (el precio de haber sido tan buenos durante tantos años) no llegaban nunca desde las posiciones óptimas del draft.
De hecho, hicieron falta varios pequeños milagros para que White haya acabado, en junio de 2022, siendo decisivo en un partido de las Finales de la NBA. Nacido y criado, también como jugador, en el área metropolitana de Denver, no es un importante en la Liga con una historia al uso. De hecho, terminó sus años de instituto fuera del ranking de los 150 mejores jugadores de EE UU para la muy respetada opinión de Rivals. Nadie le ofreció una beca de cuatro años para jugar en el primer nivel universitario (D-I: Division One) porque, entre otras cosas, medía 1,78 antes de cumplir los 18.
Solo se interesó por él Jeff Culver, que entrenaba a Johnson & Wales, un programa universitario conocido… por sus estudios de cocina. El fichaje de Culver por los Mountain Lions de UCCS (Colorado-Colorado Springs) abrió las puertas de la Segunda División de la NCAA a un White al que los médicos pronosticaban un estirón tardío parecido al que había experimentado su padre. Este llegó antes de lo previsto, y ya cerca de su actual 1,93, triunfó en UCCS y dio el salto a los Buffaloes de Colorado donde, tras no jugar un año para adecuarse a la normativa universitaria en los casos de cambio de equipo, promedió más de 18 puntos, 4 rebotes y 4 asistencias y formó parte del Quinteto Defensivo de la Pac-12.
Su primer año en los Spurs se lo pasó aprendiendo, recibiendo más minutos que cariño de Popovich y alternando la G League con la NBA (solo 17 partidos). Para el segundo, el nombre clave en la franquicia ya era Dejounte Murray, y White no parecía una pieza estratégica, mermado por una fascitis en pretemporada y discreto en los dos primeros meses de curso. El partido clave para él fue, precisamente, contra los Nuggets de su Colorado: el 28 de diciembre fue decisivo en el triunfo de los Spurs y desde ahí arrancó, en ascenso hasta el parón del All Star y confirmado después como una pieza básica de un equipo que se negó a caerse de los playoffs y que acabó encontrando formas de defender incluso con un equipo con, teóricamente, pocos especialistas. Uno era White.
Finalmente casi 10 puntos, 4 rebotes y 4 asistencias de media, 53 partidos como titular y fama de excelente defensor y de jugador que hace mejor a su equipo siempre que está en cancha. Es decir: otro producto marca de la casa de la fábrica Popovich. Su contrato rookie le dio poco más de nueve millones en sus cuatro primeros años, dinero que invirtió en cancelar la deuda que había contraído para pagarse los estudios universitarios. Otra vez, lejos de la realidad de casi todos los talentos que ascienden a la NBA. En diciembre de 2020, llegó su momento: extensión de cuatro años y 73 millones de dólares, que le ha dado 15,1 millones esta temporada y le garantiza el resto hasta 2025, otros 52,7 millones. Unas cantidades con las que ni soñaba hace unos años pero que (como poco…) se ajustan como un guante a su rendimiento, a su trascendencia en un equipo que está cerca de ser campeón.