Kyrie manda en la polémica
El base se fue a 40 puntos y lideró la victoria de unos Nets que cerraron el partido con polémica y desde la personal. Los Knicks, enormes, se quedan sin premio.
En un mundo en el que se juzga antes lo peor que lo mejor, es predecible que el aficionado medio no sepa con qué quedarse de Kyrie Irving. Quizá con esa mala cabeza que le hace decir cosas absolutamente incomprensibles en el siglo XXI ("la Tierra es plana"), defender causas justas en momentos de lucidez (Black Lives Matter), pero destrozar la dinámica de determinados equipos (las cosas de los Celtics), mostrar la peor cara del empoderamiento del jugador y desaparecer sin dar explicaciones (eso ha sido este año), para ser visto en la celebración de un cumpleaños en plena pandemia del coronavirus. Cualquiera pensaría que con semejantes actos se necesita una gran dosis de méritos deportivos para compensar una personalidad absolutamente imposible de analizar, sin retorno, y con más incomprensión que rechazo. Y la realidad es que también es lícito quedarse con su versión en pista, donde Kyrie es un jugador único, que hace olvidar a la persona, demuestra un talento inconmensurable y es capaz de hacer cosas que se escapan al entendimiento de analistas, pero también del público, ese juez inmisericorde que señala la dirección de la opinión pública, pero que no sabe qué decir de un hombre cuya calidad es directamente proporcional a su mala cabeza.
Ahí, en la ambigüedad, es donde se mueve Kyrie. En una temporada atípica se ha formado en Brooklyn un equipo lleno de superestrellas, que ha juntado a Kevin Durant y James Harden con el talentoso base. El big three solo ha disputado siete partidos al completo, y si bien ha sido James Harden el que ha llevado la batuta incluso optando al MVP (algo que sigue haciendo), Kyrie siempre ha mantenido un nivel óptimo, una regularidad inopinada y ha seguido haciendo gala de su incuestionable talento. Y, desde su misteriosa desaparición en enero, que ni el cuerpo técnico, ni compañeros ni directivos consiguieron explicar, parece en sintonía con el grupo y ha concatenado una serie de buenos partidos en un periodo de tiempo más o menos importante, por primera vez desde que salió de los Cavaliers. De Ohio salió para, según dijeron ciertos entornos, "escapar de la sombra de LeBron", algo que no hizo en Boston y tampoco el año pasado, el primero que vivía en Brooklyn, donde aterrizó tras jurar y perjurar que renovaría con los Celtics. Y ahora, en un equipo que ha pasado de ser candidato a favorito, parece que empieza a emerger y a mostrar que puede escribir su propia historia. Aunque esté llena de matices de gris.
Ante los Knicks, Kyrie ha tenido uno de esos partidos en los que ha vuelto a demostrar algo. Quizá no su razón de ser, pero sí que está aquí por una razón. Que puede ser, quién sabe, ganar otro anillo. Su actuación ha sido asombrosa: 40 puntos y 7 asistencias con solo 2 pérdidas en 37 minutos, con una serie de tiro espectacular (15 de 28, 5 de 12 desde el exterior) y un triple en el clutch time que dejaba el resultado en 112-107 con menos de un minuto para la conclusión. Dos tiros libres de Julius Randle (mal en el tiro, pero con un partidazo de 19 puntos, 15 rebotes y 12 asistencias) y un triple de Alex Burks (6+6+2) empataban el choque, pero una protestada falta de Reggie Bullock (21 puntos con 5 de 10 en triples) sobre Jeff Green (23 tantos al final) daba la ventaja definitiva a los locales, que defendían el tiro a la desesperada de Randle tras tiempo muerto y certificaban la victoria. La sensación es que Bullock toca balón y que los árbitros favorecieron ligeramente a los locales en decisiones clave, aunque esta vez no hubo tangana, como sí pasó el 15 de marzo, cuando hubo que sujetar a un enfadado Julius Randle. Ese día, por cierto, Kyrie anotó 34 puntos. Se le da bien jugar contra los Knicks, no hay duda.
Tom Thibodeau no acabó especialmente contento con esa última falta ni alguna que otra polémica, pero mantiene a los Knicks en la pelea de los playoffs, que no consiguen desde 2013. Van con un récord de 25-26, que les obligaría a disputar el play-in, pero tienen a los Celtics a tan solo medio partido, mientras que tienen un partido y medio de ventaja sobre los Pacers y 3,5 respecto a los Bulls. Immanuel Quickley se ha diluido y sus minutos de juego también, pero R.J Barret se ha ido a los 22 puntos (4 de 6 en triples) ante los Nets y refuerza esa idea de Thibodeau de hacer pocos cambios y exprimir al máximo a sus jugadores mirando lo menos posible al banquillo. Como curiosidad, por cierto, los Knicks disputarían, en una situación normal (sin play-in) la primera ronda contra los Nets. El equipo de Steve Nash, que sigue vivo y ha conseguido que nadie hable de él dentro de una franquicia de la que todo el mundo habla, va líder de la Conferencia Este (35-16) y refuerza su posición de favorito sin que la ausencia de alguna de sus estrellas (al fin y al cabo, de eso tienen de sobra) se note. Ya han dicho que no van a correr con Durant, tienen a Blake Griffin (no jugó) y LaMarcus Aldrige (8+6+2 en 29 minutos) integrados en el grupo y miran al anillo. Y, con Kyrie a este nivel, son favoritos para ganarlo. Sin duda.