NBA | SIXERS 127 - HORNETS 112
Simmons y Embiid ponen a los Sixers líderes del Este
Los Sixers se imponen a los Hornets con triple-doble del base y una gran actuación del pívot y lideran el Este en solitario. Sonrisas en Philadelphia.
Algo pasa con los Sixers. Algo bueno, que dirían algunos que hayan visto el fulgurante inicio que ha tenido el equipo de Philadelphia, una ciudad que sigue recordando tiempos pasados que fueron mejores y a los que se agarra por esa historia alejada de un presente que no termina de saciar a los más exigentes ni de gustar a los que no lo son tanto. El último anillo de la ciudad del amor y la hermandad, esa en la que los padres de la patria declararon la independencia y que ha sido el epicentro de la lucha contra los derechos humanos, data de 1983, esa década dominada por Magic Johnson y Larry Bird en la que asoma, tímidamente, un triunfo hoy nostálgico: el de Julius Erving y Moses Malone (fo, fo, fo...), que conquistaron el mundo en 1983 (antes lo habían hecho en 1967 y en 1955, en esta ocasión bajo el nombre de Syracuse Nationals) y dieron a los Sixers uno de los campeonatos más dominantes de la historia y su hueco definitivo en la mejor Liga del mundo, uno se ganaron por pleno derecho y en la que ahora intentan ascender lenta y copiosamente para volver a mirar desde arriba a todos y a todo.
Ha pasado 38 años desde un éxito que se tornó efímero y que no se volvió a repetir. Y 20 se cumplen, precisamente esta temporada, desde que los aficionados de los Sixers volvieron a soñar con el campeonato, en 2001, con Allen Iverson, Dikembe Mutombo y compañía a la cabeza. Philadelphia es una ciudad que entiende el baloncesto y que exige a sus jugadores estar a la altura de la historia de una franquicia esencial para entender la competición norteamericana y casi el baloncesto mundial, pero que hoy, tanto tiempo después, no termina de arrancar en tiempos aciagos y con un proyecto controvertido, que ha pasado por el tanking del Proceso y por un lema en el que no todos creían (Trust the Process) para quedarse con las manos vacías y no poder, ni siquiera, disputar las finales del Este.
Ahora, los Sixers se juegan su última gran oportunidad con Joel Embiid y Ben Simmons; y de momento están centrados. Ante los Hornets, se convirtieron en el primer equipo de la temporada en llegar a las cinco victorias junto a los Suns, y lideran el Este en solitario por encima de unos Hawks que han caído de manera tan inopinada como merecida ante los Cavaliers. Contra Charlotte, fueron un ciclón: 39-24 en el primer periodo y un mantenimiento de la ventaja inicial en un choque dominado de principip a fin y que acabaron conquistando por esa renta de 15 puntos lograda en el inicio (127-112). Los Sixers tiraron mejor (casi un 60% en tiros de campo por poco más del 40% de sus rivales), dominaron el rebote (45-40) y tuvieron el dominio de las dos piezas más valiosas salidas de muchos años de selecciones de draft que han acabado con una pareja tan talentosa como, a veces, incompatible: Ben Simmons y Joel Embiid.
El base consiguió un triple-doble de 15 puntos, 12 rebotes y 11 asistencias, mientras que Embiid a 19+14. Ambos acabaron con un +/- combinado de +30, y se compenetraron a la perfección con el juego exterior de Seth Curry (21 puntos, 3 de 6 en triples) y Danny Green (13, con 3 de 6 en triples), esos dos fichajes de Daryl Morey (no han sido los únicos), un hombre que ha hecho olvidar (en cuestión de días) a un Elton Brand que sigue por ahí (nadie sabe dónde) y que ha cambiado estructuralmente la franquicia, atrayendo además a un Doc Rivers que se quita la espina de sus fracasos en playoffs y hace su magia, que la tiene, para hacer carburar a dos estrellas que se estorbaban con Brett Brown y que parecen funcionar mejor que nunca. Además, Shake Milton se fue a 18 tantos para los locales y la mejor versión de Tobias Harris parece volver con el entrenador que la sacó en su día en los Clippers: 24+9+6+4+3.
La respuesta los Hornets estuvo personalizada por el talentoso Terry Rozier, que martilleó la defensa de Philadelphia y consiguió 35 puntos en una gran serie de tiro (12 de 18, incluido un espectacular 7 de 11 en triples). El sobrepagado Gordon Hayward, 20+6+6+4, pero con un -10 con él en pista; exactamente igual que LaMelo Ball, que se quedó en estadística insulsa (13+4+5+4) que no tradujo al juego de su equipo. Los Sixers, está claro, no deben relajarse (el año pasado empezaron 5-0) y tienen que remar para constatar lo que ahora es un mero susurro que esperan poder gritar a los cuatro viendos: que han vuelto. Pero claro, en la NBA no basta con volver. Hay que quedarse.