NBA | MAVERICKS 107 - SIXERS 98

Embiid baila al son de Luka Doncic

Partido descomunal del esloveno y exhibición de energía de sus Mavericks, que remontan 16 puntos a unos Sixers superados en la segunda parte. Luka Doncic, mejor que Joel Embiid.

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Joel Embiid jugó en Dallas el partido 300 de su carrera NBA. Como favorito, ahora mismo, para el MVP. Con un nivel descomunal en defensa y en ataque y al frente de unos Sixers con un ojo puesto en la apretadísima clasificación del Este y el otro en la cuenta atrás para el cierre de mercado: 10 de febrero y los rumores de una megaoperación James Harden-Ben Simmons circulando como la pólvora. Los Sixers no perdían dos partidos seguidos desde mitad de diciembre, y no parecía que fueran a hacerlo en Dallas… hasta que todo cambió. Territorio comanche, ambiente casi de playoffs, partido muy duro y muy buena victoria de los Mavs: 107-98. Los dos equipos son quintos de sus Conferencias. Los Sixers (31-21) están con las mismas derrotas que el tercero pero con solo dos partidos y medio sobre el play in, la misma distancia que los Mavs en un Oeste en el que (30-23 ahora) parecen un islote entre los cuatro primeros y el resto. Veremos.

Fue una gran noche para los Mavs, que habían dejado dudas últimamente después de un muy buen tramo de baloncesto. Porque volvieron a ganar desde su defensa, una de las sorpresas de la temporada, desde su convicción competitiva… y desde la distinción estelar de Luka Doncic. Que, con Joel Embiid enfrente, fue de largo el mejor jugador de un partido que acabó bailando a su son: 33 puntos, 13 rebotes, 15 asistencias. Un par de mates de póster y más de 40 minutos a toda máquina en pista. El cambio físico es obvio, la locomotora ya marcha a pleno rendimiento: “Han sido muchos minutos y estoy cansado… pero cuando empezó la temporada no podía estar tanto tiempo en pista”. Es así de sencillo. A este nivel físico, Doncic vuelve a ser uno de los jugadores más determinantes de la NBA. Escuchó cánticos de MVP y se ofreció a pagar bebidas para todo el público durante un parón de 44 minutos en el primer cuarto por el fallo de un aro que hubo que reemplazar. Los Mavs, claro, no tenían forma logística de cumplir el deseo del esloveno, pero la comunión con la grada, la de todo su equipo de hecho, es obvia.

Y eso que la cosa empezó torcida: Embiid (acabó con 27 puntos, 13 rebotes y 4 asistencias y 3 tapones) dirigió un gran primer tiempo de un equipo que encontró buenos tiros y defendió con precisión, con Thybulle y Green apretando a Doncic. El 24-33 del primer cuarto se convirtió en 24-40 antes de que los Mavs dedicaran el resto del primer tiempo (53-63 al descanso) a hacer la goma. Pero después todo cambió. Embiid pasó de 12 tiros libres lanzados en la primera parte a solo 9 en la segunda. Los Sixers, de esos 63 puntos a 35 después del descanso. Como les sucede demasiado a menudo, les mató una defensa en zona de su rival, unos Mavs sin Hardaway ni Porzingins pero con una enorme determinación; físico, energía… y Doncic. Jalen Brunson (19+5+4), Powell (14+5) y Finney-Smith hicieron un trabajo enorme, Reggie Bullock anotó los triples quirúrgicos en los momentos precisos (acabó con 20 puntos) y Doncic hizo el resto. Nada más salir de vestuario, los Mavs arreciaron: de 57-69 a 79-76. Después, en el último cuarto, volvieron a escapar del último golpe de los Sixers, que abrieron con un 0-11 (85-89) antes de ceder definitivamente con dos triples de Bullock y un 2+1 de Doncic (103-96 a 100 segundos del final).

Los Mavericks necesitaban una victoria así, con un esfuerzo así y en un ambiente así. Embiid y sus Sixers ardieron después de parecer una amenaza gigantesca, acabaron apocados y sometidos al baile de un Doncic que lleva ocho triples-dobles esta temporada y 44 en su carrera. Décimo en el histórico con Larry Bird (59) justo delante. Pero ojo a este dato, que habla por sí solo: desde el inicio de la temporada 2019-20, ha habido en la NBA trece partidos de al menos 30 puntos, 10 rebotes y 15 asistencias. Ocho los ha firmado Luka Doncic, cinco todos los demás. Así, sin kilos extra y con la energía disparada, el esloveno juega a nivel de aspirante al MVP. Lo vimos las dos últimas temporadas, lo estamos volviendo a ver ahora. Es así de claro, así de sencillo.