Harden y una decisión que puede marcar la historia de los Sixers
Morey asegura que Doc Rivers seguirá y que no piensa dejar que James Harden cambie de aires. Ahora, por lo tanto, tendrá que negociar el peliagudo nuevo contrato para el escolta.
La temporada de los Sixers volvió a acabar con decepción. Otra vez, el equipo se queda fuera de una final del Este que no juega desde 2001, con Allen Iverson como estrella. La anterior visita a esa penúltima ronda se remonta a 1985, así que cada curso cerrado por debajo de las expectativas es un golpe duro para una franquicia histórica que no termina de culminar aquella ambiciosa y polémica reconstrucción total que puso en marcha con el famoso Proceso, años de tanking industrializado para crear un aspirante perpetuo al anillo.
Ahora, son cinco años seguidos en playoffs pero una eliminación en primera ronda y cuatro en segunda. Raptors, Bucks, Heat, Celtics, Cavaliers… todos han ido más allá. Los Sixers, no. Y eso con un Joel Embiid que durante la regular season tuvo trazos de MVP (lo ganó Jokic) y que, después de unas lesiones que lo minimizaron de forma dramática en playoffs, acaba el curso con 28 años y, otra vez, la sensación de que su prime está pasando sin que en su equipo den con la tecla.
En pleno revuelo tras la eliminación contra los Heat, el mandamás Daryl Morey compareció para mandar un mensaje de calma… y continuidad. Los que piden revoluciones tendrán que tener paciencia, o eso parece: no las va a haber. O no tiene ninguna pinta. Morey garantizó la continuidad del cuestionadísimo Doc Rivers en el banquillo. Y dejó claro que James Harden, de una forma u otra, seguirá en Philadelphia. El presidente de operaciones habla de “ganar un campeonato” y de no tener miedo a verbalizarlo. De mejorar en todo pero sobre todo “en defensa”. Y de mirar todas las vías para mejorar, “internas o a través de adquisiciones” pero todo desde la premisa de que James Harden merece una temporada completa para evaluar de verdad cuánto puede aportar, integrado en el grupo desde el training camp. Y con confianza en que el actual núcleo duro puede dar más de sí: Joel Embiid y Jame Harden como referentes, Tobias Harris y Tyrese Maxey como principales escuderos.
Si la hoja de ruta va a ser esa, sin sobresaltos ni terremotos en la columna vertebral, no cabe duda de que el elefante en cacharrería es el vínculo con ese decepcionante Harden que comenzará la próxima temporada con 33 años. Y que está en el centro de todas las miradas después de su desaparición en el sexto y definitivo partido contra los Heat: 11 puntos, 9 asistencias por 3 pérdidas, ni una sola canasta en la segunda parte. Tras una correcta temporada regular después del traspaso que le llevó de los Nets a los Sixers (21 puntos, 7,1 rebotes, 10,5 asistencias), su rendimiento ha bajado mucho en las eliminatorias (18,6, 5,7, 8,6, 41% en tiros, 4,2 pérdidas por noche). Su actitud como líder ha vuelto a quedar en evidencia y se acumulan las pruebas de que su mejor momento físico queda cada vez más lejos... y sin vuelta atrás: esta temporada ha sido para él la peor en tiro de tres (32,6%) y cerca del aro (49%). Las penetraciones en las que dejó atrás a su defensor principal bajaron del 44% hace dos campañas a solo un 29% la pasada. Menos explosividad, menos piernas, menos ventajas. El reparto de su producción en playoffs también resulta preocupante: 12,8 puntos en las primeras partes, solo 5,3 en las segundas con un 28% en tiros de campo y un 25% en triples.
El terrible panorama del contrato máximo
Morey tiene claro que después de apostar en febrero por la pareja Embiid+Harden, no va a tirar la toalla a las primeras de cambio. Ahora, por lo tanto, tiene que decidir cuál es su nivel de compromiso con el jugador sobre el que ya intentó construir un imperio en Houston Rockets. La situación es peliaguda por que Harden no firmó, como se esperaba, ninguna extensión después del trade invernal y ahora tiene hasta el 29 de junio para decidir si acepta o no la player option que tiene para la próxima temporada. Cobraría (se llevó la pasada 44,3 millones) 47,4 millones y podría volver a ser agente libre en el verano de 2023.
Si Harden hubiera rendido a su mejor nivel, un contrato máximo sería básicamente una garantía. Y sería, además, el contrato más alto de la historia de la NBA. Harden tienen la opción de acogerse a su player option y firmar una extensión extra (a partir del 10 de agosto) de cuatro años y 223 millones para un total de 270,1 millones hasta el verano de 2027. O puede rechazar al player option y firmar un nuevo contrato con los Sixers por un máximo de cinco años y 269,9 millones. En todo caso, hablamos de un contrato que arrancaría en más de 47 millones y que llevaría al jugador a la temporada 2026-27 en más de 61 millones de dólares. Una campaña que comenzaría con 37 años.
Parece una locura para los Sixers, claro. El periodista Bobby Marks (ESPN), experto en cap y estructura de contratos (trabajó en los despachos de los Nets) lo tiene claro: “De un contrato así se hablaría como de los que tienen ahora Russell Westbrook o John Wall. Sería el peor de la historia de la NBA en tres años”.
A partir de ahí, Morey y los Sixers buscarán fórmulas más económicas o con las suficientes garantías para sus intereses. También se ha filtrado que Harden aceptaría rebajar sus pretensiones y no buscar ese máximo en una situación en la que su mercado no será boyante y consciente de la dificilísima situación económica que ya tiene los Sixers, muy limitados a la hora de buscar refuerzos en cuanto firmen un nuevo contrato con él. Si no acepta la player option, este vínculo podría ser de cualquier cantidad hasta un máximo de 46,5 millones en el primer año con subidas o bajas del 8% a partir de ahí. Si ejecuta la player option, puede firmar una extensión de hasta cuatro temporadas con un salario inicia de 49,7 y, otra vez, una escala de subidas o bajadas del 8% anual. Es, desde luego, uno de los asuntos clave del verano NBA y uno que puede dejar en una situación complicada (muy complicada) o no tan mala a los Sixers en función de cómo se repartan las cartas y se juegue la partida. Hay mucho que negociar.