NBA | HORNETS 111 -SIXERS 118

Nadie puede con Joel Embiid

El pívot, uno de los más firmes candidatos al MVP, destroza a los Hornets con otra exhibición. Los Sixers, 16-6, dominan la Conferencia Este con puño de hierro.

Jared C. TiltonAFP

Los Sixers siguen a lo suyo. En un mundo paralelo, la franquicia de Philadelphia ha decidido que es hora de vivir al margen de todo y poner la directa hacia un intento de anillo que quieren que sea tal, y no sólo el simulacro de un proyecto que podría ser algo. Los condicionantes en forma de futuribles no han dado nada al Proceso en los últimos tiempos, y el tope han sido unas semifinales del Este que han alcanzado hasta en dos ocasiones, por mucho que en la última de ellas estuvieran más cerca de todo para quedarse otra vez sin nada (aquel tiro de Kawhi). El premio es demasiado escaso para un equipo que juega en una ciudad que entiende el baloncesto, pero que no llega a las finales de Conferencia ni a las propias Finales (obviamente, va unido), desde que Allen Iverson lo hiciera en 2001 con Dikembe Mutombo, Larry Brown y compañía. Una espera demasiado larga para una entidad absolutamente histórica por la que han pasado grandes nombres históricos, desde Wilt Chamberlain a Charles Barkley, pasando por Julius Erving y Moses Malone. Y que cuenta, ojo, con tres anillos en sus vitrinas: dos con su denominación actual (1967 y 1983) y uno anterior, cuando eran los Syracuse Nationales, en 1955.

Con semejante historia, los Sixers están en proceso de recuperar la gloria perdida. Lo harán sin Brett Brown, ese entrenador paciente que se comió El Proceso y ha demostrado servir para perder más que para ganar. Y con Doc Rivers y Daryl Morey al frente: el primero, un buen tío y excelente entrenador, que ha visto como su reputación se diluía a medida que encadenaba un fracaso tras otro en los Clippers, donde ha errado en su intento de llevar a las finales del Oeste a un equipo que no la ha disputado en sus 50 años de existencia, y con dos rondas (2015 y 2020) en las que se ha dejado remontar un 3-1. El segundo, uno de los mejores directivos de la era moderna, precursor (entre otros) de la era del triple y un genio de las matemáticas, busca la reivindicación en forma de títulos que no ha logrado en unos Rockets que no han podido triunfar de su mano y la de, en los últimos tiempos, James Harden y Mike D'Antoni. Por lo tanto, se juntan en los Sixers un entrenador en busca de la redención, un directivo de su triunfo definitivo y dos estrellas (Ben Simmons y Joel Embiid) que llevan mucho sainete a rastras y tienen que demostrar que realmente pueden ganar. Independientemente de que luego lo consigan o no.

Ese será el primer paso, por mucho que Morey haya lanzado el ultimátum de éxito o fracaso y de que sólo el anillo vale. Dar un paso claro en la dirección correcta, postularse como competitivos, es la clave para avanzar y demostrar que Simmons y Embiid son capaces de ganar a cualquiera juntos. De momento, tienen plantilla para ello y su nivel va acorde a los deseos del hacedor y del entrenador: 16-6 tras una victoria ante los Hornets, uno de los equipos más molones de la temporada, con otra exhibición de Joel Embiid (34 puntos, 11 rebotes y 2 asistencias), y una exhibición coral de una victoria más trabajada de lo que parece, fraguada en una primera parte espléndida en ambos lados de la pista (42-64) y un connato de rebeldía local que finalmente se ha quedado en nada, a pesar de los esfuerzos de Gordon Hayward (22+6+9) y LaMelo Ball (22+7+3), los mejores de una de las revelaciones de la temporada y un equipo que se mantiene en una lucha que será encarnizada: la de los playoffs en el Este. De momento, como octavos, tendrán acceso al play-in. Pero les queda una infinidad de lucha por delante contra rivales inopinados que se pueden ir diluyendo con el paso del tiempo (Cavs, Knicks...) o no. Algo que les puede pasar a ellos también.

Además de Embiid, Ben Simmons tuvo buenos minutos, con 15 puntos, 6 rebotes y 9 asistencias, aunque perdió 5 balones. Danny Green anotó 16, con 4 de 7 en triples, y Tobias Harris a 26+6+4 (9 de 9 en tiros libres), otro gran partido de un hombre que perdió la sonrisa el año pasado pero la ha recuperado con el entrenador que le hizo explotar en los Clippers. Shake Milton aportó 13 tantos desde el banquillo, mientras que la parte negativa la tuvo un Seth Curry que se quedó en 0 puntos en más de 28 minutos de juego, con 0 de 3 en triples. Los Sixers, además, lanzaron por encima del 50% en tiros de campo y con un 40% en triples, y en la primera mitad, cuando cogieron su ventaja definitiva, dejaron a sus rivales en poco más del 35% y un ignominioso 3 de 17 en lanzamientos desde el exterior. Es, por cierto, la cuarta victoria consecutiva del equipo de Doc Rivers, que le saca dos partidos y medio a Bucks (13-8) y Nets (14-9) y se afianza en una posición que ha ocupado durante prácticamente la totalidad de lo que llevamos de curso. ¿Será este, por fin, el año de los Sixers? Veremos. De momento, parece que van por el buen camino. Pero, ya se sabe, la parte más difícil se encuentra al final. Siempre al final.

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