NBA | TIMBERWOLVES 102 - SIXERS 133

Empieza la fiesta: Harden debuta, Embiid se sale y la NBA tiembla

Buen debut de James Harden, nueva exhibición de Embiid y tremenda victoria de los Sixers en Minnesota. La nueva pareja de la NBA ya está aquí.

0

En la previa, Joel Embiid dirigió su consabida verborrea a Ben Simmons para hablar de James Harden: "No va a ser difícil jugar con él. Sabe tirar y no es limitado en ataque". Tras el encuentro, el que habló fue Daryl Morey: "Harden fue un genio del baloncesto y lleva mucho tiempo queriendo jugar con Embiid". Y, entre medias, victorias por paliza en Minnesota con debut de La Barba y sensaciones inmejorables en el seno de un equipo que mira con (mucho) optimismo a lo que le queda de temporada. Es el primer partido ganado por los Sixers tras el All Star (y el primero que jugaban), el segundo consecutivo y el cuarto en cinco partidos. Una racha más positiva para un equipo que lleva, gracias a su amado líder (Embiid) una gran temporada y se coloca en el tercer puesto de la Conferencia Este con un récord de 36-23 y muchos motivos (o no tantos) para pensar en positivo.

Harden ejerció de base y no perjudicó a la velocidad del estilo de los Sixers, que ocupan el cuarto puesto por la cola en pace (ritmo de juego) y fluctúan de un lado a otro de la pista de una forma muy agradable para un Harden que se adaptó muy bien en su estreno. Buscando (y encontrando) a sus compañeros, en buena sintonía con Embiid, siendo una de las voces de la plantilla y con una química adecuada con Doc Rivers, un entrenador que no le quería especialmente pero que tendrá que hacer ahora gala de la mejor parte de una reputación tocada, que es la suya: su cercanía a los jugadores, su buen hacer, su capacidad para tener a la gente en sintonía y sacar lo mejor de cada miembro de su vestuario. Eso que hizo en los Celtics, del Ubuntu, del anillo de 2008, y que tendrá que repetir más de 14 años después tras muchos desmanes y con una personalidad objetivamente complicada.

Las estadísticas acompañaron la exhibición, una paliza inequívoca de 31 puntos en campo rival: Harden finalizó con 27 puntos (en 12 tiros), 8 rebotes y 12 asistencias, mientras que Embiid se fue a 34 tantos (con 10 de 18 en tiros de campo), 10 rechaces y 3 pases a canasta. Les acompañó magistralmente Tyrese Maxey con 28 puntos y un extraordinario 12 de 16 en la serie de lanzamiento, uno de esos jugadores que Morey se negó a traspasar en el movimiento del mercado, el que trajo a su jugador fetiche a los Sixers y sacó de allí a Ben Simmons ese chivo expiatorio que ha acabado hartando a Embiid, a la afición y a la totalidad del organigrama de la franquicia de Philadelphia. Los Nets, por cierto, también se quedaron contentos con el resultado de la operación y sueñan con llegar a playoffs con todos sus efectivos sanos y sin restricciones de vacunación para Kyrie Irving. Ojo que van octavos y a poco que mejoren podrían verse con los Sixers en primera ronda. Sería apoteósico, eso seguro.

En los Wolves, que no son una de las sensaciones de la temporada pero sí un muy buen equipo que está cuajando un curso muy meritorio y apunta, salvo sorpresa, a sus segundos playoffs desde 2004 (finales del Oeste con Kevin Garnett antes de una crisis pantagruélica), hubo poca cosa esta vez. Venían de conseguir una fantástica victoria ante los Grizzlies, pero en esta ocasión cedieron el protagonismo a un equipo que ya lo tiene en demasía. Al final, 25 puntos de Karl-Anthony Towns y 21 de D'Angelo Russell antes de ponerse a pensar en cosas más jugosas y apetecibles. En rivales más directos, cercanos y ganables. De momento, los Sixers sonríen, todo parece encaminado, por fin, a unos playoffs en los que serán candidatos por talento y nombres propios y la maldición de la franquicia, que no pasa de las semifinales del Este desde 2001 (Allen Iverson, Dikembe Mutombo, Larry Brown...) podría llegar a su fin. Podría. Luego hay que ganar, claro. Y eso, en la NBA, nunca es fácil. Embiid lo sabe. Y Harden, curtido en mil batallas y algún que otro fracaso en el momento de la verdad, también. Mejor que nadie.