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¿Por qué cambió Kobe Bryant del número 8 al 24 en los Lakers?

Solo un jugador en la historia de la NBA tiene retirados dos números distintos en la misma franquicia: Kobe Bryant. Nadie más llevará en los Lakers ni el 8 ni el 24.

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¿Por qué cambió Kobe Bryant del número 8 al 24 en los Lakers?
Kirby Lee USA TODAY Sports

Kobe Bryant jugó 20 años en Los Angeles Lakers, desde que saltó directamente sin pasar por la NCAA a la NBA, desde el instituto Lower Merion, en Philadelphia y cuando sus padres tenían que firmar sus contratos porque no era mayor de edad. Kobe debutó como profesional en 1996 y jugó hasta 2016; dos décadas en las que, ya se sabe, ganó cinco anillos, fue dos veces MVP de la Finales y una de la Regular Season y 18 veces all star. Una leyenda que, además, cambió de dorsal en el eje de esa trayectoria: jugó con el 8 hasta 2006 y con el 24 a partir de ahí y hasta su retirada.

Solo Kobe tiene dos números retirados por la misma franquicia NBA. El 8, el primero que usó y con el que ganó sus tres primeros anillos (el threepeat con Shaquille O’Neal) y el 24, con el que ganó los títulos de 2009 y 2010 al lado de Pau Gasol. El 8 lo empezó a usar como homenaje a su número en los campus amateur de Adidas, la marca que lo firmó para convertirlo en su particular Michael Jordan y que apretó para que Kobe se saltara la universidad. En ese campus llevó el 143 y 1+4+3=8, su primer número NBA. En sus primeros años de baloncesto, todavía en Italia y antes de mudarse a Philadelphia, ya había jugado con el número 8. “Cuando llegué a la NBA con el 8, era con una actitud de plantar tu bandera, de demostrar que pertenecía a esta Liga. De demostrar que era uno de los mejores jugadores de la NBA. Ir a por los rivales, energía que no se detenía nunca y agresividad constante”. Además, en 1996 el 24 era propiedad, en los Lakers, de George McCloud así que Kobe no pudo mantener el número que había usado en el instituto de Lower Merion, donde también usó el 33. Ese estaba fuera de la ecuación porque los Lakers se lo habían retirado a, nada menos, Kareem-Abdul Jabbar.

En 2006 llegó el cambio al 24: “Fue una señal de crecimiento. Los atributos físicos ya no eran los mismos, pero la madurez había crecido mucho. El matrimonio, los hijos… todo daba una perspectiva más amplia y era ya uno de los más veteranos del equipo y no uno de los jóvenes. Había evolucionado”. El 24 era una forma de empezar una nueva etapa sin olvidar sus orígenes, ya que era un número que había usado en el instituto.

En datos: Kobe Bryant con sus dos dorsales

NUMERO 8: 1996-2006

Estadísticas: 23,9 puntos por partido, 45% en tiros de campo, 5,1 rebotes, 4,5 asistencias, 1,5 robos, 2,9 pérdidas, 34% en triples.

Logros: 3 anillos, 4 títulos de la Conferencia Oeste, 9 playoffs disputados, 8 All Star, 4 veces en el Mejor Quinteto, 2 en el segundo y otras 2 en el tercero. 1 título de Máximo Anotador, 1 MVP de All Star y un concurso de mates ganado.

NÚMERO 24: 2006-2016

Estadísticas: 26,2 puntos por partido, 44% en tiros de campo, 5,3 rebotes, 5 asistencias, 1,3 robos, 3,1 pérdidas, 32% en triples.

Logros: 2 anillos, 3 títulos de la Conferencia Oeste, 10 All Star, 1 MVP, 2 MVP de Finales, 7 veces en el Mejor Quinteto, 1 título de Máximo Anotador, 3 MVP del All Star.

El número 8, el del primer Kobe, es el de los años de la dinastía con Phil Jackson y Shaquille O'Neal, el equipo que arrasó los playoffs 2001 con un balance de 15-1, el que superó batallas inolvidables contra versiones tremendas de Spurs, Blazers y Kings. También es el número con el que sumó estadísticas individuales increíbles tras la marcha de Shaquille, y con el que le hizo los míticos 81 puntos a Toronto Raptors.

El número 24 es el de Kobe como claro jugador franquicia de un equipo campeón, sin Shaquille pero con Pau Gasol como perfecto escudero. El del Kobe ya menos explosivo en lo físico pero mejor en muchas facetas del juego: el del fade away absolutamente perfeccionado, los movimientos al poste trabajados junto a Hakeem Olajuwon…

La aparición de la Mamba Negra

Kobe Bryant estará para siempre vinculado con el amarillo y el morado de los Lakers. Con el 8 y el 24 y, claro, con la Mamba Negra (Black Mamba), el animal del que sacó el apodo por el que era conocido. Y no fue (no solo) una cuestión de que se trate de una serpiente sumamente peligrosa y de que Kobe tuviera en la pista un espíritu también asesino y unos movimientos definitivamente elegantes. No, fue el propio Kobe el que se creó un alter ego con nombre de serpiente venenosa: “Tenía que organizar las cosas así que creé la Mamba Negra. Kobe tenía que tratar con los problemas personales, cuidar otros asuntos que estaban pasando... pero era la Mamba Negra la que salía a la pista y cumplía con el trabajo. Y ese trabajo era destruir a todo el mundo al que me encontraba enfrente en la pista”.

Kobe atravesó una etapa especialmente dura de su vida cuando pasó a ser el villano oficial del deporte estadounidense en un tramo entre sus tres primeros anillos, los de la explosión, y los dos últimos, los de la redención. Entre un Kobe al que se perdonaba por joven y un Kobe maduro que se hizo perdonar. En ese período intermedio pasó por el purgatorio de la denuncia por ataque sexual (verano de 2003) de una trabajadora de 19 años del hotel The Dodge And Spa At Cordillera, en Colorado. Un asunto nunca bien aclarado del todo y que acabó con una disculpa pública de Kobe tras un acuerdo fuera de los tribunales. De todo ese trance personal y deportivo emergió el Kobe definitivo. Sobrevivió al temporal que en gran parte había provocado con la rehabilitación deportiva y la reinserción mediática. Después de ese valle que pudo hundirle en la sombra, llegaron dos anillos, su único MVP de Regular Season, tres extensiones millonarias más con los Lakers y contratos con Nike, Spalding o Coca-Cola. Kobe había aprendido a sobrevivir a tantas cosas que supo hacer la más difícil: sobrevivir a Kobe.

Y para ese trance, Kobe creó la Mamba, tal y como contó en el documental “Muse”: “Pasé de ser una persona que estaba en la cima y al que todo le salía bien a, en solo un año, no saber dónde me llevaba la vida o siquiera si iba a seguir teniendo una vida como la que había conocido”. En ese documental, hablaba indirectamente del caso de Colorado y del efecto que había tenido en su familia: “Escuchaba todo lo que decía la gente, así que necesitaba algún lugar para refugiarme del bombardeo. Necesita espacio para ocuparme de mis asuntos y que algo hiciera el trabajo: la Mamba Negra. Era como una avalancha, nada me iba a detener, nada se iba a poner en mi camino”.