Tras la victoria de los Celtics sobre los Pelicans a finales del mes de enero, un gesto repetitivo del escolta Marcus Smart, agarrándose su mano derecha, llamó notablemente la atención de los periodistas durante la rueda de prensa. "¿Estás bien? ¿Te has lesionado?", preguntó uno de los acreditados que se encontraban en la sala de prensa, una pregunta que dio lugar a una confesión bastante llamativa del jugador.

"La verdad es que sí, tengo molestias desde el incidente con aquel marco de fotografía", revelaba Smart. Este suceso tuvo lugar hace cuatro años, en enero de 2018, cuando, fruto de un cabreó por frustración, el jugador golpeó el marco de cristal, fragmentándolo en trocitos pequeños, algunos de ellos alojados entre el músculo y la piel de su mano derecha. "Todavía tengo trozos de vidrio de aquel día dentro de la mano", añadió.

Smart tuvo que tomar una decisión en aquel momento. Bien podía parar por completo y someterse a una intervención para limpiar su mano de cristales, bien continuar jugando con estos fragmentos dentro de su cuerpo, lo que se convertiría en una alta probabilidad de sufrir secuelas durante el resto de su carrera: "Los médicos me dijeron que causaría más problemas el intentar sacar los cristales, por lo que todavía tengo cristales dentro".

Tras el incidente, Smart se perdió tres semanas de competición, una cifra bastante baja para lo que podría haber ocurrido: "Me han dicho que tuve suerte de no haberme cortado algunos ligamentos y tendones que me hubieran hecho retirarme". El jugador confirma que sí aparecen de manera regular esas secuelas que advirtieron los médicos: "Juego con dolor, y hay veces que no puedo sentir mi mano".

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El incidente

Todo se produjo en enero de 2018, tras una mala racha de juego de Boston Celtics, en una gira de partidos como visitante. Smart, conocido en la NBA por su fuerte carácter, golpeó un marco de cristal del hotel donde se hospedaban los Celtics con su mano derecha, provocándole varios cortes que, en un principio, parecían leves.

Tras esto la decisión del equipo médico y Smart fue no intervenir, puesto que operar la mano en esas circunstancias suponía cierto riesgo de derivar en una lesión más grave y duradera, lo que a la larga ha tenido efectos adversos de forma crónica.