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PORTLAND TRAIL BLAZERS

Lillard, en la encrucijada

El base protagoniza el peor inicio de su carrera, con mínimos históricos en puntos y porcentajes, en una temporada clave para su futuro y el de Portland.

PHILADELPHIA, PENNSYLVANIA - NOVEMBER 01: Damian Lillard #0 of the Portland Trail Blazers looks on after losing to the Philadelphia 76ers at Wells Fargo Center on November 01, 2021 in Philadelphia, Pennsylvania. NOTE TO USER: User expressly acknowledges and agrees that, by downloading and or using this photograph, User is consenting to the terms and conditions of the Getty Images License Agreement.   Tim Nwachukwu/Getty Images/AFP
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Tim NwachukwuAFP

El pasado mes de junio Damian Lillard hacía temblar los cimientos de la NBA. La estrella diferente, la que parecía imposible de seducir por las ventajas de los grandes mercados, el jugador fiel a los colores, un One Club Man como dicen en el fútbol, dejaba caer por primera vez en su carrera un cambio de aires. No pidió el traspaso, pero sí advirtió un hartazgo por los resultados y el juego de su equipo que sonaba a aviso: o cambiamos ya o me marcho. La franquicia se movió rápido. Terry Stotts, que llevaba entrenando al equipo desde el mismo momento en que llegó Lillard (2012), dejaba su puesto para que lo ocupara Chauncey Billups, una leyenda de las pistas sin mayor experiencia en los banquillos que una temporada, la pasada, como asistente de Tyron Lue en los Clippers. Pero lo más importante, más que toda la experiencia posible, es que Billups era del agrado de Lillard.

Esa era la cuestión a resolver en verano, la continuidad de la estrella que iba a comenzar a cobrar su última renovación: 4 años y 177 millones de dólares, empezando por los más de 39 que se lleva este año y que le colocan como el octavo mejor pagado de la liga. Así que, con un entrenador nuevo de su gusto y un contrato que le da los millones y los años de tranquilidad necesaria, lo lógico era pensar que el problema se había acabado... ¿O no? La NBA desde hace años tiene algo que, depende con el ojo que se mire, puede ser o muy bueno o muy malo. Pero es así: los traspasos, los cambios de equipo, los rumores, la inestabilidad de los proyectos por el continuo movimiento de jugadores, especialmente de la estrellas, están a la orden del día. Para que nadie hablase de un posible futuro de Lillard lejos de Portland habría hecho falta un inicio de curso perfecto de los Blazers y del base. Y no está pasando ni una cosa ni la otra.

Lillard está jugando peor que nunca. Cualquiera se puede dar cuenta viendo los partidos, pero es que las estadísticas no perdonan. Poniendo todo en barbecho, ya que sólo ha disputado siete encuentros, promedia menos puntos que nunca (18,6), menos incluso que en su temporada rookie. Nunca había robado tan pocos balones (0,4); hasta ahora su peor año fue el segundo con 0,8, el doble que ahora. Y quizá lo más preocupante en un jugador como él: los porcentajes de tiro, tanto de dos como de tres, están siendo muy malos. De dos promedia un 49,6%, igualando su peor marca en su año de debut, mientras que tres está en un horrible 23,1%. Un jugador que en su carrera anota un 37,3% de los triples que intenta y que nunca ha acabado una temporada por debajo del 34%.

La resaca del verano

Las causas se pueden buscar en la supuesta lesión abdominal que sufrió durante la disputa de los Juegos Olímpicos y que le ha impedido llegar en plena forma al inicio de curso. O al cambio de sistema en ataque que está implementando Billups, que está dejando de promover los bloqueos para que Lillard tire tras bote en posiciones ventajosas (una situación en la que el base es letal), para centrarse en un mayor movimiento de balón que implique a más jugadores. "Sí, puede que tenga algo que ver con eso", confesaba el entrenador cuando le preguntaban por los problemas en el tiro de su estrella. Lillard, sin embargo, no quiere poner excusas. Al contrario, ve esta situación como una oportunidad:

"Siempre veo estas malas rachas como una oportunidad para mostrar mi verdadero carácter. Cuando las cosas van bien hay muchos elogios. Mucha gente te da crédito, hablan muy bien de ti en las redes sociales, en la televisión. "Oh Dame metió 60, Dame metió 50". Hablan muy bien de ti. Pero creo que dice más de ti cuando estás pasando por algo malo, cuando estás luchando y nada sale y todos tienen algo que opinar. Para mí los verdaderos jugadores pueden seguir adelante y encontrar la manera de hacer su trabajo. Así que, personalmente, lo acepto. No es divertido. No es fácil, pero es parte de mi ADN. Así es como llegué a donde estoy ahora. No estoy enojado, estoy frustrado. Lo veo como un desafío y es uno que acepto y sé que saldré por todo lo alto como siempre lo hago".

Todo esto lo dijo después de firmar un 7/20 en tiros y un 2/9 en triples en la derrota de los Blazers el lunes por la noche ante unos Sixers sin Simmons (obviamente), sin Embiid, sin Tobias Harris y, a partir del tercer cuarto, sin Danny Green. Entre cánticos de "Queremos a Lillard" de la grada de Filadelfia. "No me extraña, nosotros también le queremos", decía Billups. En Portland están 3-4, décimos en un Oeste más incierto que nunca. El equipo trata de adaptarse a un nuevo entrenador y Lillard trata de encontrar su punto de forma y de juego que le vuelva a situar en la élite de la liga. Pero mientras tanto los rumores no desaparecen y todo lo que sea alargar esta situación amenaza con hacerlos crecer. Y Lillard, el otrora One Club Man de la NBA, ya ha dado síntomas de que le mecha de la paciencia se le ha acortado.