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BROOKLYN NETS

Las dudas de los Nets: ¿pesa más el talento o la locura?

Sin plan defensivo, la inoperancia de Steve Nash y un Kyrie que juega solo fuera de casa, los Nets suman a base de talento, pero no terminan de convencer.

Sin plan defensivo, la inoperancia de Steve Nash y un Kyrie que juega solo fuera de casa, los Nets suman a base de talento, pero no terminan de convencer.
Dustin SatloffAFP

Phil Jackson dijo hace tiempo que los playoffs se decidían con un porcentaje muy grande de talento y algo de suerte. Lo primero lo tienen los Nets, que en ningún momento se han encontrado, desde el inicio de este proyecto lleno de estrellas, con lo segundo. Pero las excusas se acaban, el tiempo pasa y no parece que los neoyorquinos convenzan a nadie de que van por un camino que les conduzca al anillo. Eso sí, siguen siendo aspirantes, candidatos legítimos, por la enorme cantidad de calidad que hay en sus filas. Y porque tienen a Kevin Durant, un jugador histórico, absolutamente generacional, que es capaz de levitar en una pista de baloncesto y de convertirse en un ser celestial, a la par que diferencial, para poder voltear una eliminatoria e, incluso, ganar un anillo.

De momento, nadie habla de anillos cuando las conversaciones giran en torno a los Nets. O sí. Pero no de la manera que todo el mundo suponía hace unos meses, cuando Joseph Tsai consideró que con Durant y Harden bastaba y se plegó al discurso progresista en favor de la vacunación para descartar a Kyrie de sus planes. No ha pasado mucho tiempo para que la incoherencia se apodere del magnate en particular y de la NBA en general. En lo referente a la competición, por salirse de la narrativa y el discurso habitual y demostrar que vale más la lucrativa jornada de Navidad que la salud de los jugadores. Con Tsai, la cosa es peor: "El objetivo siempre ha sido ganar", dijo para justificar el retorno de un Irving del que renegó no mucho antes. Al final, el base gana la partida, no se vacuna y regresa solo para los partidos de fuera, ya que en Nueva York, igual que en Los Angeles, no se puede participar en competiciones deportivas sin la pauta completa de vacunación.

Dentro de las contradicciones, los Nets suman victorias. Pero lo hacen a cuentagotas, por inercia más que por merecimiento, por talento y no por juego. Y con un Durant superlativo: 29,8 puntos, 7,7 rebotes y 5,8 asistencias para el alero, multifunción total y todoterreno extraordinario. La situación le está obligando a multiplicarse y a tener unas estadísticas que redondea con casi el 52% en tiros de campo, un 36% en triples y un 89,2% en tiros libres. Y lleva 34 partidos disputados, solo uno menos que el total del año pasado, cuando se fue a un 45% en tiros de 3 y no tuvo continuidad hasta playoffs, donde demostró que el talón de Aquiles solo había sido, para él, un bache en el camino. Eso sí, Durant juega 37,4 minutos por noche y está siendo sobreutilizado con 33 años. Del 10 al 16 de diciembre, promedió 37,5 puntos con unos porcentajes de tiro espectaculares (50/40/94), incluido un encuentro de 41 minutos ante los Pistons y otro con prórroga (más de 48), ante Toronto. Fue una racha de cuatro partidos en las que se fue a 41,8 minutos por noche. Y los Nets sumaron cuatro victorias claro. Pero, ¿a qué precio?

De Nash a Harden, pasando por Kyrie

Desde que Kyrie y Durant aterrizaran en Brooklyn y acabaran con el buen hacer de Kenny Atkinson entre bambalinas (el base disputó ese año 15 partidos y el alero ninguno), la búsqueda de un entrenador que se pliegue a sus deseos y les deje hacer con comodidad fue el gran objetivo. Jacque Vaughn gustaba a las estrellas, pero se le relegó al puesto de asistente mientras se encumbraba a Steve Nash, todo un neófito en el mundo de los banquillos pero con una carrera intachable como jugador, una a la que solo le faltó el anillo. Con Mike D'Antoni y el propio Vaughn de asistentes, Nash tenía las espaldas protegidas y la ausencia de un plan, unido a las lesiones en los playoffs, en los que se dedicó a no hacer ningún cambio, le justificaron en su año rookie. Sin embargo, el equipo sigue a la deriva y su participación en la táctica del equipo parece inexistente. En defensa, nada de nada; en ataque, talento individual. En otras palabras: problemas.

El nivel de Harden está siendo más que cuestionable (22,2+8,1+9,7 de promedio), con problemas en el tiro (por debajo del 42% en tiros de campo, la segunda peor cifra de su carrera), problemas físicos y mucha fatiga en los finales de los partidos. Kyrie, un jugador históricamente bueno, solo puede disputar los partidos como visitante, lo que dificulta su encuadre en el sistema táctico y, en una serie de playoffs, obliga al equipo a reajustarse con dos noches de diferencia y a que Durant y Harden pasen de repartir sus lanzamientos con una tercera estrella a asumir en demasía y hacer el juego más predecible. Y todo esto con LaMarcus Aldrige lesionado junto a James Harden y una baja de mayor duración, la de un Joe Harris que deberá regresar con la muñeca fina (promedió un 47,5% en triples, líder de la Liga, el año pasado) tras jugar solo 14 partidos, para desatascar ciertos aspectos de la ofensiva de los Nets.

En el resto de la plantilla, Blake Griffin no está siendo el del año pasado, no existe un pívot puro (mejor que no exista a que ande por ahí DeAndre Jordan, otro del año pasado) y Patty Mills lidera, con más del 40% en triples una intendencia que está siendo inconstante y que se dedica a acompañar a Durant, que personifica las 25 victorias que lleva un equipo (por 14 derrotas) que, a pesar de todo, va segundo de la Conferencia Este e, insistimos, es candidato al título por el extraordinario talento que hay en sus filas. Eso sí, algún tipo de protagonismo de Bruce Brown, poca continuidad de un Claxton que ve perjudicado su tiempo de juego por la presencia de Aldrige (y, en menor medida, de Griffin) y gente como Bembry, Cam Thomas o Jevon Carter van y vienen, mientras a Paul Millsap le pesan los años (36) más que la búsqueda de un anillo que nunca ha ganado.

El tiempo de reacción

Para los Nets hay una noticia fantástica que les permite ver el vaso medio lleno: con todo esto, Harden jugando lesionado, sin Kyrie, una ristra de molestias físicas tremendas y sin cambios, se quedaron a unos pocos centímetros y cuatro puntos de superar una eliminatoria que habría supuesto, quién sabe, el anillo. Solo con Kevin Durant, que sumó 53 agotadores minutos (de 53 posibles, para 48 puntos) esa noche, estuvieron muy cerca de superar a los Bucks en el séptimo partido de las semifinales del Este. Por lo que sí, los Nets son candidatos a pesar de la mala defensa, los cambios de opinión, las lesiones, el coronavirus o la gestión de un Nash que da la sensación de no hacer nada y que estará al frente del proyecto hasta que lo decidan Irving, Durant y compañía. Así fue con Atkinson y así ha sido desde que LeBron puso rumbo a Florida con la malograda The Decision, una pésima gestión de imagen que Jim Gray, de la ESPN, no pudo contener y que puso a la opinión pública contra LeBron (hoy ya no es así), mientras se iniciaba la era del jugador empoderado.

Y no todas las noticias son malas: Durant es candidato legítimo a MVP y máximo anotador de lo que llevamos de curso, los Nets son el octavo mejor ataque de la Liga, los décimos que más rebotes atrapan (cuartos en rebotes defensivos), sextos en asistencias, séptimos en tapones, cuartos en porcentaje de tiros de campo y primeros en porcentaje de tiros libres. También son un buen equipo en transición y tienen un juego veloz (sexto pace, ritmo de juego, de la Liga), además de un net rating positivo, el décimo mejor de la NBA. La mala noticia son las derrotas contra los equipos de arriba: dos ante los Bucks de Giannis, otras tantas contra Chicago, una ante los Warriors, una ante los Suns, una ante los Grizzlies y otra ante los Heat. No han ganado a ninguno de estos equipos este curso. Rivales duros, a tener en cuenta para el campeonato, aspirantes en mayor o menor medida y que han tenido cierta constancia y consistencia en una temporada en la que casi todos están mal.

Así están los Nets, que cada vez tienen más difícil ver el vaso medio lleno, pero tienen motivos para confiar. Porque Bucks, Bulls o cualquier otro equipo va a tener que ganar siete partidos a unos talentos indestructibles (el año pasado ya sufrieron para hacerlo), tienen unas estrellas con sobrada experiencia tanto en la victoria como en la derrota, jugadores generacionales, una intendencia debilitada si no se le saca jugo pero algún rasgo de calidad también en las partes más hondas del banquillo. Y sí, es difícil cambiar el chip de repente y ponerte a defender. Pero los Nets son mucho más que eso: un equipo lleno de dudas, que genera incertidumbre y acapara focos en un mercado grande que tiene, además, la historia de la temporada (Kyrie y sus cosas). Un equipo que tiene a James Harden y Kyrie Irving. Y, sobre todo, un equipo que tiene a Kevin Durant, dos veces campeón de una NBA que no espera a nadie ni le esperó a él, un tipo que llegó a tiempo a la grandeza y los anillos. Un jugador legendario que estuvo a punto de ganar él solo una serie taquicárdica, a la par que titánica, el año pasado a los Bucks. Un hombre comprometido con la historia. Y con él, todo es posible. Ya lo ha demostrado.