Michael Jordan, Kobe y el relevo
El actor John Cusak recuerda el último Kobe vs Jordan, en el Staples: "Desde el suelo, Jordan miró a Kobe y le dijo que todo el puto pabellón sabía que no iba a pasar. Y los dos se rieron".
El arco de dos carreras que se tocaron, los dos puntos -inicial y final- que lo conforman. Y un legado. El mejor de siempre, el que más se acercó a su alargadísima sombra. Al menos por estilo y filosofía. Michael Jordan y Kobe Bryant, el deslenguado aprendiz que sentía que tenía que hacerse con todo lo que había a su alcance, demasiado pronto. Su obsesión por acercarse a ese tótem de perfección que acabó cincelando Jordan, que en un giro amargo cerró el círculo llorando a Kobe. Tanto habían sido uno para el otro, cada uno de una manera. Kobe acabó aprendiendo a admitir que por mucho que corriera, Jordan siempre quedaría a la vuelta de la siguiente esquina. Y este terminó por admirar el tesón y la ambición que hacían falta aunque solo fuera para aspirar a su trono. Tal para cual, o más bien dos creaciones del mismo molde. Kobe hecho a partir de una costilla de Jordan. El arco de dos carreras, con dos puntos en el tiempo.
El primer punto, un 17 de diciembre de 1996. Es el decimonoveno partido de Kobe Bryant como profesional, el vigésimo sexto de los Lakers en la temporada. Kobe tiene 18 años y 116 días, y es un suplente contenido como buenamente puede por Del Harris, el entrenador que acabó abrasado algo más de dos años después. Su lugar sería para Phil Jackson, el Maestro Zen que ganó a los Lakers aquel día de diciembre, con sus Bulls pluscuamperfectos: 129-123. Iba a por el segundo título del segundo threepeat, el primero ganado a los Jazz, el verdugo de los Lakers en segunda ronda del Oeste. Michael Jordan tenía 33 años y 304 días. En plenitud de su poder, descargó 30 puntos no muy eficientes (10/32 en tiros) en más de 47 minutos en pista. Scottie Pippen sumó 35 puntos, 10 rebotes y 6 asistencias. Y Dennis Rodman capturó 18 rebotes. Aquellos Lakers eran un gran proyecto de equipo al que le acabaron sobrando muchos fuegos de artificio. Cuando llegaron los anillos, a partir de 2000, estaban Kobe y Shaquille O’Neal pero ya no Nick Van Exel ni Eddie Jones. Otro formato, el del Maestro Zen.
El segundo punto, el 28 de marzo de 2003. Más de seis años después. En el Staples Center, son los Lakers los que vienen de un threepeat. Y ganan, claro: 108-94. Fácil, dieciocho arriba al final del tercer cuarto. Michael Jordan ya no está en los Bulls. Con 40 años y 39 días, está en el partido 72 de su última temporada en la NBA, cerca de su tercera y definitiva retirada. Jugó los 82 partidos, y se fue con 20 puntos, 6,1 rebotes y 3,8 asistencias por partido. En el Staples era el rostro de un equipo inestable, un quiero y no puedo que trataba de acoplar a Jerry Stackhouse, el gran fichaje del verano y un alero con tanta capacidad para anotar como problemas para adaptarse a la presencia gigantesca de Jordan. El equipo, sin fanfarrias, repetió el mediocre 37-45 de la temporada anterior. Jordan anotó 23 puntos con un 10/20 en tiros.
Kobe, en cambio, estaba ascendiendo a la cima de su capacidad. Y jugó obsesionado con la liturgia del relevo, con escenificar el cambio de guardia: anotó 55 puntos con un 17/29 en tiros totales y un 9/13 en triples. Fue un año de 30 puntos, 6,9 rebotes, 5,9 asistencias y 2,2 robos. Tercero en la votación del MVP, en al que fue quinto Shaquille: 27,5 puntos, 11,1 rebotes, 2,4 tapones. Los dos fueron all star y entraron en el Mejor Quinteto. Kobe, también en el defensivo. Shaq firmó en aquel partido 26 puntos y 13 rebotes. En el primer Jordan vs Kobe, en 1996, había acabado con 27 y 13. Curisosamente, casi clavado.
Los Lakers eran un proyecto exhausto. Venían de tres títulos seguidos, una proeza a la que no pudieron dar continuidad. Empezaron 3-9 mientras Shaq se recuperaba de un paso por el quirófano. Llegaron a un infame 11-19, sus peores treinta primeros partidos en una década. Acabaron la temporada con un 39-13, y once victorias en trece partidos, y un 50-32 total. Un acelerón suficientemente fuerte como para que, por el recuerdo de años anteriores, muchos se echaran a temblar. Pero no había más fuelle: sin factor cancha desde primera ronda, los Lakers cazaron a los Wolves (de Kevin Garnett, segundo en la votación del MVP) pero cayeron en segunda ronda contra los Spurs de Tim Duncan, MVP de la regular season… y de las Finales unas semanas después.
El actor John Cusak estaba sentado a pie de pista en el Staples, en aquel último Jordan contra Kobe. El maestro imposible contra el discípulo inevitable. Recuerda así una jugada que ha pasado a la historia y que le pilló justo delante, ante sus ojos: “Todo el mundo sabía que tarde o temprano aquello se iba a convertir en un uno contra uno entre Michael y Kobe. Entonces, en un momento en el que Kobe cogió la bola y mandó apartarse a todos los demás, todo el mundo empezó a sentir la anticipación. Ahí venía: Kobe contra Michael. Kobe empezó a penetrar, Michael se clavó en su camino… y sacó la falta de ataque. Cayó al suelo y tenía a Kobe de pie encima de él. Michael le miró y le dijo: ‘Todo el mundo en el puto pabellón sabía que no ibas a pasar la bola’. Hubo una pausa, pero entonces Kobe se dio cuenta que el viejo veterano le había pillado, que le había ganado esa mano. Y empezó a reírse, los dos empezaron a reírse. Pudimos sentir como se estaba pasando la antorcha ahí. Fue increíble estar allí”.