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LOS ANGELES CLIPPERS

¿Qué ha pasado con Ibaka?

Campeón con los Raptors en 2019, Ibaka ha sido relegado a un papel secundario tras su lesión de espalda al final del curso pasado. Podría salir de los Clippers en el mercado.

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¿Qué ha pasado con Ibaka?

En 2019, Serge Ibaka se proclamaba campeón de la NBA. Fue el clímax del jugador hispano-congoleño, su mejor momento en la mejor Liga del mundo. Y lo consiguió, además, en una gran temporada: 15 puntos (rozando el máximo de su carrera) y 8,1 rebotes de promedio, un 53% en tiros de campo y un papel clave en los dos lados de la pista. En las Finales ante los Warriors, se fue a 11,3 puntos por noche, con 20, 15 y 15 tantos en los tres últimos duelos. Ganó junto a Marc Gasol y Sergio Scariolo. Y en un equipo en el que estaban Danny Green, Pascal Siakam, Fred VanVleet... y Kawhi Leonard, claro. Fue el momento más grande de Ibaka como jugador profesional, uno que le reserva su sitio en los grandes libros de historia y que permite al ala-pívot ganar el premio más grande en una entidad, canadiense para más inri, que jamás lo había ganado. Y, ya se sabe, un campeón lo es para siempre.

Desde entonces, Ibaka ha ido para abajo. Disputó una temporada más en los Raptors con el séptimo partido de las semifinales de Conferencia, en la burbuja y ante los Celtics, como límite. Y, tras esto, el proyecto se disolvió: Kawhi y Danny Green ya se habían ido a Los Angeles (uno a los Clippers y el otro a los Lakers), Marc Gasol puso rumbo al equipo angelino un año después y luego retornó a España e Ibaka firmó por los Clippers en lo que se consideró entonces un movimiento magistral de la entidad propiedad de Steve Ballmer. Sin embargo, lo que fue una primera temporada prometedora acabó con una dura lesión de espalda que ha dejado trastocado a un jugador que tiene una carrera meteórica, pero de futuro incierto.

Ibaka promedió en su última temporada en Toronto 15,4 puntos (máxima de su carrera) y 8,4 rebotes (segunda mejor marca), alternando titularidades con salidas desde el banquillo, y se ganó un puesto en unos Clippers que necesitaban desesperadamente poder interior y un buen jugador en una posición que no tenían bien cubierta. Con los angelinos, estaba en más de 11 puntos y 6 rebotes en 41 partidos, 39 de ellos de titular, pero el 14 de marzo de 2021 se lesionó ante los Pelicans. El ala-pívot intentó forzar para llegar a playoffs, pero apenas pudo aportar en la machada del equipo de Tyronn Lue, que se coló en finales de Conferencia por primera vez en la historia de la franquicia con Kawhi Leonard (y demás) lesionados.

En el presente curso, Ibaka ha vuelto tarde y mal, pasando por la G-League, sin la explosividad de antaño, algún que otro problema físico y con dificultades para desarrollar las virtudes que le convirtieron en un jugador extraordinariamente respetado en la Liga. Solo promedia 14,7 minutos de media (el mínimo de su carrera), además de llegar también a sus mínimos en puntos (6,2) y rebotes (4,1). Ha sido relegado a un claro segundo plano en el esquema de Tyronn Lue, tiene poco protagonismo en una rotación tocada por el coronavirus y las lesiones y apenas intenta 5 tiros por partido. Su máximo de minutos ha sido 29, de puntos 17, de rebotes 11 y de 2 en tapones, una cualidad muy grande en sus primeros años en Oklahoma.

En este punto, solo falta por ver cuál será el futuro de Ibaka. El jugador está en el mercado y los Clippers, que no han tirado la temporada sin Kawhi ni Paul George, tienen también disponibles para un posible traspaso a Marcus Morris, Eric Bledsoe, Ivica Zubac o Nicolás Batum. Ibaka podría salir (cobrará 9,7 millones de dólares este curso tras ejercer su player option) y, llegue a donde llegue, necesita hacer un buen papel para futuros contratos. En la parte negativa, su operación de espalda y todo lo ocurrido en los últimos meses; pero en la buena también hay cosas: tiene todavía 32 años, ha respondido con eficiencia a los pocos minutos que tiene en pista, es conocido por su profesionalidad y aporta una buena experiencia de cara a tratar con jugadores más jóvenes.

Hay más de una opción de traspaso para Ibaka: los problemas de los Bulls con la indolencia defensiva de Vucvevic podrían llevarle a los Bulls, que en contrapartida tienen poco que ofrecer en un posible traspaso. Los Nets podrían ser otra opción: la excepción salarial de Spencer Dinwiddie (algo más de 11 millones de dólares) y algún joven como Nic Claxton o Cam Thomas serían parte del movimiento de un equipo sin plan defensivo y carente de un reboteador sólido. Afloran también unos Jazz en crisis,donde Hassan Whiteside no da garantías para playoffs y el experimento de Eric Paschall en small balla penas ha cuajado, pero los de Salt Lake City tienen poco que ofrecer. En los Nuggets, que podrían dar al joven Zeke Nnaji o incluso a un base como Facundo Campazzo, podría dar minutos de calidad para que descansara un Nikola Jokic que lo asume todo.

Más allá de los posibles destinos de Ibaka, lo que está claro es que el jugador ha iniciado su declive, pero que todavía tiene cosas que aportar y que cuadraría en un papel (más o menos) secundario en casi cualquier equipo de playoffs. Alejado de su prime, el ala-pívot es capaz de aportar aún en la mejor Liga del mundo. Y, si le respetan las lesiones, en los Clippers o fuera de Los Ángeles, puede hacer un buen final de temporada y seguir teniendo un papel en una NBA que conquistó en 2019. Un legado extraordinario, enormérrimo y maravilloso del que no todo el mundo puede presumir en una NBA que no espera a nadie. Y eso ya lo sabe Ibaka, que suma ya 13 temporadas de experiencia en la competición norteamericana. Casi nada.